La pobreza de tiempo aqueja a las mujeres: por qué las empresas deben combatirla y cómo

Los roles de género impiden a las mujeres gozar del derecho a usar libremente su tiempo. Como resultado, su bienestar físico y mental, así como su productividad y rendimiento se ven afectados. Las empresas tienen responsabilidad al respecto.

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Foto: Shutterstock

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CIUDAD DE MÉXICO. Una persona que hace malabares para cumplir todas sus obligaciones, pero carece de tiempo para cuidar su salud, descansar, hacer ejercicio o relajarse, tiene un tipo de pobreza que poco se aborda: la pobreza de tiempo. En México y el mundo las principales afectadas por esta carencia son las mujeres, debido a los roles de género que socialmente se les ha adjudicado para cumplir.

El uso libre del tiempo es un derecho

“La pobreza de tiempo sería la consecuencia de no tener derecho al uso del tiempo", señaló Usue Madinaveitia, coach de gestión del tiempo y a quien se deben los movimientos #mamiconcilia, #papiconcilia y #miempresaconcilia en España, los cuales surgieron luego de que editó varios ebooks entre 2014 y 2017 que recogen más de 200 testimonios sobre conciliación de la vida personal, familiar y laboral.

"Todas las personas deberíamos tener derecho a nuestro uso y disfrute del tiempo, y esto quiere decir que podamos dormir las horas necesarias, que tengamos tiempo para descansar, que tengamos tiempo para comer tranquilamente y, no como pasa aquí muchas veces, que la gente come mientras trabaja, que tengamos tiempo para hacer ejercicio físico, para cuidarnos en todo lo necesario, para poder ir al médico”, detalló Usue en entrevista para Dalia Empower.

Dalia es una plataforma de educación y un movimiento que busca cerrar la brecha de género a través de programas de capacitación especializados en life skills (mejor conocidas como soft skills) -como la comunicación, la empatía, la negociación o la creatividad. Todo con perspectiva de género, diversidad e inclusión. Sus programas buscan la transformación de liderazgos a través de un esquema para personas y otro para empresas.

La pobreza de tiempo es la situación en la cual, una persona tiene tal carga considerable de tareas que le impide asignar su tiempo de manera libre y como mejor lo prefiera. Ante ello, debe tomar decisiones difíciles sobre como distribuirlo, lo cual termina afectado de manera negativa aspectos de su vida personal como el cuidado de su bienestar, señala el documento Pobreza y Tiempo: Una Revisión Conceptual, realizado por el Instituto Nacional de las Mujeres y ONU Mujeres.

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Más de 60% de las mexicanas son pobres de tiempo

En México, en promedio, las mujeres permanecen ocupadas 59.5 horas a la semana, de las cuales ocupan 37.9 horas en trabajos remunerados; 39.7 para labores no remuneradas, y 5.6 horas para producción de bienes del hogar, muestra la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo 2019 del Instituto Nacional de Geografía y Estadística.

En contraste, los hombres destinan 47.7 horas a trabajos remunerados; 15.2 horas a no remunerados, y 6.6 para producción de bienes del hogar. Eso suma 53.3 horas a la semana. Es decir, ellas permanecen ocupadas más tiempo: destinan, en promedio, 6.2 horas más a la semana.

“¿Qué implica [la pobreza de tiempo]? Que trabajes más, que duermes menos. O sea, las mujeres duermen menos que los hombres y por qué nos interesa dormir, porque dormir es parte de descansar y el descanso es un derecho humano; descansar es indispensable para poder ejercer otros derechos, para tener salud, tanto física como mental”, comentó Natalia Calero Sánchez, especialista en igualdad de género y directora general de ComingUp, entrevista con Dalia Empower.

“Tienes menos oportunidades de hacer otras cosas. ¿Como qué...? Estudiar, por ejemplo. Entonces, tienes menos oportunidad de hacer estudios de posgrado, de regresar a los estudios si es que los tuviste que dejar en algún momento, como sucede a muchas mujeres […]; tienes menos tiempo para dedicar a otras cuestiones, a tu tiempo libre; tienes menos tiempo de hacer ejercicio que también impacta en salud física y salud mental, puedes hacer menos cosas de lo que llamamos los hobbies”, añadió.

En México, 24.7 millones de personas vivían pobreza de tiempo hace 14 años, lo que representaba en ese momento el 36.51% de la población. Pero en el caso de las mujeres la cifra se disparaba a 62.93%, mientras que en el caso de los hombres, era de apenas 7.13 por ciento. Estos datos corresponden al análisis Pobreza Multidimensional y Pobreza de Tiempo en el Marco del Observatorio de Género y Pobreza, llevado a cabo por el Instituto Nacional de las Mujeres y ONU Mujeres. Aunque el estudio data de 2010, se trata del más reciente realizado sobre este tema y permite visibilizar la magnitud del problema.

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“Entre las mujeres casadas o que viven en unión libre, 82.1% son pobres de tiempo, una incidencia notablemente mayor que entre las que son solteras, cuya probabilidad de sufrir escasez de tiempo es de alrededor de 27%, dato del que se infiere que el matrimonio supone una carga de trabajo no remunerado importante para las mujeres", indica el informe.

"Para los hombres, el divorcio, separación o viudez les supone asumir tareas de carácter no remunerado, es decir, se ven en la necesidad de ocuparse de sus propios hogares —lo cual no hacen cuando viven en pareja o cuando son solteros, inclusive—, ya que la mayor tasa de incidencia de pobreza de tiempo se ubica entre los hombres en esta situación conyugal”, agrega.

Otros factores que aumentan la pobreza de tiempo que viven las mujeres es el número de hijos. Según el análisis, entre las mujeres sin hijos, 48% tenían este tipo de pobreza; entre aquellas con un hijo, el dato se elevaba a 63.7%, y entre quienes tenían dos hijos, la cifra ascendía a 73.2 por ciento.

“La carencia de tiempo afecta de manera distinta a hombres y mujeres, por tanto, es un reflejo más de las desigualdades de género. Éstas se expresan comúnmente en una marcada diferencia en los roles y las responsabilidades por sexo, caracterizada por la concentración de población femenina en actividades no remuneradas y la masculina en las productivas remuneradas”, explica el documento.

Impacto laboral y empresarial

Cuando las mujeres tienen este tipo de pobreza, es muy frecuente que decidan no trabajar o trabajan, pero en jornadas reducidas y/o en la informalidad para poder administrar su tiempo como lo necesitan. También es frecuente que renuncien a sus empleos para realizar labores de crianza, con lo cual interrumpen o postergan su carrera profesional. Esto, de acuerdo con el documento Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe: Desafíos y Oportunidades para la Inclusión Laboral de las Personas Jóvenes y la Redistribución del Trabajo de Cuidados, realizado por Comisión Económica para América Latina y el Caribe y la Organización Internacional del Trabajo.

Del total de mujeres del país, 53.47% forma parte de la población no económicamente activa; es decir, no trabaja. Otro 45.26% cuenta con un empleo y 1.25% no tiene empleo (son desempleadas o desocupadas, y están buscando trabajo), según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, al último trimestre de 2023.

Del universo de mujeres no activas o que no trabajan, 88.02% no se encuentra, de plano, disponible para trabajar, y el restante 11.97% ha desistido de buscar empleo, pero sí está disponible si se le ofreciera uno. Por otra parte, del universo femenino que si tiene un empleo, 55.77% tiene uno informal y 44.22%, formal.

Estas cifras hacen evidente que la economía nacional y las empresas no están pudiendo aprovechar el talento de millones de mujeres ni su potencial para dinamizar el crecimiento de los negocios y del país.

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La pobreza de tiempo repercute no solo en las mismas mujeres, sino en la sociedad y la economía. Ese impacto afecta negativamente a todas y a todos. Las expertas consultadas especificaron algunos de esos efectos:

  • Disminución de la participación femenina en el mercado laboral formal. Cuando se desaprovecha el talento humano, se pierden oportunidades hacer crecer empresas, economías y sociedades.
  • Precarización laboral de las mujeres
  • Dificultad para su crecimiento laboral, profesional y personal
  • Riesgo de pobreza por ingresos económicos
  • Falta de autocuidado, descanso, ocio, recreación
  • Afectaciones en su salud física y mental
  • Disminución de la productividad y creatividad en el trabajo

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¿Qué pueden hacer las empresas?

1.- Promover la corresponsabilidad

“El cambio en las dinámicas familiares al exterior del hogar [la incorporación histórica de las mujeres al mercado laboral] no ha cambiado las relaciones al interior de los hogares”, indica el informe Pobreza y Tiempo Destinado al Trabajo no Remunerado: Un Círculo Vicioso.

Madinaveitia afirmó que es urgente que se implique a los hombres en el trabajo de cuidado tanto como se fomenta la participación de las mujeres en el mercado laboral. Solo sí ellas dejarán ser las únicas encargadas del trabajo no remunerado y, con ello, disminuirán las horas que dedican a esas actividades. En suma, habrá un equilibrio. Para ello, empresas, Estado y sociedad, deben promover nuevas dinámicas que permitan a las mujeres integrarse al trabajo remunerado y a los hombres, involucrarse en las labores no remuneradas, ya sea domésticas o de cuidados, expresa Calero Sánchez.

“[Las empresas] tienen una obligación también de hablar y de ir normalizando el discurso de la corresponsabilidad familiar. Esto ¿qué quiere decir? Que los hombres también deben involucrarse de manera igualitaria en las labores del hogar, en las labores de administración del hogar, en las labores de cuidado de las personas, en la labor de cuidados de las mascotas, en todo”, señaló la experta.

Explicó que las empresas pueden organizar diversas dinámicas donde hagan labores de sensibilización y concientización en este tema, de forma que este tipo de acciones empiecen a formar parte del día a día.

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2.- Disminución y flexibilización de horarios laborales

La disminución por ley de la jornada laboral a 40 horas semanales desde las 48 actuales es todavía un pendiente en el Congreso de la Unión. La propuesta surgió bajo el argumento de que México es uno de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos donde más se trabaja y ello no se traduce en mayor productividad y competitividad. De hecho, es el país con el peor balance de vida personal-laboral.

La discusión de la reforma ha generado diversas opiniones en el mundo político y en el empresarial. En tanto se concreta una resolución, las empresas y lugares de trabajo pueden tomar acciones en relación con las mujeres.

Calero Sánchez indicó que existen lugares como fábricas o sitios de atención presencial al cliente, donde reducir las jornadas de trabajo puede resultar un poco más complejo -aunque sí pueden hacerlo-, pero hay otros muchos sitios donde únicamente se trata de voluntad por parte del sector empresarial.

Señaló que disminuir los horarios de trabajo es una forma de poner piso parejo para las personas en materia de uso del tiempo, sobre todo para las mujeres. Subrayó que es necesario que las empresas se transformen y midan el desempeño por objetivos y no por el tiempo que las personas pasan haciendo sus actividades. Un cambio así, lejos de ir en detrimento de las organizaciones, las beneficiaría haciéndolas más productivas y rentables. Calero Sánchez puso como ejemplo naciones como Islandia, donde esa transformación laboral ha dado buenos resultados.

“Ser medidos y medidas con objetivos. Tener tiempo libre le permite a la gente hacer otras cosas; lo que hace que cuando tú trabajes estés más enfocada y determinada. ¿Qué pueden hacer las empresas? Reducir las jornadas laborales y medir mejor por objetivos”, detalló.

Mandinaveitia comentó que en lugares como España la jornada laboral ya es de 40 horas semanales y, además, en centros de trabajo gubernamentales ya aprobaron que se reduzcan a 35 horas, pues luego de algunas pruebas, concluyeron que no hay pérdida de la productividad.

Calero Sánchez agregó que igualmente debe existir flexibilización para permitir trabajo remoto u horarios libres que faciliten, tanto a mujeres como hombres, el cuidado de las infancias.

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Por otra parte, el trabajo remoto permite reducir el tiempo dedicado al traslado, lo que es un beneficio directo para aquellas personas que, de por sí, ya se encuentran en pobreza de tiempo, añadió Mandinaveitia. En ese sentid, deben buscarse cambios de fondo que permitan que los horarios escolares y laborales sean similares para que las personas puedan conciliar.

“Otro tema en el que creo que sería importante trabajar [porque al final se trata de rediseñar el modelo social] sería en que los horarios laborales se adaptaran a los escolares. Al final, o los hijos pasan horas de más en los centros escolares haciendo extraescolares o, principalmente, las madres tienen que cogerse jornadas reducidas para poder irles a buscar al colegio”, señaló.

Entonces, las empresas deben hacer otros cambios, dijo la experta, como respetar la desconexión digital del personal, una vez que termina sus horarios laborales, para fomentar el descanso. Otra acción es establecer una “política de luces apagadas”. Esto no es otra cosa que establecer una hora específica a partir de la cual se apagan todas las luces en el lugar de trabajo. Su objetivo es llamar la atención de aquellas personas que están realizando horas extras y hacerles conscientes de la necesidad de terminar su jornada laboral.

“A una determinada hora se apagan [las luces]. Luego hay quien las vuelve a encender, pero al menos, simbólicamente, la empresa te avisa y fomenta que termines la jornada laboral”, comentó.

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3. Establecer políticas de diversidad e inclusión e incorporarse al Sistema de Cuidados

Mandinaveitia aseguró que las políticas de diversidad e inclusión ayudan a que las mujeres puedan incorporarse al mercado laboral y alcancen puestos directivos, pero también ayudan a que los hombres se incorporen al trabajo no remunerado, por lo que las empresas deben llevar a cabo acciones en ambos sentidos.

En México ya está reconocido el derecho al cuidado, pero aún no se establece un Sistema Nacional de Cuidados que permita la corresponsabilidad social en esta materia. No obstante, eso no quiere decir que las empresas estén imposibilitadas para tomar acciones que propicien una disminución de la carga de trabajo no remunerado que sostienen las mujeres.

Los entornos laborales pueden, por ejemplo, brindar servicio de guardería a través de convenios con espacios de cuidado cercanos al centro de trabajo, explicó la directora de ComingUp. Este tipo de acuerdos, afirmó, pueden extenderse a espacios de cuidado de personas adultas mayores o de salud para personas con discapacidad.

La creadora de #miempresaconcilia señaló que otra acción que se debe implementar es extender los permisos de paternidad, de forma que los hombres puedan formar parte del cuidado cuando tienen o adoptan hijos e hijas.

En México, el permiso de maternidad es de 84 días, mientras que el de paternidad es de solo cinco días. Hoy existen iniciativas en discusión en las cámaras del Congreso para incrementar la licencia paternal a 20 con posibilidad de extensión a 30 en caso de complicaciones. Más allá de esta reforma, nuevamente las propias empresas pueden establecer mejores permisos.

En España por ejemplo, dijo Mandinaveitia, tanto hombres y mujeres gozan de un permiso de 16 semanas, y las primeras seis se deben tomar inmediatamente tras el nacimiento o la adopción, pero el resto puede repartirse de forma que cuiden de manera escalonada. Es decir, tras las seis semanas, la mamá toma 10 y luego el hombre las 10 siguientes, o como prefieran.

Otros países como México, pueden tomar ese ejemplo, expresó. De manera que los hombres no solo sean un apoyo, sino cuidadores principales durante varias semanas.

Ambas expertas coinciden en que es necesario que las empresas implementen acciones directas para que los cuidados sean una corresponsabilidad y se logre erradicar la pobreza de tiempo que enfrentan sus colaboradoras.

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