Equidad de Género

El Efecto Matilda: Cuando el talento femenino es invisible

¿Sabías que muchas mujeres científicas a lo largo de la historia hicieron descubrimientos que luego fueron atribuidos a hombres?

Detrás de muchos logros que hemos celebrado como humanidad, hay mujeres que merecen ser parte de la historia con nombre y apellido

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Gina Diez Barroso

7 de julio de 2025

El Efecto Matilda: Cuando el talento femenino es invisible

El Efecto Matilda: Cuando el talento femenino es invisible

¿Sabías que muchas mujeres científicas a lo largo de la historia hicieron descubrimientos que luego fueron atribuidos a hombres?

Esto tiene nombre: el Efecto Matilda.

Yo no lo conocía hasta hace poco, y la verdad… además de indignarme y hacerme pasar varios corajes, me dejó pensando muchísimo. El término lo acuñó la historiadora Margaret Rossiter en honor a Matilda Joslyn Gage, una activista del siglo XIX que ya denunciaba cómo los logros de las mujeres eran sistemáticamente ignorados, minimizados o adjudicados a sus colegas hombres.

Un ejemplo clarísimo es el de Rosalind Franklin, la científica que tomó las famosas imágenes de rayos X que permitieron entender la estructura del ADN. Pero los que se llevaron el crédito (y los premios) fueron Watson y Crick. Me acuerdo perfecto de sus nombres porque son los que vienen en los libros de texto.

También está Jocelyn Bell Burnell, astrónoma que descubrió las primeras señales de los púlsares. ¿Y quién recibió el Nobel? Su supervisor.

O Madame Curie, a quien solo le otorgaron el premio Nobel gracias a la insistencia de colegas y de su esposo.

Jean Purdy, embrióloga y enfermera británica, fue clave en el desarrollo de la fertilización in vitro, pero ni siquiera incluyeron su nombre en la placa que conmemora el nacimiento del primer bebé concebido con esta técnica. Por cierto, les recomiendo la película de Netflix “Joy: The Birth of IVF”, que justo reivindica el rol tan importante que desempeñó.

Katherine Johnson, matemática afroamericana en la NASA, calculó trayectorias clave para el Apolo 11… pero durante mucho tiempo su nombre quedó en la sombra por su género y raza.

Y ¿sabías que gracias a una mujer tenemos Bluetooth y WiFi? Se llama Hedy Lamarr. Era actriz guapísima, estrella de Hollywood y además inventora. Creó junto con un colega la tecnología de “salto de frecuencia”, base para las comunicaciones inalámbricas que usamos hoy. Pero en su época, lo que más se mencionaba era su belleza.

Y estos son solo algunos ejemplos. Hay muchos más. Si te metes a Google y buscas “Efecto Matilda”, vas a ver a lo que me refiero.

¿Por qué me importa hablar de esto?

Porque aunque hemos avanzado muchísimo en temas de equidad, los sesgos siguen ahí, invisibilizando el talento femenino no solo en la ciencia, sino también en empresas, medios, arte… y en la vida diaria.

He estado en muchísimas mesas donde una mujer dice una gran idea… y minutos después, alguien más la repite y entonces sí recibe atención.

He visto cómo se duda del conocimiento técnico de mujeres que son ingenieras, médicas o científicas… a las que aún les dicen “señorita”, mientras que al primer hombre que llega lo tratan con respeto automáticamente.

Y también he visto cómo muchas mujeres brillantes prefieren callarse. Por cansancio, frustración… o simplemente porque saben que si alzan la voz las van a tachar de problemáticas, exageradas o emocionales.

Me viene a la mente J.K. Rowling. Más allá de las polémicas que ha tenido en los últimos años por sus opiniones respecto a la comunidad trans, su historia de inicio ilustra perfectamente este fenómeno: cuando por fin una editorial aceptó publicar Harry Potter, le pidieron que firmara con sus iniciales —no con su nombre completo— porque pensaban que los niños no leerían un libro escrito por una mujer. ¿Qué tal?

Personalmente, he aprendido a detectar esas microinvisibilizaciones, incluso en mí misma:

  • Cuando me interrumpen y no me doy cuenta,
  • cuando me cuestiono más de la cuenta,
  • cuando alguien me felicita por “organizar bien”, pero no por pensar estratégicamente.

Así que te invito a dos cosas:

  1. A seguir reconociendo y visibilizando el talento femenino en todas las áreas.
  2. A construir espacios donde las ideas no tengan género… pero el mérito sí tenga nombre.

Porque detrás de muchos logros que hemos celebrado como humanidad, hay mujeres que merecen ser parte de la historia con nombre y apellido.

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