México estaría cerca de su primer mujer Presidenta. ¿Qué diferencia haría para la igualdad de género?

A un año de las elecciones para elegir al próximo titular del ejecutivo, varias políticas se destacan como posibles candidatas. La duda que surge es, si sería un avance para la agenda de igualdad de género que México elija a su primera presidenta en 2024.

Mujer Presidenta
Imagen: Diseño Dalia Empower

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NOTA DE LA EDITORA AL 7 DE SEPTIEMBRE DE 2023. México despertó el 7 de septiembre de 2023 con dos candidatas a la presidencia: Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum. Queda por ver aún cuántas personas candidatas oficiales se integrarán a la contienda electoral hacia 2024. Cuando publicamos este texto de Eugenia Coppel, el 30 de abril del mismo año, la baraja de mujeres aspirantes a la candidatura era otra, pero la pregunta no ha cambiado; sigue siendo la misma: ¿Qué diferencia haría para la igualdad de género que México tenga una mujer presidenta?

CIUDAD DE MÉXICO. Patricia Mercado recuerda satisfecha los días de 2006 en los que fue candidata a ocupar el puesto más alto de México. En aquel momento, cuenta al teléfono, la clase política estaba dominada por “hombres, blancos, maduros e intelectuales”, así que la presencia de una mujer en la contienda era sin duda renovadora. Antes de ella, las únicas candidatas a la presidencia habían sido Rosario Ibarra de Piedra (1982 y 1988) y Cecilia Soto y Marcela Lombardo (1994). Sin embargo, “su participación fue totalmente inequitativa, ni siquiera estuvieron en los debates”, menciona la hoy senadora de la República por el partido Movimiento Ciudadano.

Mercado también tuvo que sortear varios obstáculos para lograr colocar su nombre en la boleta. Cuenta que algunos hombres de su propio partido (en aquel momento Alternativa Socialdemócrata y Campesina) intentaron evitarlo mediante la impugnación de su candidatura. “Todavía muchos compañeros me decían que las mujeres no podíamos ganar”, dice. Ella y su equipo debieron recurrir varias veces al Tribunal Electoral para mantenerse en la competencia.

Han pasado menos de dos décadas desde entonces, pero el país ha visto importantes avances en cuanto a la participación política de las mujeres en los tres niveles de gobierno, gracias a las luchas feministas convertidas en leyes electorales. “México ha vivido, como otros países de América Latina, una revolución democrática y pacífica orientada a la política de la presencia: si el 50% de la población es de un género distinto al otro, entonces le corresponde el 50% del poder”, dice en entrevista Flavia Freidenberg, investigadora titular del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM e investigadora visitante del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales de España.

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Bastan algunos ejemplos recientes para constatar la multiplicación de las mujeres en la esfera pública. Andrés Manuel López Obrador nombró a su primer gabinete con el mismo número de mujeres que de hombres. De forma paralela comenzó a operar el primer Congreso con paridad de género en la historia del país, el cual aprobó en 2019 una reforma constitucional para extender la paridad a todas las instituciones públicas. A comienzos de 2023, la ministra Norma Piña fue elegida como la primera presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y poco después, Guadalupe Taddei Zavala se convirtió en la primera consejera en presidir el Instituto Nacional Electoral. En la actualidad, hay nueve mujeres gobernadoras en los 32 estados, un número récord en la historia de México.

Y aunque todavía falta poco más de un año para las próximas elecciones nacionales, varias mujeres de distintos partidos se posicionan como posibles candidatas a la presidencia. La jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, aparece en las encuestas como la favorita de Morena. También han levantado la mano Lily Téllez del Partido Acción Nacional (PAN), así como Claudia Ruiz Massieu y Beatriz Paredes, del PRI. Aún falta esperar a que se den los procesos internos de los partidos; sin embargo, de mantenerse las tendencias, México podría tener más de una mujer en la boleta de 2024.

“Me parece que nos hemos metido en un círculo virtuoso que nos lleva a estar muy en la línea de la posibilidad de tener una mujer presidenta”, dice Patricia Mercado. “Rosario Ibarra ni se lo hubiera imaginado, Josefina [Vázquez Mota] se acercó más por el respaldo y la estructura del partido [PAN], pero no lo logró. Y ahora son varias las mujeres que se ven muy fuertes, de todas las opciones políticas, que dicen ‘yo quiero, yo puedo ser una buena presidenta’. Eso me parece que cambia radicalmente el contexto electoral”.

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La precandidata del presidente

Todas las encuestas señalan que Morena es la opción política con más posibilidades de ganar las elecciones en 2024. Y dentro del partido de López Obrador, la favorita tanto del mandatario como de la población es la actual Jefa de Gobierno de la Ciudad de México. La encuesta de Enkoll para El País, realizada en mayo de 2023, coloca a Claudia Sheinbaum como la figura más popular, con 45% de las preferencias, muy lejos del canciller Marcelo Ebrard, con 29%. En otra encuesta, realizada en febrero por Buendía & Márquez para El Universal, Sheinbaum tiene 30 puntos y Ebrard, 21.

Sheinbaum ya rompió un techo de cristal en las elecciones de 2018, al convertirse en la primera mujer electa en las urnas para gobernar la capital del país. Es licenciada en Física y tiene maestría y doctorado en Ingeniería Energética. Fue delegada de Tlalpan y es una de las personas más cercanas a López Obrador, con quien trabajó como Secretaria de Medio Ambiente cuando él gobernó la Ciudad de México (2000-2006).

Aunque ella se ha definido varias veces como feminista, su sexenio ha estado marcado por tensiones con grupos del movimiento. La batalla más reciente aún se disputa en la ex glorieta a Colón, en pleno corazón de la capital del país. Mientras Sheinbaum pretende colocar la escultura de una joven indígena, las activistas mantienen tomado el espacio público, al que han rebautizado como 'Glorieta de las Mujeres que Luchan'. Sus demandas incluyen frenar la violencia feminicida y una adecuada impartición de justicia.

En un comunicado del 10 de marzo de 2023, se dirigieron directamente a Sheinbaum: "Es evidente que usted y su gobierno no han tenido la sensibilidad de comprender el origen y motivo de la toma de la Glorieta de las Mujeres que Luchan: son las causas de una violencia estructural que ha llegado a una grave crisis humanitaria; con la toma ejercemos nuestro derecho a la memoria y la protesta". Sin embargo, Sheinbaum cuenta con el apoyo de otros grupos feministas, como el recién creado Frente Nacional de Mujeres.

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Los y las analistas consultadas por Dalia Empower coinciden en que Sheinbaum no se ha ocupado especialmente de los asuntos que preocupan a los feminismos, pero también están de acuerdo en que el sexo de un líder es mucho menos importante que sus acciones. “En un país como México, donde mueren 11 mujeres víctimas de feminicidio al día, creo que la agenda de cualquier persona, hombre o mujer, pero más de una mujer y más de una feminista, debería ser acabar con los feminicidios”, dice la académica Flavia Freidenberg. Y sobre la Jefa de Gobierno añade: “Sheinbaum no parece ser una gobernante feminista, al menos en la evaluación del tipo de políticas públicas que ha impulsado hasta el momento en su gestión. Es un excelente ejemplo de que ser mujer no significa que tu agenda de gobierno tenga como prioridad los asuntos de género”.

En la misma línea se manifiesta Tania Martínez, consultora feminista y miembro del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir: “La gestión de Sheinbaum se ha destacado en temas de medio ambiente y sustentabilidad, pero en agenda de género ha sido muy criticada: por su respuesta desproporcionada cuando envía granaderos a las manifestaciones del 8M, porque no se ha acercado a las víctimas de violencia y por su poca sensibilidad cuando habla de los casos”. Martínez también señala que se han cerrado canales de comunicación con organizaciones de la sociedad civil, desde los cuales solían generarse diálogos propositivos con el gobierno local.

Carlos Bravo Regidor, periodista y analista político, considera que tener una presidenta en México desde luego sería “un hito en términos simbólicos”. Pero también apunta que la misma idea del techo de cristal es cuestionada desde los feminismos interseccionales, los cuales ponen énfasis en otras desigualdades estructurales. “Que una mujer rompa el techo de cristal, ¿de qué les sirve a las mujeres más pobres, racializadas, marginadas, discriminadas?”, se pregunta. “La representación tiene que traducirse en una diferencia en el tipo de decisiones que se toman desde el poder, de los programas que se impulsan, y eso dependerá de la mujer que llegue”.

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Aspirantes de la oposición

Frente a la dominancia de Morena, tres de los principales partidos de oposición –PRI, PAN, PRD– han anunciado que se unirán en la coalición Va por México para competir en las elecciones de 2024. Dentro de su militancia hay al menos tres mujeres que han hecho públicas sus intenciones de colocar su nombre en la boleta presidencial: Beatriz Paredes y Claudia Ruiz Massieu, senadoras del PRI, y Lilly Téllez, senadora por el PAN.

Téllez es periodista y ha sido conductora de varios noticieros de la cadena TV Azteca. Comenzó su carrera política en 2018, como senadora de Morena, pero en 2020 abandonó esa bancada “por diferencias de criterio” y se sumó a la de Acción Nacional. En sus redes sociales también ha dejado ver sus diferencias con el feminismo. Ha dicho, entre otras cosas, que no se considera feminista, sino “libre, fuerte y femenina”. Además ha demostrado su rechazo hacia una de las principales reivindicaciones de los movimientos feministas contemporáneos: el derecho al aborto legal y seguro.

Sobre lo anterior, opina Tania Martínez: “El derecho a decidir sobre el cuerpo, si te reproduces, cuándo y con quién, es un derecho humano. Y que una posible candidata no conozca esto o no lo reconozca, me parece gravísimo”. Sin embargo, añade, “puede tranquilizarnos el hecho de que la interrupción legal del embarazo en México se ha decidido estado por estado, no como en Estados Unidos, donde aplica para todo el país”.

Además de Téllez, quieren ser presidentas dos senadoras por el PRI: mujeres con una amplia experiencia en la política. Beatriz Paredes fue gobernadora de Tlaxcala (1987-1992) y la segunda mujer en ocupar ese cargo en México. También fue presidenta del PRI nacional, embajadora en Cuba y en Brasil y la primera presidenta de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados. Ella se asume como feminista desde la década de 1990. Su compañera Claudia Ruiz Massieu es abogada y fue titular de las secretarías de Turismo y Relaciones Exteriores en el sexenio de Enrique Peña Nieto. También ha sido diputada y presidenta de su partido.

“Sus liderazgos son todos muy valiosos. Son mujeres que han trabajado mucho para construir esos liderazgos, aunque no necesariamente sean liderazgos feministas”, considera Flavia Freidenberg. En la misma línea se manifiesta Tania Martínez, quien reconoce la larga trayectoria de las priistas, pero no cree que ninguna de las dos se haya destacado históricamente por su impulso a políticas con perspectiva de género. En cualquier caso, son los partidos políticos los que tienen la última palabra en la selección de la persona que los representará en las campañas.

En opinión de Carlos Bravo Regidor, “los partidos son bastante pragmáticos, y si las mujeres encuestan bien, van a tener posibilidades de acceder a las candidaturas, gracias a toda la legislación y la jurisprudencia en materia de paridad y equidad que ha venido afianzándose en México”. El mayor riesgo actual, para el analista, es la reforma electoral conocida como Plan B, “que echa abajo muchas de esas decisiones para impulsar la paridad y la equidad de género al interior de los partidos”. Si llegara a ponerse en marcha el Plan B, que de momento ha sido suspendido por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, las acciones afirmativas (medidas temporales encaminadas a acelerar la igualdad de género y corregir la distribución desigual de oportunidades) no serán obligatorias, sino una decisión interna de cada partido político.

A esto se suma una iniciativa de reforma recién elaborada por los diputados de Morena –y apoyada por la alianza Va por México– que busca limitar los poderes del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. De ser aprobado, el proyecto impediría que el TEPJF haga cumplir las reglas sobre la participación equitativa de las mujeres en la política.

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Prioridades de una agenda de género

Siete de cada 10 mexicanas mayores de 15 años han sufrido algún tipo de violencia, ya sea psicológica, económica, patrimonial, física, sexual o discriminación, de acuerdo con una encuesta de 2021 realizada por el Inegi. De ahí que los especialistas consultados no duden en situar el alto a la violencia de género, y en particular a los feminicidios, como la prioridad de cualquier agenda feminista. Como afirma Patricia Mercado: “Lo primero es parar la violencia, y eso implica diseñar políticas públicas de prevención y acompañamiento a las víctimas”. A la lista de los temas pendientes, la senadora añade la generación de espacios públicos y transportes seguros para las mujeres, así como su plena inclusión en el mercado laboral: “Sin discriminación, sin exclusión, con igualdad de oportunidades para cerrar la brecha salarial, sin acoso ni violencia en el trabajo”.

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Tania Martínez, del instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, comenta que una agenda de género también debe ocuparse de frenar la discriminación que sufren las poblaciones indígenas al tratar de tener acceso a justicia o incluso a salud, y lo mismo con las personas trans, no binarias y de la diversidad sexual. La consultora coincide en la necesidad de “reconocer que las mujeres somos la población más empobrecida: por los trabajos informales, por la brecha de salarios aunque hagamos el mismo trabajo y por los trabajos de cuidados”.

El establecimiento de un Sistema Nacional de Cuidados es otra de las grandes prioridades de la agenda feminista en México, pues de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (2019), las mujeres dedican 40 horas semanales a actividades no remuneradas y 38 horas a empleos pagados. Los hombres, en cambio, solo dedican 15 horas de la semana a las tareas del hogar y 48 horas al mercado laboral. “No podemos tener esta responsabilidad exclusiva que es solo cultural; de una cultura de género que tenemos que cambiar para que no exista una división sexual del trabajo”, dice Patricia Mercado. Desde su perspectiva, sin embargo, “los hombres que hacen política no lo ven como algo tan importante, pues están acostumbrados a que las mujeres siempre hemos cuidado”.

Para Carlos Bravo Regidor, “es paradójico” que el actual sexenio de López Obrador sea el que mayores avances haya visto en materia de paridad electoral y al mismo tiempo su gobierno haya puesto fin a ciertas políticas públicas relacionadas con los cuidados. “La cancelación de los refugios para mujeres víctimas de violencia, de las estancias infantiles y de las escuelas de tiempo completo son decisiones que tienen un impacto mayor en las mujeres”, comenta.

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La unidad como vía

La iniciativa de 2019, Paridad en Todo, fue aprobada gracias al consenso entre distintas fuerzas políticas de las dos cámaras legislativas federales. Ésta y las anteriores reformas constitucionales relacionadas con la inclusión de las mujeres en la política fueron una “conquista intrapartidaria y plural, donde estuvieron las mujeres de derecha y de izquierda”, comenta Flavia Freidenberg, también coordinadora de la Red de Politólogas #NoSinMujeres.

Dicha unión pluripartidista para avanzar en materia de igualdad de género ha comenzado a extenderse a los poderes locales. En el Congreso de Jalisco, por ejemplo, se integró en noviembre de 2022 la Bancada de Mujeres, donde participan 24 diputadas de siete partidos políticos con el objetivo de apoyarse para impulsar leyes con perspectiva feminista. Y aunque hasta la fecha no han logrado aprobar ninguna iniciativa, ya han puesto sobre la mesa algunas de las propuestas que consideran más urgentes, como la tipificación de la violencia vicaria y de las agresiones con ácido.

Además de impulsar la unión entre fracciones políticas, las mujeres que ya han alcanzado posiciones de poder deben ser vigilantes del buen cumplimiento de las normas en sus propios partidos, apunta Tania Martínez, ya que estas instituciones son las responsables de promover la paridad de género en las candidaturas. Incluso está establecido que deben destinar el 3% de su presupuesto para asegurar y fortalecer la participación de las mujeres en el espacio público y político. Sin embargo, dice Martínez, es dudoso que lo anterior se cumpla. A pesar de las reformas constitucionales, los partidos “siguen siendo muy patriarcales en sus formas de tomar decisiones”, considera Patricia Mercado.

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La excandidata presidencial comparte que, por supuesto, le gustaría ser testigo de la llegada de una mujer al Poder Ejecutivo de México, pues resultaría un cambio significativo “en términos simbólicos y aspiracionales para las niñas y las adolescentes”. Aunque coincide en que un cambio de cuerpo no se traduciría de forma automática en un cambio de política, sí cree que la cultura de género podría jugar a favor del país en el caso de que tengamos una presidenta: “Las mujeres hemos sido educadas para que nos importen los dolores de la vida cotidiana: la salud, la educación, los viejos, los niños, mientras que la masculinidad en la cultura de género está asociada al dinero, al poder, a la guerra, la violencia”. En cualquier caso, agrega, “lo que necesita el país no es tanto un cambio de sexo en la figura presidencial, sino cambios de prioridades y coordenadas que se traduzcan en mejoras significativas en la vida de los y las ciudadanas”.


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