Mexicanas que recuperaron empleos en la pandemia arrancan 2021 en la informalidad

Ante la crisis laboral por la pandemia, la recuperación de empleos formales ha favorecido mucho menos a las mujeres y se han visto empujadas a la informalidad.

Foto: Unsplash
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CIUDAD DE MEXICO Tras finalizar 2020, cifras y expertos evidencian que la pandemia del virus de COVID-19 ha recrudecido las condiciones laborales precarias que ya vivían las mujeres históricamente en el mercado laboral mexicano y lo poco que se está haciendo en cuanto a políticas púbicas para cambiar esta realidad.

Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) muestran que de los 5.4 millones de empleos femeninos que se perdieron en abril pasado por causa del primer confinamiento por la pandemia, se recuperaron 56.6% de las plazas a noviembre de 2020, mes del que se tiene el reporte de empleo más reciente.

En cambio, para los hombres, de los 7 millones de empleos que se perdieron en el primer mes de la pandemia en México, se recuperaron 89.3% de esos puestos.

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Además, los números muestran que la totalidad de los empleos recuperados por las mujeres han sido en el sector informal, es decir, no cuentan con prestaciones de ley ni acceso a seguridad social en servicios como salud y ahorro para el retiro.

La fuerza laboral masculina recuperó 750,000 empleos formales, los demás son informales.

“Lo que nosotros vemos es que pareciera que la crisis económica nos afectó a todos, pero sí vemos un efecto desproporcionado en las mujeres y el tipo de empleos que están teniendo. No han regresado a los niveles de empleo prepandemia, que de por sí ya eran bajos. Además, las mujeres no están regresando a sus mismos empleos y las más perjudicadas son las que están en puestos más vulnerables; básicamente las mujeres que están en la economía informal”, comentó Fátima Masse, directora de Sociedad Incluyente del Instituto Mexicano para la Competitividad.

Menos empleadas; más trabajadoras por cuenta propia

En entrevista para Dalia News + Media, Masse expresó que “podemos ver que a medida que se levantó la primera jornada de sana distancia en junio, se comenzaron a recuperar los empleos de los hombres mucho más rápido, mientras que en el caso de las mujeres eso sucedió hasta septiembre y a tasas más lentas.

Destacó, además, una tendencia: en la recuperación de empleo femenino bajó la cifra de mujeres que se declaran empleadas, es decir, subordinadas con un ingreso, pero se registraron brincos en el rubro de trabajadoras por cuenta propia y trabajadoras no remuneradas.

"Me parece que la estadística nacional está reflejando historias que hemos oído: mujeres que tenían un trabajo en un restaurante o en un hotel, los cuales cerraron. Pero como tienen que seguir trabajando, venden algún producto por su cuenta; o el caso de alguien que tiene que cuidar a los niño, para que otras mujeres u hombres puedan salir a trabajar. Esas mujeres están consideradas en la categoría de trabajadoras no remuneradas”, dijo Masse.

La investigadora comentó que del total de trabajadoras que laboran por cuenta propia, 80% son informales. En ese contexto, se hallan en una posición muy vulnerable, en la que tampoco tienen derecho a guardería o pensión en caso de un accidente.

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“Queremos que los empleos para las mujeres se recuperen, pero también la calidad de esos empleos, de lo contrario son mujeres empleadas en condiciones altamente vulnerables”, añadió Masse

Por otra parte, observó un incentivo perverso en la seguridad social, pues cuando el hombre tiene un empleo formal, afilia a su esposa e hijos, pero solo al componente de salud. La cónyuge no adquiere derecho a una pensión, ni incapacidad en el trabajo ni acceso a guarderías.

La desocupación impacta más en ellas

Lo que demuestran los datos que la desigualdad laboral preexistente en términos de género se agudizó en 2020, al perjudicar a las mujeres y privilegiar a los hombres sobre a quién se le otorga empleo y a quién no, comentó Máximo Jaramillo-Molina, socio fundador del Instituto de Estudios sobre la Desigualdad (Indesig).

Los hombres casi siempre son elegidos porque, dado que las mujeres siguen siendo en su gran mayoría las responsables de los cuidados del hogar, prevalece la falsa creencia de que renuncian o descuidan el trabajo por atender esa tarea.

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Esa situación ya existía antes de la crisis sanitaria; no obstante, se agudizó con la permanencia de los niños en casa ante el cierre de escuelas por la pandemia, aseguró Máximo Jaramillo-Molina, socio fundador del Instituto de Estudios sobre la Desigualdad (Indesig).

Jaramillo-Molina, creador de la famosa iniciativa en redes sociales Gatitos contra la desigualdad (@gatitosVsDesig en Twitter) en la que defienden posturas feministas y lucha contra “la narrativa de la meritocracia”, expresó que otro problema laboral histórico para las mujeres es la desocupación, no solo la abierta (aquellas personas que buscan activamente un empleo), sino también el desempleo que es oculto.

“Cuando comparamos a los desempleados abiertos, es decir, los que buscan un empleo activamente, parecería que es mayor en hombres que en mujeres. Pero cuando sumamos a ese indicador otros relacionados al déficit de empleo como la subocupación (personas con trabajo, pero que desearían laborar más horas para obtener más ingresos) y la población no económicamente activa disponible para trabajar (personas que no buscan un empleo, pero están dispuestas a tomar uno si se les ofrece), sale una conclusión contraria: que la desocupación tiene un mayor impacto en las mujeres que en los hombres", dijo a Dalia News + Media.

Lo anterior, de acuerdo con el sociólogo, concuerda con que hay muchas mujeres disponibles en la población no económicamente activa -también conocida como desempleo disfrazado- en gran medida por estar ocupadas en labores de cuidados en el hogar; motivo por el que no salen a buscar un empleo.

Esto se conoce como brecha laboral, que es la suma del desempleo abierto, la subocupación y la población no activa disponible para trabajar. Dicho dato se ubicó en noviembre de 2020 en 35.7% de la fuerza laboral femenina, en contraste con 27.9% de la fuerza laboral masculina.

Antes de la pandemia, la cifra en mujeres era de 23.8%, un porcentaje también más alto que en hombres, con 16.1 por ciento.

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La carga del hogar: el triste boom de la pandemia

Tanto Fátima Masse, del Imco, como Máximo Jaramillo-Molina, del Indesig, coincidieron en que la pandemia agravó otro problema histórico para las mujeres: la carga de trabajo doméstico y de cuidados, una situación que las ha imposibilitado para integrarse al mercado laboral.

“Las mujeres tienen una carga al interior del hogar de tareas domésticas y cuidados que es mucho mayor que la de los hombres. Básicamente, una mujer cubre tres veces más este tipo de tareas que los hombres y en el contexto de la pandemia este tipo de actividades ha aumentado porque vivimos una crisis de cuidados y estamos mayor tiempo en casa y eso ha implicado mayor trabajo para las mujeres”, dijo Fátima Masse.

Bajo el gobierno federal actual, un cambio en la política pública que perjudicó a las mujeres, especialmente a aquellas en la informalidad, fue la sustitución de las estancias infantiles por un programa de transferencias monetarias.

Jaramillo-Molina aseguró que esto fue negativo para las mujeres, ya que para ellas es más útil el beneficio de una guardería que contar con dinero que no alcanzar para pagar un servicio privado por su cuenta o la guardería se ubica muy lejos de su domicilio.

"Esto ha perjudicado la inserción laboral de las mujeres, especialmente para puestos de tiempo completo”, mencionó.

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Para la investigadora del Imco, la eliminación de las guarderías de gobierno generó que las mujeres tuvieran que buscar trabajos informales, donde pese a la falta de prestaciones de ley, los horarios son más flexibles y les permiten compaginar la carga laboral con las actividades domésticas y el cuidado de niños o familiares en el hogar.

Los especialistas consultados por Dalia News + Media coincidieron en que para aumentar la participación laboral de las mujeres es fundamental establecer una política pública contundente y efectiva de cuidados. De esa manera, tendrán menos impedimentos para integrarse a la economía, aportar a ella, obtener ingresos y mejorar su calidad de vida.

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