La mexicana que es un referente internacional de la arqueología: Linda Manzanilla

El autoliderazgo y el pensamiento crítico han sido el sello de la trayectoria de cinco décadas de Linda Manzanilla, una eminencia en estudios sobre Teotihuacan y primera mujer mexicana en ingresar a la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.

Linda Manzanilla
Linda Manzanilla, académica del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México y dos veces Premio Alfonso Caso a la Mejor Investigación en Arqueología. Foto: Cortesía

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CIUDAD DE MÉXICO. Desde temprana edad, Linda Rosa Manzanilla Naim descubrió su pasión por la arqueología, y con esa misma pasión mezclada con energía y optimismo trazó durante cinco décadas una sólida trayectoria -reconocida a nivel internacional- en ese campo científico. Esos tres componentes son pistas de una gran habilidad de autogestión y autoliderazgo, y quedan evidenciados en el brillo en sus ojos y en su amplia sonrisa cuando habla sobre sus proyectos y hallazgos en zonas arqueológicas de México, Egipto, Bolivia, Turquía o Israel.

“Yo me enamoré de la arqueología por los libros de texto gratuito que teníamos en la primaria en los años 60; estaban realmente muy bien hechos. Quedé fascinada cuando estudiamos historia universal y vimos algunas páginas de Egipto, Mesopotamia, la India y China. Así se despertó mi interés en investigar más sobre esas grandes civilizaciones”, rememora la académica del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el cual dirigió de 1998 a 2002.

Egresada de la Licenciatura en Arqueología y de la Maestría en Ciencias Antropológicas de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), considera que la infancia es la etapa idónea para estimular las vocaciones de las mujeres en las áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés) y que la labor de museos enfocados a la ciencia como Universum o el Papalote, ubicados en la Ciudad de México, es muy importante para ello.

El autoliderazgo no es el único soft skill o life skill que ha impulsado la carrera de Linda Manzanilla. Con la organización, el aprendizaje continuo y la disciplina ha logrado que sus investigaciones sean rigurosas y hayan rendido frutos, como la publicación de 32 libros en torno al surgimiento y el desarrollo de sociedades urbanas tempranas en Mesoamérica, la región andina, Mesopotamia y Egipto.

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Es preciso destacar que los life skills son habilidades no técnicas o blandas permiten a las personas interactuar de manera efectiva y armoniosa con su entorno y con otras personas. Se dividen en sociales, emocionales y cognitivas, y se han vuelto fundamentales en la búsqueda de talento por parte de empresas y organizaciones, pues tienen todo que ver con la cultura, la mentalidad, el liderazgo, las actitudes y los comportamientos.

“Soy obsesiva en cuanto al orden de los datos, de la información de campo, de la información de cada colaborador, de cada disciplina", cuenta Linda. ¡Doce cajas ordenaditas de archivos entregué al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) con las carpetas de campo de los sitios que he excavado en México! Todos, desde los años 70 hasta el Palacio de Xalla, en Teotihuacan, en la actualidad”, dice la arqueóloga, quien en 2003 se convertiría en la primera mujer mexicana en ingresar a la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.

Sus registros ahora forman parte del Archivo Nacional de Arqueología del INAH, inaugurado en el Museo Nacional de Antropología en agosto de 2023.

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Analítica, crítica y curiosa

Manzanilla ha liderado excavaciones en zonas como Cobá, Quintana Roo, y, de manera particular, en el Valle de Teotihuacan, en el Estado de México, en donde comenzó a excavar una aldea anterior a Teotihuacan, de 1974 a 1976, y donde ha realizado estudios desde 1985 hasta la fecha, ya como Investigadora Nacional Emérita, máximo nivel del Sistema Nacional de Investigadores.

También ha participado en proyectos en Tiwanaku, Bolivia; Maadi, Egipto; Arslantepé, Turquía; e Israel, como asesora del Proyecto Magdala.

El propósito de sus estudios ha sido arrojar luz sobre las primeras ciudades y estados arcaicos, a fin de rastrear los factores que intervinieron en su surgimiento, desarrollo y colapso.

Las ciudades que captaron su interés tienen características de excepción. “Hice mi tesis de maestría sobre el surgimiento de la sociedad urbana en Mesopotamia, y luego el doctorado en egiptología –en la Universidad París IV, Sorbonne–, porque me interesaba comparar los procesos de dos civilizaciones que están relativamente cercanas en el planeta, pero son muy distintas”.

Como ejemplo, menciona que en Mesopotamia surge la escritura como una herramienta de contabilidad, pero en Egipto es un medio para que el alma del faraón pase al más allá. “Es otra mentalidad, otro sello. Me interesaba ver por qué son tan distintas estas dos civilizaciones que estuvieron incluso en contacto temprano en su historia”, abunda la integrante de la Sociedad Filosófica Estadounidense y de la Academia de Ciencias de América Latina.

Para descubrir la forma de vida de una civilización ya extinta se requiere atención a los detalles y el pensamiento analítico que notoriamente posee Linda Manzanilla, quien integra e interpreta, con base en estrictos criterios científicos, todas las evidencias que encuentra en las excavaciones.

Esto le permite establecer cómo se organizaba una ciudad, cuál era su forma de gobierno, quiénes eran sus habitantes, de qué se alimentaban, cuáles eran sus actividades, sus rituales, qué productos consumían, cómo los comercializaban o con qué otros grupos establecieron contacto.

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Respuestas sobre Teotihuacan

La integrante de El Colegio Nacional ha respondido minuciosamente estas interrogantes sobre Teotihuacan a partir de sus investigaciones en Teopancazco, “un centro de barrio multiétnico maravilloso” ubicado al sur de la Ciudadela, donde habitaban nobles de rango medio y trabajaban principalmente con migrantes, y en Xalla, un palacio multifuncional de las élites gobernantes. Estas investigaciones integran el que considera su proyecto estrella en la zona, denominado Teotihuacan, élite y gobierno.

Son muchos los rasgos distintivos de este asentamiento urbano que abarcaba 20 kilómetros cuadrados y que era habitado por 120 mil personas, pero la característica excepcional que Linda Manzanilla subraya es su forma de gobierno. Planteó la hipótesis de que Teotihuacan no fue dirigida por un solo gobernante, sino que era una sociedad corporativa en la que había un Consejo de Gobierno de cuatro señores, procedentes de los cuatro distritos de la ciudad.

“Abrí la puerta de que alguno de ellos pudiera ser de otro grupo étnico para que los teotihuacanos no tuvieran un choque continuo con intereses de las minorías; probablemente pertenecía a la minoría predominante, la oaxaqueña”.

A raíz de sus excavaciones en Tiwanaku, en Bolivia, Manzanilla identificó que una característica en común con Teotihuacan es precisamente su forma de organización. “Supongo que en esa ciudad preincaica eran dos gobernantes, porque las sociedades andinas están divididas en lo que llaman mitades sociales”.

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Trabajo en equipo y alto grado de comuniación

La manera distintiva de trabajar de Linda Manzanilla ha sido integrando equipos interdisciplinarios e interinstitucionales con especialistas en antropología física, biología, química, física, geofísica y, más recientemente, genética, entre muchas otras áreas del conocimiento, lo cual aprendió desde sus inicios como ayudante de investigación en el Departamento de Prehistoria en INAH, dirigido por su profesor José Luis Lorenzo Bautista, destacado arqueólogo español exiliado en México.

“Ésa es la clave. No se trata de la multidisciplina en la que el arqueólogo hace su libro y solo pone apéndices sobre flora, fauna, etcétera. En la interdisciplina juntos interpretamos; todo está entretejido. Mis colaboradores van al campo, ven mis excavaciones, tratan de entender los contextos y después en el Seminario de Interpretación trabajamos cada espacio con sus áreas de actividad y sus entierros. Así nos entendemos cada vez más y compenetramos nuestros saberes”. Esto último requiere además una alta capacidad de comunicación efectiva.

Manzanilla, quien ha sido profesora visitante en la Universidad de Stanford, en California, funge entonces como una traductora e integradora que va engarzando los distintos lenguajes disciplinarios.

“Fuimos representando claramente qué nos dicen la química, la flora y la fauna en una cocina, qué nos dicen los instrumentos arqueológicos, las vasijas, las ollas de cocción, o sea, dándole sentido a una interpretación de esta sociedad, qué estaban haciendo en cada espacio. Y cuando ya tenemos todo el centro de barrio excavado, más de 1600 metros cuadrados, podemos ver sectores funcionales: el área ritual, el sector administrativo, el sector de la guardia del barrio, la clínica del barrio, la sastrería, las cocinas y almacenes para darles de comer a los trabajadores, la casa del administrador y su familia”, describe.

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En reconocimiento a sus trabajos en Teotihuacan, el INAH le ha otorgado en dos ocasiones –en 1994 y en 2013– el Premio Alfonso Caso a la Mejor Investigación en Arqueología.

“El estudio fue fabuloso, fue maravilloso, de tal manera que la Academia China de Ciencias Sociales, que otorga los premios más importantes a nivel mundial, nos dio en 2015 el Research Award del Shanghai Archaeology Forum por la investigación de la multietnicidad en Teopancazco”, cuenta entusiasmada.

En los años 90 también inició la excavación de cuatro túneles detrás de la Pirámide del Sol para entender cuál fue su uso. Encontró que los vestigios teotihuacanos ya estaban totalmente destruidos por las ocupaciones que llegaron después del colapso de la ciudad, en el año 570 de nuestra era.

A través de ese proyecto, la doctora Manzanilla se dedicó a entender cuáles fueron los grupos que saquearon la ciudad y los que llegaron a vivir sobre la ciudad abandonada: grupos Coyotlatelco, procedentes del Bajío; grupos Mazapa, relacionados con los toltecas tempranos; y grupos aztecas, adelanta.

Pronto podremos conocer a detalle esos nuevos hallazgos, pues se publicarán en noviembre de 2023 de acuerdo con la investigadora, en un libro de 1725 páginas. También serán revelados por Linda Manzanilla y sus colaboradores en un simposio en Estados Unidos durante el Congreso de la Sociedad Americana de Arqueología, en abril de 2024.

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