La discriminación por edad tiene altos costos y afecta a mujeres principalmente
El edaísmo no solo es una problemática que padecen personas adultas mayores.
CIUDAD DE MÉXICO. Bastaron unos tuits de la actriz Ana Martin sobre su sexualidad para que muchas personas le hicieran 'recordar' su edad, sus canas o que es “una señora”. Ella continúa publicando y se ha ganado el aplauso de muchas y muchos usuarios de internet.
Lo cierto es que el señalamiento constante que hace hoy la sociedad sobre la apariencia física y otros cambios que trae la edad -canas, arrugas, pérdida de musculatura y flexibilidad, o enfermedades que se asocian a la tercera edad- se erige generalmente en actos de discriminación.
En México, 45% de las personas mayores de 60 años considera que sus derechos son poco o nada respetados, y 18% cree haber sido discriminada (principalmente en la calle, en el transporte público y en la familia), según datos de la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).
Esta discriminación por edad lleva por nombre: edaísmo, y siempre esta dirigida hacia cualquier persona con motivo de su edad. Eso quiere decir que, aunque es más frecuente que sea enfocada hacia personas adultas mayores, una persona más joven también puede ser discriminada cuando se le niegan ciertas actividades solo por los años que tiene.
“La discriminación por edad se refiere a los estereotipos (cómo pensamos), los prejuicios (cómo nos sentimos) y la discriminación (cómo actuamos) dirigidos hacia las personas en función de su edad”, señala la Organización Mundial de la Salud (OMS). La organización indica que es un acto que puede ser realizado por instituciones o personas, y perjudican muchos ámbitos de la vida como el laboral, el doméstico, el sanitario, etcétera.
“La discriminación por edad contribuye a la pobreza y a la inseguridad financiera en la vejez, y una estimación reciente muestra que le cuesta a la sociedad miles de millones de dólares”, indica el informe Global Report on Ageism, de la OMS.
¿Cuánto dinero se pierde?
México puede incrementar su Producto Interno Bruto (PIB) en 52 mil millones de dólares si elevara la participación en el mercado laboral de personas entre 55 y 64 años de la actual cifra de 60% a 78% (la tasa de Nueva Zelanda), de acuerdo con el informe Golden Ages Index 2018, de PwC.
En el país viven 10 millones 517 mil personas en ese rango de edad, de las cuales 52.92% son mujeres. Además, hay 10 millones 321 mil personas mayores de 64 años, de las cuales 53.9% son mujeres.
Según Conapred, 41.1% de las personas adultas mayores vive en pobreza. Entre las principales problemática que vive esta población están la falta de oportunidades laborales, insuficiencia de pensión para necesidades básicas o la falta absoluta de una pensión.
“Estas cuestiones afectan principalmente a las mujeres mayores", pues dependen en mayor medida de otras personas para sostenerse como la pareja, hijas o hijos, etcétera, señala la institución.
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Generalmente, las adultas mayores no se incorporan nunca al mercado laboral porque adquieren responsabilidades de cuidado familiar desde jóvenes. Como resultado de ello carecen de una pensión, según el informe Discriminación por Razón de Edad, Perspectiva de Género y Protección de los Derechos Colectivos Laboral para Adultos Mayores, una Visión Mexicana albergada en la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
A ese problema se debe sumar otro señalado por la OMS en su informe Global Report on Ageism. Muchos planes crediticios discriminan a las personas mayores y especialmente a las mujeres, ya que no tienen ingresos independientes ni activos como terrenos o propiedades inmobiliarias que puedan otorgar como garantía. Eso les impide todavía más generar negocios o acceder a recursos.
La Conapred señala que por la falta de recursos económicos, muchas personas optan por acudir a empleos mal remunerados y en la informalidad, entre otras malas condiciones laborales.
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Precisamente en los últimos días ha estado en el ojo del huracán en México un tipo de ocupación para las personas de la tercera edad. Se trata del trabajo de empacadores de mercancía en los supermercados, lanzado hace algunos años por el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam) de más de 65 años.
La empresa Walmart anunció que no renovará dicho programa, a través del cual personas de la tercera edad se desempeñaban como empacadores de la mercancía de los consumidores en las cajas de cada supermercado.
La firma suspendió ese programa por varios meses debido a la pandemia de COVID-19. La compañía argumenta que la cancelación definitiva se debe a que los consumidores ya no quieren que sus productos sean tocados por varias manos en medio de la crisis sanitaria.
De acuerdo con reportes de medios, cerca de 35 mil personas se dedicaban a esta actividad, conocida popularmente como "cerillos" y bajo la cual los trabajadores solo reciben como único ingreso las propinas de los consumidores y no cuentan con alguna prestación social.
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Algunos ex empacadores se han manifestado en las calles, mientras que en redes sociales las personas han llamado a un boicot en contra de Walmart.
Lo cierto es que esta ocupación no se trata de un empleo formal que ofrezca oportunidades reales de crecimiento personal y económico para las personas.
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El edaísmo no discrimina
La discriminación laboral por edad no afecta únicamente a personas adultas mayores, sino incluso a población más joven.
De acuerdo con un estudio de la Asociación Mexicana por la No Discriminación Laboral por Edad o Género (ANDLEG), 55% de los anuncios de empleo tienen como edad máxima los 35 años.
Javier Vázquez Robles, representante de la organización, señaló que mientras que a las personas mayores se les niega el empleo por su edad, a los más jóvenes también se les niega por falta de experiencia.
“Aunque existe un marco legal que prohíbe esto, el gobierno no ha hecho casi nada, o los pocos organismos que existen no han podido hacer algo […] Vemos el perfil ideal que busca el empresario y el mismo gobierno, que está entre los 28, 30, 35 años, con cinco años de experiencia para ganar entre 8 y 10 mil pesos”, afirmó.
Aseguró que las personas no quieren interponer las demandas por discriminación laboral debido a la lentitud de los procesos judiciales y a que no hay una cultura de defensa de los derechos humanos.
En 2007 algunas personas sí interpusieron una demanda por daño moral a una empresa restaurantera debido a una convocatoria laboral publicada en un periódico para puestos de recepcionista y analista contables. La oferta mencionaba un rango de edad.
Después de años, amparos y una larga trayectoria legal, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) resolvió a favor de los demandantes, al considerar que, efectivamente, se había ejercido discriminación, por lo que ordenó una nueva sentencia.
“La discriminación suele apoyare sobre estereotipos o estigmas asociados a la edad. Para los jóvenes: inexperiencia, poca destreza o falta de pericia. Para los mayores: menor productividad, falta de adaptación a los cambios, dificultad para ajustarse a decisiones flexibles o menor capacidad de reacción”, señala el resumen del caso publicado por la SCJN.
Vázquez Robles contó que ellos han acompañado legalmente algunos casos y en un par de ello hubo indemnización económica; en otros, no se logró esa resolución.
Es obvio que la discriminación aumenta conforme las personas tienen más edad, hasta que se vuelven invisibles en términos laborales y productivos.
La investigación Ageist Language in Job Ads and Age Discrimination in Hiring, del IZA Institute of Labor Economics, señala que los solicitantes de empleo mayores de 64 años son quienes menos devoluciones de llamada reciben. La discriminación contra las mujeres mayores es mucho mayor.
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La enfermedad del estereotipo
Todos los días, en todos los lugares hay imágenes estereotipadas de mujeres y hombres como el ideal que las personas deben alcanzar. Están en la publicidad en las calles, en la televisión y hasta en los mismo productos que las personas adquieren.
La OMS ha señalado que ese entorno genera una presión constante por lograr esa apariencia física, socialmente aceptada, principalmente en las mujeres.
En 16 estudios, citados por el informe de la OMS, la discriminación por edad se asoció con síntomas de depresión. Y, específicamente en veteranos estadounidenses, con ansiedad e ideas suicidas.
“Las canas y las arrugas hacen que las mujeres parezcan poco atractivas en muchas culturas. Las mujeres también enfrentan una mayor presión que los hombres para ocultar los signos del envejecimiento mediante el uso de tintes para el cabello y productos antienvejecimiento”, indica.
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En algunas culturas, señala, la edad genera que las mujeres reciban acusaciones de brujería, se les niega el derecho a heredar o son condenadas al ostracismo social. En culturas como la mexicana también hay afectaciones como depresión o ansiedad al no cumplir con la norma social aceptada y a la que todos aspiran.
Muchas personas discriminan a las personas mayores debido a que tienen terror de llegar a esa edad, explica el documento.
“Las personas con un mayor nivel de ansiedad por el envejecimiento o miedo a la muerte muestran mayores actitudes de discriminación por edad [...] los adultos mayores representan una amenaza existencial para las personas más jóvenes y generan ansiedad por la muerte porque sirven como un recordatorio constante de la propia mortalidad y vulnerabilidad”, dice el documento.
Indica que las autopercepciones negativas cuestan en Estados Unidos 33.7 mil millones de dólares; los estereotipos negativos de la edad, 28 mil 500 millones, y la discriminación por edad, 11.1 mil millones. Estos datos evidencian la necesidad de poner en marcha acciones para reducir el edaísmo.
En la década de los 90, los programas televisivos mostraban adultos mayores representados negativamente; mientras que hoy los muestran subrepresentados y como los únicos responsables de mantener una salud óptima, dejando de lado la obligación de gobiernos y comunidades de proveer servicios suficientes y dignos.
De acuerdo con el documento, el temor al envejecimiento, la creencia de que el bienestar es un tema únicamente personal y los estereotipos, provocan que las personas mismas se autodiscriminen en la edad adulta mayor y se perciban indeseadas, rechazadas o traicionadas.
A esto se suma la discriminación de otras personas y la institucional (donde cabe la ejercida por el mismo Estado). El resultado es aislamiento y soledad.
Según Conapred, desde el mismo gobierno se observa a las personas mayores como destinatarias únicamente de políticas asistenciales y no de otras que los inserte en la vida económica, política y social. Esto abona a su aislamiento.
Este aislamiento, de acuerdo con el informe Global Reporte on Ageism, conlleva a problemas de salud físicos y/o mentales.
Pero el impacto no se detiene ahí, pues en el tratamiento de esas y otras enfermedades también asoma la discriminación médica.
La discriminación también enferma a los servicios médicos
En México según el último dato de Conapred de 2018 solo cuatro de cada 10 personas mayores (39%) tenían acceso a servicios de salud públicos. De ellas 31.5% utilizaban el Seguro Popular o los servicios de la Secretaría de Salud, 46.5% el ISSSTE, IMSS, los servicios de salud de PEMEX o similares.
Es decir, la cobertura es muy baja para atender las problemáticas de salud de las personas mayores.
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Por otra parte, la OMS advierte que las autoridades de salud de diversos países agrupan los datos médicos por edad, pero en el caso de personas adultas mayores solo lo hace como "mayores de 65" o "mayores de 60". Eso, advierte la organización, oculta la diversidad de personas mayores e impide generar estadísticas certeras de los padecimientos que se presentan a partir de ese rango de edad.
Igualmente señala que un factor importante de la discriminación médica es la prescripción inadecuada emitida solo con base en la edad y no en un diagnóstico derivado de los estudios correctos.
Otro tema derivado del edaísmo es la vida sexual de las personas mayores, un factor indispensable en su salud y bienestar, pero invisibilizado por la sociedad y en consecuencia, reprimido por la misma persona mayor.
“Aunque el día de hoy la [sociedad] mexicana constituye una población mayoritariamente joven, si no se crean espacios seguros y libres de discriminación para las personas mayores, en algunos años la mayor parte de las y los mexicanos experimentarán estas formas de exclusión”, asegura la Conapred.
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