3 emprendimientos de mujeres indígenas que debes conocer

Estas mujeres indígenas se han organizado colectivamente para dar vida a emprendimientos a través de los cuales obtienen sus propios recursos económicos y desarrollan habilidades blandas o life skills.

Fotos: Cortesías

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CIUDAD DE MÉXICO. En México, 1 de cada 10 mujeres pertenece a algún pueblo indígena, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Ellas, además de enfrentar retos sociales y económicos diferenciados por ser mujeres, también encaran otros retos muy específicos por ser indígenas. Algunas los han encarado creando empresas legalmente establecidas en las cuales emplean sus talentos, obtienen sus propios recursos, desarrollan habilidades blandas o life skills, y llevan su visión del mundo a otras regiones.

El panorama de las mujeres indígenas en el país es complejo. Tan solo algunos datos oficiales del Inegi (2020) y del Consejo Nacional de Población (2023) lo revelan:

  • 20% de las mujeres de 15 años y más residentes en hogares indígenas no sabe leer ni escribir.
  • 42% de las mujeres de 25 años y más en hogares indígenas no ha concluido ningún nivel educativo.
  • 32% de las mujeres de 15 años y más, apenas, es económicamente activa.

Cursa las eClasses, talleres, programas y masterclasses de Dalia Empower, especializadas en habilidades blandas -o life skills, como las llamamos en Dalia- como la comunicación, la negociación o la creatividad, así como en desarrollo de liderazgo con equidad de género e inclusión. Hazlo con la Membresía Dalia; descubre cómo

Aun con tal escenario, algunas mujeres deciden emplear su talento, sus conocimientos y su visión de unión con el medio ambiente en el uso y aprovechamiento de los recursos naturales y crean redes comunitarias a través de las cuales forjan emprendimientos.

En Dalia Empower nos acercamos a tres de estas redes comunitarias de mujeres para conocer sus historias de éxito.

Dalia es una organización global que transforma personas y empresas a través del desarrollo de habilidades blandas -habilidades de vida o life skills, como las llama Dalia- y de un acompañamiento hacia una cultura diversa, igualitaria e inclusiva.

1 Carpintería Lol Koopte’

Las mujeres integrantes de la carpintería Lol Koopte’. Foto: Cortesía

Con madera y herramientas, las mujeres de Lol Koopte’ han vencido el machismo que enfrentaban y han encontrado en su emprendimiento una manera de obtener recursos económicos, mientras se ayudan entre ellas y ayudan al medio ambiente.

Las ocho mujeres que conforman la empresa fueron invitadas por la comisaría ejidal Petcacab en el municipio de Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo, a conformar un proyecto de carpintería, utilizando madera que proviene de los residuos del aserradero ejidal. Es decir, lo que otras industrias consideran un desperdicio para ellas se convertiría en materia prima.

“Era raro a que una que le dé un apoyo a una carpintería de mujeres, porque pues las carpinterías siempre han sido para hombres y por eso nos atrevimos a meterlo y pues gracias a Dios pues nos apoyaron y ahorita, pues ya estamos trabajando”, contó Argelia Díaz Cauich, representante del emprendimiento.

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En 2018, 10 mujeres -de quienes actualmente permanecen ocho- solicitaron y obtuvieron el apoyo de la Comisión Nacional Forestal por ser una empresa que ayudaría al medio ambiente al fabricar muebles con residuos.

Hoy representan ya una carpintería que genera muebles y artículos decorativos para el hogar y que ha ganado premios, como el galardón Iconos del Diseño 2020 en la categoría Diseño Sustentable.

“Tuvimos capacitaciones y mucha ayuda de la gente del pueblo, pues aquí algunos estaban de acuerdo, pero pues algunos no, pues también existe el machismo porque, pues, una mujer siempre debe de estar en la casa y no en la carpintería. Por eso son, fueron muchos retos, lo que nosotros pasamos por primero, pues en nuestros hogares y ante la gente del pueblo. También demostrar que, pues las mujeres también sí podemos, este, trabajar en otra cosa que no sea el hogar”, expresó Díaz Cauich.

En la zona habían instalado algunos puntos de venta, pero debido a la pandemia de COVID-19 tuvieron que cerrarlos. En la actualidad, comercializan exclusivamente vía redes sociales, por lo que buscan reabrir esos espacios físicos para incrementar sus ingresos.

Lol Koopte’ no solo ha servido a las mujeres para obtener sus propios recursos, también les ha abierto otras puertas, pues han aprendido habilidades de las que dicen, antes carecían.

"He ido aprendiendo también a contestar las cosas y pues he ido aprendiendo mucho hablar en público […] aunque te pasas todo el día haciéndolo, no le sabes poner el precio porque pues tú mismo lo estás haciendo ¿no? También aprendemos en eso”, señaló Argelia Díaz Cauich.

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2 Hotel Taselotzin

Algunas de las integrantes del hotel. Foto: Cortesía

Las mujeres de la zona de Cuetzalan, en Puebla, tienen una larga historia en cuanto a agruparse con el objetivo de ayudarse unas a otras. Desde los años 80 se organizaron para combatir la violencia de género, reivindicar sus derechos y para conseguir recursos económicos a través de su herencia cultural y sus conocimientos.

Mujeres Indígenas que se Apoyan o Masehual Siuamej Mosenyolchicauni es el nombre -en su natal nahua- de la organización. Se enfocaba en la venta de artesanía textil, cestería y medicina herbolaria, al tiempo que fomentaba el conocimiento de los derechos de las mujeres.

“Nos dimos cuenta de que, por dedicarle mucho tiempo a la familia, a la casa y trabajo de campo, la mujer no tenía tiempo de estudiar. La mayoría de nuestras compañeras no sabía leer y escribir. Una primera acción que realizamos fue enseñarles a leer y escribir. Nos dimos cuenta de que en algún momento todas habíamos sufrido violencia y que era necesario trabajar sobre nuestros derechos para empezar a contrarrestar esas violencias”, contó la representante de la organización, Rufina Edith Villa Hernández.

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Hace casi 30 años, en 1995, las integrante de la organización se dieron cuenta que tenían otra oportunidad de negocio: explotar la zona como un atractivo turístico. Entonces fundaron el Hotel Taselotzin.

Villa Hernández señaló que en aquel momento los hoteles eran muy escasos en la región, en comparación con la actualidad, cuando ya abundan los espacios para hospedarse.

Las mujeres obtuvieron un crédito blando para construir las primeras habitaciones, cocina y demás espacios. Con los años y otros créditos, esas primeras instalaciones se expandieron con instalaciones como el temazcal y actividades como talleres o la venta de productos de otras mujeres.

“Llama la atención que es un hotel hecho por las mujeres; administrado por nosotras mismas y que tenemos un compromiso social, no solo con nuestras compañeras, sino también con la comunidad, y que tenemos un gran compromiso también con el cuidado del ambiente”, dijo la representante del hotel.

Contó que el complejo utiliza energía solar y materiales amigables para el medio ambiente, además de que hace composta. Por otra parte hace partícipes a los huéspedes de actividades sustentables. En cuanto a fuentes de empleo, genera 12 que son ocupadas principalmente por mujeres de la organización.

Mujeres Indígenas que se Apoyan está integrada por un total de 100 mujeres. Su mesa directiva se elige cada año, lo que da el turno a otras integrantes. Al tratarse de un emprendimiento comunitario, las utilidades son repartidas entre todas. Además, brinda espacios para que algunas de ellas puedan comercializar sus artesanías, de forma que es una oportunidad de derrama para la zona.

La colectividad, afirmó Villa Hernández, ha sido la clave para estas mujeres para sobreponerse a momentos difíciles como las pandemias -de influenza en 2019 y de COVID-19 en 2020- que provocaron cierres temporales del hotel.

“Hemos sabido administrar nuestro hotel porque, pues, a veces también una va previendo cómo se puede solucionar algún problema, qué se tiene; entonces, eso nos ayuda; el hecho de que pensemos más en colectivo que en la forma personal, individual, de cómo salir yo adelante, cómo salimos todas adelante”, sentenció.

Además de continuar administrando el hotel como hasta ahora, las integrantes de Taselotzin están implementando un programa para que las personas turistas puedan albergarse una noche con mujeres de la comunidad y conocer sus costumbres, comida y trabajo. Así buscan brindar una nueva experiencia que pueda atraer a más personas.

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3 Artesanías y preservación ambiental Artemali

Integrantes de Artemali. Foto: Cortesía

La montaña Malinche es el escenario en que nació esta empresa conformada por 14 mujeres, la cual busca también preservar el medio ambiente. Allí realizan vigilancia comunitaria, recolectan basura y hacen labor de concientización. Además obtienen su materia prima de lo que los árboles "botan".

“Es más allá de hacer artesanía; es comprometernos con la montaña, es comprometernos con el propio grupo y comprometernos para hacer las cosas diferentes. Es importante no solo vender por vender. Es justo llevar el mensaje de conservación, que las artesanías sean esa voz, ese vehículo que nos acerque a muchas personas […]; a la gente la invitamos a pensar en un consumo responsable y un consumo que sume al mundo”, dijo Socorro, una de las integrantes de la empresa.

Cada artesana utiliza los insumos que les regala el lugar para hacer sus propios diseños, ya sea para joyería o para artículos de decoración del hogar. Hace cerca de 15 años comenzaron a aprender cómo manejar su materia prima para convertirla en esas obras. Con el paso de los años han implementado diversas técnicas que ahora comparten con otros colectivos de mujeres de otras regiones.

Durante ese tiempo también han dado batalla al machismo. “Se tuvieron trabas, empezando por la mentalidad que todavía predomina en el pueblo de Tepatlaxco, Puebla, en el que el hombre es el que sale, el que provee, el que tiene que traer el sustento; y la mujer, dedicarse a sus hijos, al hogar, a quehaceres domésticos y las únicas salidas son al campo [...]; ésa fue la primera traba donde algunas compañeras los esposo no las dejaban salir al taller, o si teníamos que salir a alguna reunión o lugar se presentaba alguna dificultad para algunas”, contó Lourdes García.

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Por otra parte, ir a la montaña para ser sus vigilantes y obtener su materia prima les ha ganado críticas, afirmó, porque las personas relacionan esa actividad con un trabajo ‘de hombres’. En ese sentido, dijo, esto ha sido otro obstáculo que han librado.

Ser empresarias, por lo tanto, les ha hecho hacer frente al machismo comunitario; sin embargo, a muchas igualmente las ha llevado a romper con el machismo y la violencia en sus propios hogares.

“Yo soy una de las personas que al principio, para entrar a este grupo de Artemali, mi esposo no me dejaba entrar, pero ya una vez que le dije que tenía yo una oportunidad de trabajar, pues entendió y ahora me apoya mucho […]; pues existe mucho machismo que los hombres dicen: 'yo aquí mando, tú no vales nada'. Pero habemos mujeres que no nos dejamos y vamos implementando todo esto para que nuestro pueblo deje a un lado el machismo y las mujeres salgamos adelante”, sentenció Angela Torres.

Las artesanas comercializan productos en ferias locales y han llevado sus productos a países como Italia y Estados Unidos. Además, hacen trabajos bajo pedido. Por esa vía han recibido solicitudes desde Canadá.

“Me ha dejado mucho aprendizaje […]; puedo decir que soy empresaria, puedo decir que puedo tomar decisiones de voluntaria propia, sin esperar que alguien me tenga que decir qué puedo hacer y qué no puedo hacer. Perdí el miedo a viajar, perdí el miedo a hablar con otras personas y a tener mucho valor y creerme capaz de hacer las cosas […]; tengo 40 años y ahora estoy en la mejor etapa de mi vida”, sentenció María Crescencia Morales Morales, presidenta de Artemali.

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