Por qué te beneficia que México mida con perspectiva de género; ¿hoy lo hace bien?

Lo que no se mide, no se puede cambiar... Aunque México ha tenido importantes avances en la generación de estadísticas con perspectiva de género y es un referente, le queda un largo camino. Te contamos sobre sus 4 grandes pendientes.

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Foto: Shutterstock

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CIUDAD DE MÉXICO. ¿Para qué sirve que un país tenga estadísticas sobre su economía y su población? Para conocer cómo se encuentran y con base en ello, planear e implementar acciones efectivas que impulsen el crecimiento y desarrollo. ¿Y para qué sirve que esas estadísticas tengan perspectiva de género, es decir, que tomen en cuenta las diferencias y brechas entre hombres y mujeres? Para que la planeación e implementación, así como el crecimiento y desarrollo que persiguen, sean igualitarios y justos.

Gobiernos, empresas y otras entidades públicas y privadas solo pueden tomar decisiones efectivas, benéficas y que rompan las brechas de desigualdad, cuando se basan en la realidad, en lo que está ocurriendo. De ahí la necesidad de observar, medir y obtener números duros. Sin ello, las desigualdades se perpetúan y afectan de manera negativa no solo a quienes las viven directamente, sino a todas las personas.

Tan solo un dato como ejemplo. Con base en una estimación de la consultora McKinsey, el Instituto Mexicano para la Competitividad ha estimado que si en el país disminuyera la brecha de género y más mujeres tuvieran un piso parejo que les permitiera integrarse al mercado laboral y a la economía, de modo que su participación creciera hasta ser igual que la masculina, se generarían hasta 810 mil millones de dólares adicionales en 2025, una cifra equivalente a 70% del Producto Interno Bruto. Sería un dinamismo económico que, sin duda, traería beneficios a todas las personas.

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¿Y cómo estamos midiendo en México?

Sin embargo, aunque México ha avanzado en generar estadísticas con perspectiva de género, aún le queda un enorme trecho por andar, de acuerdo con las fuentes consultadas por Dalia Empower.

Hoy, es todavía imposible conocer varios factores relevantes sobre el peso económico y social de las mujeres y, ni se diga, de las personas de la diversidad sexual. Por ejemplo, hoy no se puede conocer qué diferencia hay en el uso del tiempo entre una mujer que cría sola, una que lo hace con su pareja o cuando su pareja es otra mujer. Tampoco existen datos sobre la participación de las mujeres en la cultura o cuáles son las afectaciones diferenciadas que viven por el cambio climático. En cuanto a familias diversas, no hay estadísticas sobre su composición.

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“Una política pública es la solución a un problema público. [La ausencia de datos o datos correctos] hace que esa solución esté mal planteada y que entonces nunca logremos atender correctamente el problema”, explicó la experta en datos y creadora de la iniciativa R-Ladies Xalapa, Marcela Dolores Osorno en entrevista para Dalia Empower.

“Necesitas identificar esos problemas para, justamente, desde el inicio del diseño de las políticas públicas, incorporar ese conocimiento para que puedas desarrollar estrategias de intervención que permitan revertir esos sesgos que reproducen justamente estas desigualdades estructurales”, dijo por su parte la especialista en generación y análisis de datos, Jeli Camacho, también en entrevista para la plataforma de educación continua especializada en life skills (habilidades blandas), equidad de género, inclusión y diversidad.

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¿Por qué medir a "hombres y mujeres" es insuficiente?

“Incorporar la perspectiva de género en la producción estadística supone interrogarse sobre cómo determinados fenómenos impactan de forma diferencial a hombres y mujeres; esto es, revelando situaciones de desigualdad en los distintos ámbitos de la vida de las personas”, señala la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

México ha avanzado en estadísticas con perspectiva de género. Hoy ya genera algunas relacionadas con la violencia contra las mujeres, como la Encuesta Nacional de Dinámica en Relaciones de los Hogares (Endireh), elaborada por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística, que es el órgano responsable de generar estadísticas oficiales en el país. Además, muchas otras encuestas hacen la segmentación de hombres y mujeres, explicó para Dalia Empower, Alejandra Ríos Cazares, directora general adjunta de Desarrollo, Análisis e Indicadores del Inegi.

Sin embargo, admitió, no es suficiente con hacer ese desglose. Producir estadísticas con perspectiva de género implica mucho más, como la elaboración de una metodología (procedimiento de investigación) específica, la creación de cuestionarios específicos o la manera en que se analizan los datos obtenidos. En ese sentido Jeli Camacho señaló a manera de ejemplo que las mujeres y los hombres tienden a responder de manera diferenciada las mismas preguntas. Por eso, advirtió, cuando se habla de estadísticas con perspectiva de género se habla de todo un proceso de investigación atravesado por esta visión, de principio a fin.

“Mira, cuando hablamos en particular de estadísticas con perspectiva de género, estamos hablando de un ejercicio que atraviesa toda la actividad estadística y, entiéndase, la actividad estadística en un sentido amplio: desde tu diseño en cuestionario, hasta la última etapa, que tiene que ver con la difusión y conservación de la información. Entonces, digamos que más allá de la desagregación por sexo, las estadísticas con perspectiva de género incorporan otro enfoque no solo analítico, sino de diseño de los propios instrumentos, encuestas, en sus registros administrativos", señaló.

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Solo de esa manera se visibiliza la desigualdad que viven las mujeres y las personas de la diversidad sexual, comentó Marcela Dolores Osorno de R-Ladies Xalapa. Además, un factor elemental de la perspectiva de género es la interseccionalidad, es decir, las diferencias que existen entre las mismas mujeres, de acuerdo a su origen, lugar de residencia o pertenencia étnica, entre muchas otras.

“[Se tienen estadísticas] en el tema de la economía, pero quizá ahora, complejizando desde la interseccionalidad, hay que sumarle cómo está el tiempo [cómo usan su tiempo] de las personas que se identifican como trans respecto a las mujeres cis; lesbianas con las mujeres heterosexuales; y empezar justo a complejizar más y ver qué hay [tiempos de] cuidado, incluso, diferenciados y que afectan de manera diferenciada a las personas”, detalló.

Explicó que las activistas que han estado trabajando en la iniciativa del Sistema Nacional de Cuidados basan los datos en la encuesta que hoy existe sobre el uso del tiempo; no obstante, se encontraron con que hacen falta algunas variables adicionales y las interseccionalidades para poder determinar qué está sucediendo.

Ríos Cázares dijo que el Inegi ya está trabajando con la sociedad civil justo para determinar los temas que urgen e ir construyendo más y mejores estadísticas con perspectiva de género, pero encuentran fuertes retos.

“De no medir algo a medirlo mal, probablemente es mejor no medirlo. Porque, si no, puedes sacar inferencias incorrectas y el uso del tiempo, en particular, es una metodología de una discusión internacional importante: ¿Como lo mides? ¿Cómo te pregunto? ¿Cómo haces tu día? ¿Te hago solamente una encuesta? ¿Te pido un diario por hora? ¿Te pido un diario por actividades? Te estoy dando nada más un ejemplo”, indicó.

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Las estadísticas cambian y se amplían

Fue en la década de los 70 cuando se incorporó la demanda de que las estadísticas tuvieran el desglose por hombres y mujeres, comentó Camacho. Hasta ese momento se comenzó a considerar necesario y, además, se hizo necesario también medir la violencia que enfrentan las mujeres.

Actualmente, se lleva a cabo la Endireh, que de acuerdo con la directora de desarrollo, análisis e indicadores del Inegi, es un ejemplo a nivel internacional y conlleva un gran esfuerzo. No obstante, por una parte, a esta encuesta le falta incorporar variables como orientación e identidad sexual. Por otro lado, hay muchos más tópicos y problemáticas que viven las mujeres en distintos ámbitos que deben medirse y no se está haciendo.

Osorno comentó que esto se debe a que el abordaje de la equidad de género es relativamente reciente y apenas se han comenzado a tratar sus múltiples aristas y demandas. “Hay temas todavía pendientes, como puede ser sobre derechos sexuales y reproductivos. Específicamente, por ejemplo, en aborto; estos temas que todavía son tabú en la sociedad”, mencionó. La salud mental y las discapacidades en las mujeres, con su respectiva intersecionalidad, tampoco han sido incorporados en las estadísticas, o el impacto diferenciado del cambio climático, por mencionar algunas de esas aristas.

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¿Es fácil tener más y mejores estadísticas?

Reto 1: El complejo reto de fijar una metodología

Los datos con perspectiva de género urgen, pero generarlos no es sencillo pues cambiar la manera de medir lo que noy se mide, exige muchos cambios estructurales, dijo Ríos Cázares.

“Entiendo la posición de muchas organizaciones de la sociedad civil, que tienen la necesidad [de mejores datos] y la impresión de que hace falta más información y sí, sin lugar a dudas, hace falta mucha más precisión y mucha más información. Nos hace falta información, por ejemplo, de cómo es el desarrollo en términos de infancia, no solamente en el ámbito de violencia, sino en general, pero eso conlleva una metodología muy, muy específica”, afirmó.

Detalló que cambiar la metodología, o sea, los procesos de investigación, implica llevar a cabo una serie de discusiones y trabajo tanto al interior del organismo como con la sociedad civil y con interlocutores internacionales. Es un gran reto para el Inegi, pero es la única manera de establecer una nueva metodología correcta y efectiva; de lo contrario, se corre el riesgo de hacer mediciones defectuosas y obtener datos alejados de la realidad.

En ese sentido, recordó un caso práctico: un par de baterías de la Encuesta Nacional de Culturas Cívicas que tenían "la explícita intención de capturar lo que sabemos que ocurre en términos de liderazgo local de las mujeres”. Y explicó: "Era importante diseñar la encuesta de tal suerte que lográramos recuperar el tipo de liderazgos que tienen las mujeres: liderazgos vecinales. Entonces, si nosotros nada más nos íbamos por contralorías sociales; municipales, por ejemplo, usualmente [las mujeres] están bloqueadas para participar en esas contralorías sociales, pero no en los liderazgos vecinales; entonces se estructuró".

2. Reto 2: ¿Y el dinero?

Hacer cambios en una encuesta ya diseñada requiere recursos obviamente lo mismo aplica para encuestas nuevas. “Se tiene que tomar en consideración que cada pregunta que se incorpora a un programa de información, a una encuesta, incluso a un censo, tiene que tener una justificación muy sólida, porque cada pregunta que tú añades impacta en el tiempo de la entrevista, el tiempo de la entrevista impacta en cuánto tiempo, valga la redundancia, va a tomarle al entrevistador o la entrevistador llevar a cabo esa entrevista. Eso impacta, a su vez, en cuánto tiempo te va a tardar el operativo y eso impacta... y así te vas para arriba”, indicó.

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Ahora, el Inegi no es el único generador de información oficial en México. Incluso en algunos rubros utiliza información que generan los estados o municipios para procesarla y tener indicadores sobre lo que sucede con algunos aspectos de la vida.

Reto 3: El desorden de otras instituciones y entes

Por ello, Camacho comentó que uno de los principales retos es que los registros de información realizados por otras entidades -por ejemplo, entradas y salidas de algún lugar público, solicitudes de apoyo o gestiones realizadas por gobierno- están mal estructurados en términos de perspectiva de género y se les da poca importancia. Por lo tanto, el llenado de encuestas o formularios generalmente es incorrecto, al igual que el procesamiento de los datos.

Un ejemplo de ello son los registros de visitas a museos y otros recintos culturales. Si se realizaran de manera correcta y con perspectiva de género, permitirían conocer más acerca del tiempo de ocio de la población y la diferencia entre hombres y mujeres. Pero, o no se tienen o no se llenan correctamente y no incorporan la perspectiva de género; o no se procesan ni se resguardan. Si se recolectaron, son datos que jamás se aprovecharon.

Reto 4. Municipios invisibles

Otro problema que se tiene, señalaron las expertas, es que no hay data a nivel municipal y eso dificulta la toma de decisiones y la política publica en los territorios.

“En materia de mediciones con perspectiva de género creo que un área muy, muy importante es la generación de datos en el ámbito local. O sea, si bien encuentras datos agregados de las entidades, difícilmente encuentras, a nivel municipal, datos que te hablen más allá de la desagregación por sexo de todos los matices que implican estas desigualdades”, señaló Camacho.

Por otro lado, lo cierto es que en los municipios se carece de personal que tenga el conocimiento en estadística y el tratamiento de datos, subrayó Osorno. La relevancia de contar con profesionales en el tema es que los municipios son el gobierno más cercano a la población y, tan solo en materia de violencia contra las mujeres, algunos tienen la declaratoria de Alerta de Violencia de Género, pero si desconocen qué sucede y cómo en su territorio, no podrán implementar medidas que funcionen.

“Si no tenemos datos correctos, por ejemplo, en el orden municipal, pues quizá cuando hagamos política municipal no la vamos a hacer tan fina o tan específica, que nos permita, uno, diagnosticar bien el problema y, dos, en el supuesto de que lo diagnosticamos bien, monitorearlo”, afirmó.

México es referente, pese a lo que falta

A pesar de que el país tiene carencias respecto a estadísticas sobre mujeres y diversidad sexual, la realidad es que se trata de una de las naciones que mayor avance tiene en la materia.

Camacho explicó que por esa razón el país forma parte del grupo de estadísticas de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, donde ha formado parte de trabajos en esa materia como la Agenda Regional de Género en América Latina y el Caribe.

“México, en América Latina y el Caribe, es digamos, pionero en estas temáticas porque coordina dos de los grupos interagenciales más importantes en la generación de datos, que es el grupo de trabajo de estadísticas de género de la CEPAL y el Comité Técnico Especializado de Información con Perspectiva de Género [del Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica, donde se reúnen las dependencias federales]”, señaló.

“Nuestra función es generar una información que permita no solamente conocer a México, sino ponerlo en perspectiva comparada y, por ejemplo, mientras estamos hablando, hay un trabajo en curso para generar una guía para la transversalización de la perspectiva de género en los sistemas estadísticos nacionales, donde participa el Inegi. Tiene un liderazgo particular, y esto es para la Conferencia Estadística de las Américas de la CEPAL”, dijo Ríos Cázares.

Otro país, añadió Camacho, con buenas prácticas en la materia es Colombia que tiene guías, manuales y algunos lineamientos para incorporar la perspectiva de género en sus instrumentos para recopilar la información y procesarla. También está Argentina, que hace accesible la información a las personas a través de aplicaciones que son mucho más amigables y sencillas de utilizar.

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