Los retos de las cuidadoras, ante la falta de un sistema de cuidados en México

El síndrome del 'cuidador quemado' es una de las problemáticas. En México, el trabajo de cuidados no remunerados lo hacen principalmente las mujeres.

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Foto: Shutterstock

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CIUDAD DE MÉXICO. Ante la falta de un sistema nacional de cuidados en México, las propias familias suelen asumir la responsabilidad de llevar a cabo este trabajo sin recibir remuneración, lo cual implica menores ingresos para las personas responsables, cansancio, desgaste físico y mental, así como poco o nulo tiempo disponible para ellas mismas.

Además, el trabajo de cuidados no remunerado es asumido generalmente por mujeres, es decir, se ha feminizado. Aída, Marta o Rosalba, son algunas de esas mujeres, quienes han cuidado de sus mamás o sus nietos, y atestiguan la forma en que el sistema de cuidados -cuya iniciativa de ley sigue detenida en el Congreso de la Unión- podría ayudar a solucionar los problemas diarios que ellas mismas enfrentan.

Esta actividad es tan importante, que incluso, desde 2014 se conmemora el Día Internacional de las Personas Cuidadoras -tanto profesionales como familiares- cada 5 noviembre.

Entérate: Sobre cómo ser parte de la Comunidad Dalia y acceder a su oferta de educación continua en life skills (habilidades blandas), equidad de género, inclusión y diversidad

En el país, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reporta, con datos de 2019, que las mujeres de 12 años o más, dedican 30.8 horas promedio a la semana a las labores domésticas, mientras que los hombres en el mismo rango de edad registran 11.6 horas semanales. Al trabajo de cuidados, ellas dedican 12.3 horas a cuidados directos (vigilancia directa sin que puedan llevar a cabo otra actividad) y 28.8 horas a cuidados pasivos (pueden llevar a cabo otras tareas). Los hombres, en cambio, emplean un promedio de 5.4 horas de cuidados directos y 12.9 horas de cuidados pasivos.

Otro reporte del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) reveló que en 2020, las tareas del hogar y de cuidado ejecutadas por la población de 12 años o más tuvieron un valor que asciende a 6.4 billones de pesos, equivalente a 27.6% del Producto Interno Bruto (PIB).

El cuidador 'quemado'

“Muy fuerte. La verdad es que el desgaste emocional también. Lamentablemente, por la misma situación, no dispongo de tiempo para hacer ejercicio, para mis necesidades personales. Es agotador. Además, físicamente, en las noches despertarse varias veces para apoyarla a ir al baño y pues, te merma, y de ahí viene el cansancio emocional”, contó Aida Sánchez Croda para Dalia Empower, el proyecto de educación enfocado en life skills, las llamadas habilidades blandas, equidad de género, diversidad e inclusión.

Ella cuida a su mamá, una mujer de 87 años que vive con alzheimer avanzado que limita su movilidad y requiere siempre apoyo para comer. Es decir, su estado exigen mayores atenciones.

“La situación de los días, cuando está ella muy inquieta, que no logras captar su atención con nada, te llega a cansar, a estresar. Y hay momentos en que quieres jalarte los pelos, buscar un pequeño momento de tranquilidad que no pienses en nada. Tienes que buscar la forma de abstraerte de esa situación porque sí es terrible. De ahí viene que he estado leyendo y escuchando en internet, en algunos grupos, que hablan del síndrome del cuidador quemado, que es precisamente cuando el cuidador está totalmente agotado y rebasado por la situación del paciente”, contó Aida.

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Durante algunos periodos el cuidado de su mamá se ha turnado a alguna de sus hermanas, de acuerdo con la disponibilidad de tiempo de cada una. Sin embargo, para todas este trabajo de 24 horas resulta igual de agotador a nivel físico y emocional.

En algún momento han pensado en contratar a algunas persona que realice el cuidado de día, de modo que ellas puedan hacer sus porpias actividades, pero el costo es muy alta para ellas y no pueden cubrirlo, de acuerdo con lo que cuenta Aida.

Un trabajo sin paga

En una situación similar se encuentra Martha (cuyo nombre fue cambiado para este reportaje a solicitud de ella misma). Es la cuidadora principal de su mamá, una mujer de 78 años y a quien la memoria comienza a fallarle al grado de dejar la estufa encendida cuando intenta cocinar. Por esa razón, debe estar acompañada todo el tiempo.

Martha trabaja como veterinaria, pero cuando los problemas de memoria de su mamá comenzaron a aumentar y exigieron mayores cuidados, se vio en la necesidad de disminuir sus horas laborales como profesional y con ello, disminuyeron también sus ingresos.

Aunque comparte el cuidado con algunas de sus hermanas, ella es quien vive con su madre y, por lo tanto, es la principal persona que vela por su bienestar.

“Trabajo, regreso y en la tarde estoy con ella. No soy la única. Somos dos o tres hermanos que estamos al pendiente de ella; de dar su medicamento, que no se le olvide. Porque normalmente se le olvidan las cosas. A veces deja las cosas en la lumbre [de la estufa]. Hay que estar al pendiente de ella. Y más o menos así es esa mi situación o nuestra situación [...] Yo, por ejemplo, trabajaba de ocho o nueve de la mañana a ocho de la noche. Ahora el trabajo ya no es así. Es de 10 de la mañana u 11 de la mañana a 4 o 6 de la tarde. Entonces, sí ya varía un poquito el proceso de hacerlo de manera independiente”, señaló en entrevista Dalia Empower.

Su mamá también es hipertensa y diabética, y dado que ella olvida tomar los medicamentos para esos padecimientos, otra persona debe estar pendiente de los horarios indicados para administrarle los fármacos.

Martha asegura que la asistencia de una tercera persona que se dedicara a cuidar a su mamá sería ideal, es algo que no contemplan porque se trata de un alto costo que no pueden absorber.

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Martha no es la única que se ha visto en la necesidad de recortar sus ingresos económicos para dedicarse al cuidado no remunerado. Rosalba es otro ejemplo de cómo la ausencia de un sistema nacional de cuidados en el país. Hoy cuida a su nieto de 10 años, pero hace más de 10 años que comenzó a hacerse cargo de sus nietos, cuando su hija se separó de su marido y entró a trabajar de manera fija y remunerada. No obstante, su pequeña requería vigilancia y compañía. Entonces, Rosalba comenzó a cuidar de la niña.

En aquella época, Rosalba se dedicaba justamente a cuidar a otro niño, una actividad laboral por la que recibía una paga. Pero al comenzar a cuidar también a su nieta, la demanda de tiempo se volvió insostenible para ella y al final tuvo que dedicarse al cuidado de un solo infante.

Las mujeres realizan al menos 2.5 veces más trabajo doméstico y de cuidado no remunerado que los hombres, por lo que tienen menos tiempo para dedicar al trabajo remunerado o trabajan más horas combinando trabajos remunerados y los que no lo son, de acuerdo con ONUMujeres. Esa organización de Naciones Unidas señala que el trabajo no remunerado que hacen las mujeres sufraga el costo en cuidados que sustenta a las familias, apoya a las economías y, a menudo, suple las carencias en materia de servicios sociales.

"Mi hija se divorció y tuvo que trabajar. Yo tenía que hacerme cargo de la niña y yo ya no podía al niño que cuidaba, que no era nada mío; ir a recogerlo a la escuela, o ya no podía hacerlo porque tenía que atender a mi nieta y también iba al kinder y eso”, contó Rosalba a Dalia Empower, quien comenta que hoy su nieta ya va a la universidad.

En la actualidad, Rosalba no tiene aún un trabajo remunerado. Su sostén económico es su esposo. Es una de las 28 millones 821 mil 476 mujeres que pertenecen a la población no económicamente activa en México, contra los 11 millones 436 mil 025 hombres en esa situación, según datos del Inegi.

Pero la falta de recursos propios no es lo único que enfrenta Rosalba. Hoy, cuenta, ya no tiene la misma energía que tenía cuando criaba a sus hijas; ésa que necesita mucho porque el cuidado es un trabajo muy demandante y de tiempo completo.

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“Uno ya tuvo los hijos, ya son grandes. [Hoy] ya son nietos y ya no tiene uno la misma energía [...]. Pasa y lo deja en la escuela [a su nieto]. Yo me apuro a los quehaceres de preparar la comida cuando llega él. Voy por él para darle de comer, hacer tareas, a natación, llevarlo, recogerlo, preparar las cosas que se lleva”, indicó.

Urge el sistema de cuidados

En algunos otros países se han creado sistemas de cuidados que incluyen personas cuidadoras de manera remunerada para adultos mayores o espacios en donde pueden estar quienes requieren compañía, así como otros esquemas a través de los cuales el Estado, las empresas y las familias llevan de manera conjunta el cuidado.

Pero en México ese tipo de iniciativas no avanzan, aunque a nivel constitucional ya fue aprobado el derecho a los cuidados y también fue aprobada por la Cámara de Diputados la iniciativa para crear un sistema nacional. Pero ha estado en el Senado desde 2020 a la espera de ser discutida y votada. De convertirse en ley, esta fijaría recursos, programas y formas en que operaría el sistema de cuidados en todo el país.

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Mientras tanto, Aida, Martha y Rosalba dicen que es urgente que México empiece a tomar los ejemplos de otros países.

“Sería algo muy bueno porque realmente la cantidad de adultos mayores en nuestro país, creo que afortunadamente va en aumento, con el aumento de la expectativa de vida y, por otra parte, lamentablemente no siempre es en las mejores condiciones físicas. Entonces hay una gran necesidad de quienes se dediquen a eso. Si el gobierno nos pudiera apoyar con eso, sería magnífico [...]. He visto en algunos grupos de Facebook algunos comentarios de algunas personas que están ahí, precisamente, que comentan de algunos apoyos que reciben de sus países”, afirmó Aida.

“Estoy de acuerdo con eso porque, en sí, que haya una persona pendiente y que puedas hacer tus actividades, puedas generar, puedas trabajar, y que alguien esté pendiente aparte de ti, de tu familia. Porque no la estás abandonando, pero que alguien esté pendiente. Si otra persona, en este aspecto, te apoya, pues mejor. Sería mucho mejor”, dijo Martha.

“Afortunadamente hay personas como mi hija que es una fortuna que la familia los puede apoyar, pero muchas veces no las hay o no están dispuestos a hacerse responsable de un niño. Entonces yo creo que sí debería haber un programa de apoyo o ayuda a esas personas. Muchas veces las personas no tienen la solvencia económica para pagar y entonces es una cuestión que debería haber un programa de apoyo para las mamás que no tienen quien se los cuide y deberían pagar para que se los cuidaran”, afirmó Rosalba.

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