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CIUDAD DE MÉXICO. El arte y oficio de contar historias y de escribir, se piensa comúnmente como uno que requiere solo de imaginación y conocimientos literarios, pero esa idea está lejos de la realidad. Este oficio requiere del dominio y la práctica permanente de la curiosidad, la escucha y la observación; algo que puede ser todo un reto en un mundo desbordado de estímulos, aunque para la escritora mexicana Alma Delia Murillo esta práctica es su día día.

"Escribir no es escribir; escribir es escuchar, es observar, es espiar al otro, es incluso guardar silencio y, de ahí, es que se va alimentando la cosa. Y luego, la imaginación, es cuestión de dejarla salir", dice en entrevista, a propósito del lanzamiento de su masterclass titulada La Libertad de Elegirnos a Nosotros Mismos, disponible en línea bajo la Membresía Dalia de Dalia Empower. el proyecto de educación continua especializado en life skills -las llamadas habilidades blandas- equidad de género, diversidad e inclusión.

La curiosidad, la escucha activa y la observación son, de hecho, elementales para aprender cualquier cualquier cosa, desde una ciencia hasta una habilidad de vida. Y también para aprehender el mundo, es decir, para captarlo, para comprenderlo, como lo hace la autora.

Otra particularidad de este oficio, al menos como lo ejerce Alma Delia Murillo, es la obligatoriedad de la soledad y el silencio como condición para crear; para tejer los observado con la imaginación. Y así, en un cuaderno especial y con un lápiz especial -subraya ella misma- crear páginas y obras ficción -como El Niño Que Fuimos o Tiembla-, que concectan con la realidad y con las personas lectoras. Soledad y silencio, como cosas que cada vez se desean y se buscan menos, y que más bien son vistas con recelo, desprobación y hasta miedo.

Entérate: Sobre cómo ser parte de la Comunidad Dalia y acceder a su oferta de educación continua en life skills (habilidades blandas), equidad de género, inclusión y diversidad

De godín a escritora

Pero hace más de 10 años, Alma Delia se encontraba en un punto muy lejano de la escritura, aunque asegura, siempre ha sido, desde que tiene memoria, una amante de la literatura y de los libros, y que éstos prácticamente le salvaron la vida.

Murillo nació el 5 de noviembre de 1977 en la periferia de la Ciudad de México. Es la menor de siete hermanos. Desde muy joven, y durante 20 años, trabajó en el mundo corporativo de la moda. Pero esa vida no la hacía feliz. Fue muy trabajadora, dice; sin embargo, poco a poco su inconsciente le comenzó a decir que algo no estaba bien. Empezó a tener problemas de salud, a llegar cada vez más tarde a trabajar y a experimentar niveles de estrés inmanejables.

Entonces, decidió dejarse guiar por su amor a los libros y por su intuición: hizo un curso de escritura con el filósofo, ensayista, narrador y poeta mexicano, Oscar de la Borbolla. Aquella experiencia la convenció de tomar una decisión “kamikaze”, como ella misma menciona: renunciar a todo lo que era y tenía en ese momento, escribir su primer libro y comenzar a tocar puertas.

“Renuncié a todo: al ingreso, al bono de productividad, al chofer, al coche, al vale de despensa; renuncié a todo para a escribir [...] y anduve suplicando por las editoriales a ver quién me lo quería publicar y así empezó", recuerda la creadora, quien se autonombra como una “godín en rehabilitación”.

En entrevista con Dalia, Alma Delia explica que la vulnerabilidad y el autoconocimiento están también en su lista de habilidades que la guían y que la han llevado a ser escritora, guionista, periodista y dramaturga con 10 años de trayectoria y con cinco libros publicados: Damas de Caza (2010), L_as Noches Habitadas_ (2015), Tiembla (2018), El Niño Que Fuimos(2018) y recientemente La Cabeza de Mi Padre (2022).

Las mujeres: sus pilares

Su pulsión narrativa la comenzó a desarrollar desde que era muy pequeña -dice-, cuando escribía a su madre, a quien solo tenía oportunidad de ver los fines de semana. Igualmente cada semana, Alma Delia relataba en una carta lo que le había sucedido en esos días en que estaba lejos de ella. Sobre esa costumbre, la autora expresa que en ese momento, siendo una niña, no lo sabía, pero la palabra escrita estaba siendo el medio a través del cual se estaba construyendo y fortaleciendo el vínculo emocional con su madre.

De hecho, las mujeres de su familia son los pilares fundamentales de su vida. Su madre, su abuela y sus tres hermanas han influido en su forma de narrar, de mirar el mundo e, incluso, su forma de escribir.

“Todas las familias tienen a un narrador, toda tribu escoge alguien que va a contar su historia. En mi caso, coincide con ser la hija menor; me toca observar la historia de los demás y contarla".

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Y ahonda más en ello. “Escribir es mi modo de estar en el mundo, escribo por una necesidad muy profunda de contar". Pero también acepta su rol como mujer escritora en el impulso a otras mujeres de letras como ella. Aún son pocas, dice, las mujeres que ocupan el "espacio público contando desde nuestro punto de vista el mundo, y mientras más mujeres estemos ahí, por lo menos aportamos una experiencia [...] Me gusta asumir la responsabilidad que implica el abrirnos paso entre nosotras”.

Ser feminista duele

Hace cinco o seis años Alma Delia habría dicho que no era feminista. A su parecer, el término está muy estigamatizado y se le relaciona únicamente con conflictividad, asexualidad o ciertas características físicas como corporales. Pero una feminista no necesariamente es así, comenta la autora, quien hoy sí se dice feminista, pero depilada, que cree en el amor y gusta de los labiales rojos.

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No por ello no es consciente, dice, de que las mujeres han aprendido por milenios a agradar, sobre todo a los hombres, y en esa vía se mueven sus vidas. Agradar es un verbo que a las mujeres se les enseñan desde pequeñas, expresó.

“Luego te vas volviendo adulta y vas teniendo perspectiva y conciencia, y dices: ¿Cómo no voy a hacer a ser feminista en un país como éste, que está en una emergencia humanitaria; en donde asesinan a 11 mujeres cada día? ¿Cómo no voy a ser feminista y pelear para que la brecha salarial se reduzca? ¿Cómo no voy a ser feminista si me doy cuenta de que en todas la industrias nos hemos quedado siempre al margen porque no nos han dejado participar?"

Murillo considera que su postura feminista se ha ido construyendo al comprender la realidad, asumir las experiencias propias y, por supuesto, al escuchar a otras mujeres. Es un proceso de conciencia paulatino y doloroso, subraya.

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Leer es el placer de no hacer nada

Lee por placer, porque te da la gana, porque es una travesura, porque es robar tiempo a un día productivo. Esa es la recomendación principal de la escritora.

“La lectura para mí es una experiencia vital y es muy jodido que nos hayan casi que vacunado contra las ganas de leer. Porque en la escuela nos enseñaron a que leer era estudiar y leer no es estudiar; leer es un placer".

"Cuando yo estaba leyendo en mi casa y era chiquita, mi mamá me gritaba: ¡Alma Delia, ve por las tortillas, no estás haciendo nada!. Y por eso leo, porque leer era estar haciendo nada", cuenta.

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Y cuando se trata de libros, la autora comparte dos recomendaciones. La primera es una novela llamada Cometierra, que es el primer trabajo de la autora argentina Dolores Reyes, escritora contemporánea, madre de siete hijos:

“Es una novela fantástica y durísima… el valor de la obra, por supuesto que es innegable, su calidad literaria; pero también está el valor de decir que una mujer con siete hijos ha publicado una primera novela que la está rompiendo en el mundo, y eso es algo para reconocernos entre nosotras”.

Otra recomendación, que precisamente podría ser una buena introducción al feminismo, es la obra ¿Será que soy feminista? de la escritora Alma Guillermoprieto, cronista, ensayista, periodista, profesora y bailarina mexicana.

“Me gusta porque se lo pregunta [si es feminista]. Y ella va explorando su propia duda a lo largo del libro. Es chiquito, muy digerible, pero también duro y a la cabeza”.