Las mujeres llegan más vulnerables a la edad de retiro por la brecha de género

La desigualdad laboral no solo golpea el presente de las mujeres sino su futuro y en la última etapa de la vida cuando la salud suele deteriorarse.

Foto: Pixabay
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CIUDAD DE MÉXICO. La edad de retiro es otro momento en la vida de las mujeres que es vulnerado por la brecha de género. Un bajo monto de su pensión o bien la falta de ella es la evidencia y es resultado de la diferencia salarial entre hombres y mujeres, una maternidad sin políticas de protección laboral y empleos precarios por la que optan para no descuidar sus labores domésticas y de cuidados.

“En las pensiones se ven reflejados una serie de brechas de género que ocurren a lo largo de toda la historia laboral”, dice Fátima Masse, directora de Sociedad Incluyente del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco).

La experta explica que una mujer tiene trayectorias laborales un tercio mas cortas que los hombres; además, gana menos y tiende a optar por trabajos con mayor flexibilidad, muchas veces en el sector informal, donde no cuentan con acceso a una pensión.

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En principio, un dato revelador: 56% de la población femenina de más de 15 años de edad no participa en actividades remuneradas, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, correspondiente al segundo trimestre de 2021. “No tienen autonomía económica y no pueden tomar la decisión de ahorrar para su retiro”, señala Masse.

Como parte de la población ocupada, 57% de los trabajadores informales son mujeres, y por definición no acceden a prestaciones. Por lo tanto, no cotizan ante un instituto de seguridad social ni ahorran para el retiro.

En total, 33 de cada 100 mujeres en México no tienen acceso a la seguridad social, según el reporte más reciente sobre la pobreza del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

Detrás de ese porcentaje hay situaciones particulares que orillaron a ese sector de la población a estar en la informalidad o a no tener un trabajo remunerado, algunas de las cuales tienen que ver con el hecho de ser madres.

Pero las mujeres que tienen un empleo formal y una cuenta de ahorro para el retiro no escapan a las afectaciones por la brecha de género.

“La edad de inicio de la vida laboral, la expectativa de vida, la densidad de cotización, el componente salarial, son factores que profundizan la brecha entre hombres y mujeres”, señala Gerardo Chavarría, gerente de Metodología y Asesoría Comercial de Sura México.

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Trayectorias interrumpidas

El tiempo que una persona cotiza a lo largo de su vida en México, es decir, la densidad de cotización, es de 44.3 por ciento. En otras palabras, “el trabajador promedio pasa menos de la mitad de su vida laboral en el sector formal de la economía”, según un reporte del Banco de México.

De acuerdo con la más reciente reforma al sistema de pensiones en el país, bajo el esquema de cuentas individuales de ahorro para el retiro es necesario acumular 750 semanas de cotización en 2021 para acceder a una pensión. Pero cada año este requisito aumenta 25 semanas hasta llegar a 1,000 semanas en 2031.

Para las mujeres cumplir con esa condición es más complicado porque sus trayectorias laborales se ven interrumpidas de manera más frecuente que las de un hombre. Además, inician más tarde su vida laboral.

Gerardo Chavarría advierte que los hombres empiezan a trabajar tres años antes que las mujeres, a los 20 años, y las mujeres a los 23. “Ahí está la primera brecha, tres años en los que no hubo cotización ni semanas reconocidas para las mujeres”.

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Si posteriormente las mujeres deciden ser mamás, los días que están de incapacidad antes y después de parir, alrededor de 12 semanas, no se suman a su cotización ante el IMSS o el ISSSTE. A esto sea suma que algunas mujeres deciden, en muchas ocasiones, quedarse a cuidar a su hijo y ya no regresar a trabajar.

Prácticamente la mitad de las mujeres que se encuentran trabajando de forma remunerada dejan de hacerlo al tener hijos o hijas, según el estudio Madres Trabajadoras y COVID-19, que elabora el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

“Por su propia decisión, la mujer sale de actividad laboral; al regresar no lo hace en las mismas condiciones salariales y merma su cuenta individual para efecto del saldo de su retiro”, señala Chavarría.

Algunos investigadores refieren este fenómeno como una penalización las mujeres por ser madres que profundiza la ya identificada y estudiada brecha salarial, es decir, la diferencia en el monto de ingresos que perciben hombres y mujeres por un trabajo similar. Según el monitor Mujeres en la Economía, del Instituto Mexicano de la Competitividad, la brecha salarial es de 13%, en contra de las mujeres.

El fenómeno se recrudece entre menor sea el nivel de ingresos. “Las madres de ingresos altos enfrentan una penalización salarial de 10% en contraste con los padres; para aquellas de bajos ingresos, la penalización salarial es de 40%”, refiere Raymundo M. Campos, académico del Colegio de México, en una investigación.

Vivir más no es vivir mejor

En México, las mujeres viven en promedio 78 años, cinco años más que un hombre, algo positivo pero que aumenta la presión en el tema de la pensión para el retiro, porque al vivir más, las mujeres requieren mayores recursos que un hombre. “El dinero que se acumula para el retiro debe financiar los años que nos falta por expectativa de vida”, señala Chavarría.

Cuando al llegar a la edad de retiro una mujer recibe su pensión vitalicia, el monto tiene que repartirse entre un mayor número de años, por lo que, anualmente recibirá una cantidad menor que un hombre.

Sin un ahorro suficiente para el retiro, las mujeres están expuestas a una situación muy vulnerable en un periodo de la vida en la que la salud suele deteriorarse. La pobreza es una situación previsible si no se encuentran alternativas para esta población, advierte Fátima Masse, del Imco.

Según el Coneval, actualmente 80% de las mujeres en México padecen algún grado de pobreza o vulnerabilidad por ingresos o carencias sociales.

Entre las posibles soluciones a la vista está una posible reforma de pensiones que no descuente las semanas de cotización por maternidad y que se facilite a las empresas la contratación de mujeres en modelos de trabajo flexibles.

Chavarría sugiere la incorporación voluntaria al régimen obligatorio del IMSS, como una alternativa para cubrir los periodos de cotización que se dejaron de pagar.

“Es importante corregir cuanto antes las brechas de género que se ven en las dinámicas laborales”, advierte Masse.

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