Gobernar en México cuando eres mujer: dos pioneras narran el machismo en la política

Ivonne Ortega y Amalia García, mujeres políticas pioneras en México, contaron anécdotas sobre el machismo que han enfrentado.

Foto: Dalia Empower
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CIUDAD DE MEXICO. Desde amenazas de muerte hasta críticas por su vestuario e, incluso, cuestionamientos por no hacer política en las cantinas, son algunas de las situaciones que han vivido mujeres que han hecho una carrera política en México y llegaron a puestos de poder en tiempos en que la perspectiva de género no figuraba en la agenda pública.

Ivonne Ortega, primera gobernadora electa por voto popular en el Estado de Yucatán y Amalia García primera gobernadora mujer en Zacatecas, contaron algunas anécdotas al respecto durante el conversatorio 50+1, organización civil de mujeres políticas y académicas que buscan la paridad en los espacios de la política nacional.

María Elena Orantes y Margarita Alemán fueron las moderadoras del diálogo virtual.

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Desde el 3 de julio de 1955, cuando por primera vez las mexicanas gozaron de derechos políticos electorales, es decir, derecho para votar y ser votadas, y hasta la fecha solo nueve mujeres han sido gobernadoras; algunas nombradas de manera interina.

Ellas son Griselda Álvarez Ponce de León, Beatriz Paredes, Dulce María Sauri, Rosario Robles, Amalia García, Ivonne Ortega, Claudia Pavlovich, Martha Erika Alonso y Claudia Sheinbaum.

La expriista y ahora candidata por Movimiento Ciudadano a diputada Federal, Ivonne Ortega, aseguró que al principio de su carrera política, cuando fue alcaldesa de su municipio Dzemul, en Yucatán, tenía que demostrar que podía hacer las mismas actividades agrícolas que desarrollaban los hombres -como atender ganado o realizar la extracción de sal- para ganarse la confianza de la gente.

Ortega era carnicera y tenía su puesto en un mercado de su localidad. Eso le permitió ver las necesidades de la gente; desde algo tan simples como un drenaje que, a su decir, nunca arreglaban los alcaldes en turno, hasta otros detalles que le hicieron reflexionar sobre el quehacer de la administración pública con mirada de mujer y la llevaron a buscar el cargo por la alcaldía de su municipio siendo ella una joven.

“Cuando le dije a mi mamá que quería ser presidenta municipal, no me quería dejar porque en esa época, en el 96 [1996], era casi un pecado que las mujeres participaran en la política”, expresó

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Al compartir un consejo para aquellas mujeres que buscan cumplir con éxito sus objetivos, la exgobernadora mencionó que no renuncian a su voluntad y que se convenzan primero a sí mismas de su potencial y desempeño, y luego convenzan a los demás.

Cuando Ortega terminó su periodo como alcaldesa de Dzemul, su partido la buscó para lanzarla a una diputación local. Ella apenas había terminado la secundaria con 26 años de edad. A los 29 llegó a ser diputada federal y, posteriormente, a los 33, se convirtió en senadora.

“El problema de la política es que creen que no puedes hacer lo mismo que los hombres. Que es cosa de hombres y a los hombres no se les cuestiona”.

Ya para 2007, luego de ser elegida gobernadora, aseguró que al hacerle frente a la inseguridad y a la delincuencia en su estado, recibió amenazas, por lo que tuvo que sacar a su familia del país y enviarla al extranjero.

“Me tiraron 12 cuerpos decapitados en Yucatán”, recuerda y narra que se sentía culpable porque "como mujer se tiene un instinto o sensibilidad que los hombres no tienen al gobernar".

También, mencionó que los estereotipos de género están muy enraizados en la política. Por ejemplo, contó que sus asesores le recomendaron que los pronunciamientos o anuncios sobre seguridad pública no los hiciera ella sino el secretario de Gobierno del Estado o, en su defecto, si ella los realizaba, que un uniformado la acompañara durante la comparecencia para “no mostrar debilidad”.

“Los negocios se hacen en las cantinas”, les decían

En el caso de Amalia García, quien fue la primera gobernadora de Zacatecas (2004-2010) y presidenta del PRD, aseguró que cuando ocupó el cargo de diputada por el entonces Distrito Federal, enfrentó grandes retos y amenazas cuando estuvo a cargo de la Comisión Policial y de Seguridad, en tiempos en que el cuerpo policiaco de la capital mexicana alcanzó muy altos niveles de corrupción.

“Eran épocas muy fuertes en que estaba el 'Negro Durazo', y dije: Voy dar la batalla en contra de la corrupción policiaca. Cuando me inscribí para presidir la Comisión de Seguridad, siendo diputada por el Distrito Federal [...] toqué temas que se supone que eran exclusivos de los hombres que estaban en el poder"

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Amalia contó que a ella, al igual que a Ivone Ortega, le lanzaron una frase sexista muy popular: "Los negocios se hacen en las cantinas”, con la cual se hace referencia a que los temas de gobierno y poder no los resuelven las mujeres.

Cuando fue gobernadora de Zacatecas nombró a una mujer como encargada de la seguridad del estado con el objetivo de revertir la mala fama de la policía ministerial estatal de ese entonces.

Pero los integrante del cuerpo de seguridad rechazaron una autoridad femenina. Fue tal el rechazo que hubo manifestaciones y hasta se cometió un atentado en contra de la entonces jefa policial.

“Ellos [los policías] cuestionaban: '¿Por qué tenemos que ser dirigidos por una mujer?'”.

Recordó que también fue escandalosa la presencia de mujeres en el Instituto Estatal Electoral y en el Poder Judicial local.

Ya como diputada federal por el PRD en la LIV legislatura comentó que cuando los temas de hostigamiento sexual y violación en contra de las mujeres se empezaron a posicionar por primera vez en el debate parlamentario, las diputadas de los partidos recibían burlas y descalificaciones.

“Nos decía un reconocido abogado que éramos un grupo de diputadas bien feas que nadie seguramente se iba a acercar a nosotras a decirnos un piropo”, expresó.

Amalia García aseguró que sus compañeros legisladores decían que el tema del hostigamiento sexual era un concepto anglosajón y un extranjerismo, y que en México era una forma de cortejo y parte de la cultura.

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Pese a las críticas y oposición de sus compañeros hombres en el Congreso, las diputadas de todas las fuerzas parlamentarias unieron fuerzas y presentaron una iniciativa para modificar el Código de Procedimientos Penales. Así, en 1989 y por primera vez en la historia de México, se hicieron las reformas para tipificar la violación como un delito grave.

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