El lado bueno del Síndrome del Impostor
Confiar en una misma todo el tiempo no es una obligación y puedes aprovechar los momentos en que dudas de tu capacidad para seguir creciendo.
CIUDAD DE MÉXICO. Desde hace tiempo se ha popularizado el concepto del 'Síndrome del impostor o impostora' para referirse a las dudas que suelen asaltar a las personas sobre sus capacidades para llevar a cabo una tarea o un trabajo, y que les despiertan la sensación de ser un 'fraude' e 'impostores' porque comienzan a considerar que no está preparadas ni tienen el conocimiento para ocupar cierto cargo o llevar a cabo una actividad específica.
Este síndrome ha sido estudiado y es más frecuente en las mujeres. El reporte Advancing the Future of Women in Business: A KPMG Women's Leadership Summit Report reveló en 2020 que 75% de las mujeres ejecutivas encuestadas lo había sufrido en algún momento de sus carreras; 84% creía que era experimentado por otras mujeres, y 81% consideró que las mujeres tienen más presión sobre sí mismas para evitar que fracasen.
De acuerdo con la psicóloga Sahory Calderón, en realidad el Síndrome del Impostor no está reconocido oficialmente como una patología, es decir, como un padecimiento psicológico o psiquiátrico, pues aún no se han realizado estudios suficientes y específicos sobre ello. Sin embargo, este sentimiento o percepción existe y puede derivar en el desarrollo de sintomatología relacionada con estrés, depresión o ansiedad, los cuales sí son padecimientos de salud mental y requieren tratamiento médico, ya que pueden paralizar a la persona y evitar que continúe con su crecimiento profesional y personal.
“Hay una patologización de todo últimamente, desde bebés hasta adultas. A todo le ponemos síndrome. No sería un error, pero si es una mala información porque en realidad todavía no se ha estudiado a nivel clínico el síndrome de la impostora. Lo que es cierto, es que pudiera acarrear sintomatología a nivel psicológica como ansiedad y depresión, sobre todo en mujeres”, explicó a Dalia Empower.
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Una vez aclarado este primer punto, Sahory Calderón agrega que tener dudas de sí misma o de sí mismo puede traer algunas cosas positivas. Por ejemplo, 66% de las encuestadas por KPMG señaló que cuando había promociones de cargos en sus lugares de trabajo, les asaltaban las dudas sobre sus propias capacidades y entonces sabían que era el momento de salir de su zona de confort y esforzarse más por cumplir las metas.
Sentirse como una 'impostora' también abre otra posibilidad, la necesidad de conectar con otras mujeres o buscar mentoras que refuercen que se tiene lo necesario para cubrir las expectativas. De ello surge entonces una construcción de redes de apoyo y mentoría.
Por ello, añadió Calderón, es necesario que colegas y amigas destaquen las fortalezas de sus compañeras, así como lo valiosas que son para que sean conscientes las habilidades y conocimientos por los cuales ocupan los puestos laborales que tienen y por qué pueden ocupar otros cargos más altos.
Esto coincide con la encuesta realizada por KPMG a 150 ejecutivas nominadas por sus CEO. El 47% de ellas dijo que sus sentimientos de duda resultaban de que no esperaban alcanzar el éxito logrado y 72% recurrieron a consejos, mentorías o asesorías de confianza cuando dudaban de su capacidad.
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Está bien dudar de ti
Sentirse bien, ser positiva, confiar en una misma todo el tiempo, no es una obligación, dijo la psicóloga. Es válido dudar y es válida también toda la gama de sentimientos que derivan de ello, añadió. “Hay una falsedad alrededor de todo este positivismo porque justamente es un tema incluso capitalista [que te dicta] 'Tienes que tener una autoestima súper alta, acéptate tal y cual eres; ámate […] es como regresar la culpa a la mujer o a la persona que está pasando por esto; es como: 'Si no crees en ti, no vas a poder hacer esto; en esta idea de que lo que vibras es lo que atraes”, señaló.
Perder seguridad brinda, además, una oportunidad de vida valiosa a las personas: parar un momento, respirar y hacer un análisis de la situación de exigencia o autoexigencia en que se hallan; algo que ocurre más a las mujeres, quienes de pronto se ven ahogadas por un intenso rendimiento que es imposible cumplir.
Bianca Pérez, integrante de la asociación civil Sorece, coincidió al señalar que la vorágine de la vida moderna puede ser agotadora, pues exige todo el tiempo una mayor preparación y producción. Y el momento en que surge el Síndrome de la Impostora es ideal para replantearse lo que se está haciendo y cómo. “Nos empezamos a exigir el máximo; dar todo todo el tiempo, hasta quedarnos con esta impresión de agotamiento, de sentirnos vacías, de sentir que nunca es suficiente; entonces ahí es importante trabajarlo desde este análisis de lo social”, afirmó.
“El hecho de experimentar el malestar que te produce este síndrome ayuda a replantearte quién eres, por qué estás aquí y qué necesitas; cómo volver a poner los pies en la tierra, cómo conectarte de nuevo con tus propias necesidades y dejar de vivir en automático”, sentenció.
Calderón menciona que observar el entorno en el que se vive e identificar de dónde parten las inseguridades, puede ayudar también a mejorar la calidad de vida y a poner en terreno saludable la autoexigencia, la cual, es fomentada por el sistema patriarcal. “Si nos empezamos a dar cuenta de que el problema viene de la inseguridad y todo lo que quieras [a nivel interno], pero un poco también de afuera, esto da a nuestra psique un poco de calma; como un: 'Ok, el problema no soy yo', y entonces puedo solucionarlo más fácil”, aseguró.
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