10 red flags de que tu perfeccionismo boicotea a tu equipo y a ti

La exigencia extrema solo retrasa procesos de trabajo y obstruye la creatividad; como resultado, te ‘quema’ a ti y a las personas a tu alrededor.

Foto: Shutterstock

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CIUDAD DE MÉXICO. Como líder de equipos, ¿apruebas proyectos hasta que cumplen al 100% con tus parámetros? ¿Supervisas cada parte del trabajo y luego, cuando ya está completo, lo revisas varias veces y aún tienes dudas e, incluso, realizas cambios de última hora? Son señales de que tienes un fuerte talante de liderazgo perfeccionista, una característica que puede ponerte en riesgo a ti y las personas que colaboran contigo.

La psicología define el perfeccionismo como un rasgo de la personalidad que marca una tendencia a demandar en otros y en una misma, un nivel muy alto de desempeño, muchas veces superior a lo que exige la situación.

En el mundo del trabajo y de los negocios, “cierto perfeccionismo es necesario para el éxito laboral”. Generalmente, el o la perfeccionista es “alguien analítico, cauteloso y que va a luchar por la excelencia; además es alguien que rinde cuentas”, comenta en entrevista para Dalia Empower, Nora Taboada, coach de liderazgo y desarrollo ejecutivo, también fundadora de AFE Liderazgo Consciente.

Dalia Empower es una organización global que transforma personas y empresas a través del desarrollo de habilidades blandas -habilidades de vida o life skills, como las llama Dalia- y de un acompañamiento hacia una cultura diversa, igualitaria e inclusiva.

Es verdad que la conducta disciplinada y perfeccionista “te da productividad, eficiencia y una mirada detallista”; sin embargo, también debemos reconocer que esos rasgos de personalidad llevados al extremo pueden desembocar en rigidez, “tortuguismo” y privación de la creatividad, advierte Gabriela Escamilla, directora de Marketing de Relaciones en Natura Avon México.

Derivado de los modelos tradicionales de división del trabajo –generalmente verticales o jerárquicos—, es frecuente encontrarse con el talante perfeccionista en el mundo profesional o en los negocios, pero lo importante es identificar el grado de perfeccionismo de la persona y evaluar cómo le afecta en lo individual, a su equipo de trabajo y a los resultados que se entregan.

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Perfeccionismo sano y neurótico

“Los estudios más recientes hablan de dos tipos de perfeccionismo: el adaptativo y el desadaptativo. A uno podemos llamarle el perfeccionismo normal y al otro le podríamos llamar el perfeccionismo neurótico”, explica Taboada.

En el tipo adaptativo, el líder o lideresa se impone metas elevadas, se esfuerza por conseguir sus objetivos y logros, siente satisfacción por su desempeño, se da tiempo para recuperarse y celebrar su éxito. La persona también sabe adaptarse a las circunstancias y puede ser flexible.

Pero en el caso del perfeccionismo desadaptativo o neurótico, el líder o lideresa se impone estándares muy altos e inflexibles, hace todo lo necesario para conseguir sus objetivos, pero es una persona rígida, incapaz de disfrutar sus logros, tiene una insatisfacción crónica, vive con incertidumbre y duda de sus propias capacidades.

Detrás de estos comportamientos está la necesidad emocional de controlar una situación o a la gente, pero la líder o el líder tienen que darse cuenta que la “perfección no existe” ni en el trabajo ni en los negocios, porque “siempre hay algo qué mejorar o cambiar”, advierte Gabriela Escamilla, que también ejerce como capacitadora de “top sellers” y emprendedoras en Natura Avon.

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“Liberar las cosas cuando estén perfectas limita el tiempo para entregar las soluciones que se necesitan en el negocio o el trabajo […] Si quieres ser quien entregue perfecto, como líder evitas que la gente pueda tener buenas ideas, apoderarse del proyecto y traer cosas fuera de la caja. Además, el equipo vive en el estrés”, agrega Escamilla.

En este sentido, si te das cuenta que eres muy perfeccionista, la recomendación consiste en que misma hagas un análisis personal y aprendas a regular esa conducta.

La disciplina y la perfección te ayudan a ser eficiente en el cumplimiento de tus tareas, pero en el mundo de hoy eso es insuficiente, porque se requieren habilidades adicionales, conocidas como blandas o life skills, como las llama Dalia Empower. Entre esas habilidades están: flexibilidad, agilidad, resiliencia, capacidad de resolver problemas y de formar nuevos liderazgos.

El estudio Mujeres de Alta Dirección en México 2023, de la empresa de consultoría KPMG, muestra que 49% de las ejecutivas encuestadas manifestó tener deseos de crecer profesionalmente y de desarrollar nuevas competencias. Además, 43% reconoció que pretende ser un modelo a seguir para otros profesionistas y abrir espacios a nuevas generaciones, lo cual indica que reconocen la necesidad de formar a los líderes del futuro.

Pero en aras de conseguir estos objetivos, la gran mayoría de las mujeres ejecutivas –una proporción de 62%— aceptó que su éxito dependerá principalmente de su capacitación y del desarrollo de nuevas competencias, lo cual incluye la adquisición de conocimientos técnicos y de habilidades blandas. De modo que no te limites solo con ser disciplinada y exigente, porque eso representa solo una parte de tu “maletín de herramientas”.

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¿Cómo saber que tu perfeccionismo es tóxico?

Según Nora Taboada, éstas son las señales que comienzan a prender “focos amarillos” y comienzan a sabotear a ti a tu equipo:

  1. Impones estándares elevados y mides en función de un ideal, en lugar de comparar con resultados del pasado.
  2. Nunca puedes relajarte y vives constantemente con agotamiento físico; aunque todavía disfrutas los logros.
  3. Adoptas un criterio rígido y estático.
  4. Crees que no eres suficientemente apta, es decir, tienes el “síndrome de la impostora”.
  5. Renuncias a priorizar tareas porque “todo es importante”

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Cuando el perfeccionismo ya es claramente “tóxico”, los “focos rojos” de emergencia son:

  1. Llevas una “jueza interna” que desacredita todo y lo expresa en voz alta. Tu autoestima es baja.
  2. Necesitas del reconocimiento y la validación de otros.
  3. Te sientes físicamente exhausta porque “el trabajo pesa mucho”.
  4. Elevas tus expectativas en todos los ámbitos de tu vida, no sólo en las relaciones laborales, sino también en las de pareja, hijos, etcétera.
  5. Te niegas a reconocer logros y a disfrutarlos.

¿Cómo puedes regular tu perfeccionismo?

Lo primero es aceptar que toda obra humana es perfectible, pero que siempre hay un límite y que es necesario hacer un corte para cumplir con los plazos de entrega, considera Gabriela Escamilla.

También es importante aprender a confiar en los demás, a trabajar en equipo y delegar responsabilidades para no terminar exhausta. Otro consejo básico es entender claramente qué trabajo piden los mandos superiores o clientes, porque el perfeccionista puede tener la tentación de imponer su criterio, considera Escamilla.

Pero si la tentación perfeccionista continúa, Nora Taboada tiene una solución: hay que establecer “niveles de calidad” para cada proyecto o actividad que se pretenda hacer en una escala de 1 a 5. “Por ejemplo, definir qué puntaje de perfeccionismo debe llevar una carta o un escrito para mi jefe, puede ser nivel 2. Pero si es un documento al cliente, nivel 3; si es al equipo, nivel 4, y si es a los directivos y a la luz pública, nivel 5”, sugiere Taboada.

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También se puede hacer una lista de requisitos básicos o “checklist” de las condiciones que debe tener una actividad o tarea –por ejemplo, los datos y formatos de un reporte—, para “palomear cada paso y no tardarse más”.

Lo importante es ponerse metas realistas, para que “las cosas sean suficientemente buenas por ahora” y no desgastarse en pequeñeces, concluye Nora Taboada.


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