Orgullo LGBTQ+: Reflexiones

Cada 28 de junio se celebra el Día Internacional del Orgullo LGBTQ+, una de las expresiones más visibles de diversidad, inclusión y libertad. La marcha se realiza ese día en conmemoración de los Disturbios de Stonewall, un hecho histórico que marcó el inicio de la lucha moderna por los derechos de las personas LGBTQ+.

El nombre "Stonewall" proviene del bar en Nueva York donde, en 1969, una redada policial desató la rebelión de los clientes de aquel bar y los vecinos; hartos de la represión, la violencia y las detenciones injustificadas. Aquella noche se convirtió en un hito, desde entonces, el Orgullo no solo es celebración, también es resistencia, memoria y exigencia de igualdad y no discriminación. Aunque como sociedad hemos avanzado, aún queda un largo camino por recorrer. En México, el artículo 1º de nuestra Constitución prohíbe toda forma de discriminación, pero en la práctica, ser parte de la comunidad LGBTQ+ sigue siendo un factor de riesgo. De acuerdo con la Encuesta 2024 sobre la Salud Mental de las Juventudes LGBTQ+ en México, realizada por The Trevor Project, 1 de cada 3 jóvenes LGBTQ+ reportó haber intentado suicidarse en 2024, principalmente por el rechazo, la discriminación y el estigma que enfrentan. Y no podemos ignorar que ese estigma sigue teniendo graves consecuencias.

Hace unas semanas, el caso de Sara Millerey causó la indignación de varios países. Sara era una mujer trans en Colombia que fue brutalmente golpeada, sufrió múltiples fracturas y traumas internos, y finalmente fue arrojada a un río para dejarla morir. Personas la grabaron, pero nadie hizo nada para ayudarla y a pesar de que su mamá logró hacerla llegar al hospital, no la atendieron en forma e incluso se han denunciado negligencia. Aunque este crimen tan atroz ocurrió fuera de México, refleja una realidad que, lamentablemente, no nos es ajena. En nuestro país también vemos expresiones de odio, burlas, comentarios despectivos y exclusión que, si no se cuestionan y detienen, pueden escalar a violencia física.

Desde mi punto de vista, quienes no formamos parte de la comunidad debemos reflexionar sobre el mes del Orgullo desde una óptica más amplia, en la que entendamos que la diversidad puede ser un catalizador de cambio.Una sociedad que respeta, escucha y protege a todas las personas, es una sociedad más incluyente, más resiliente, más justa... y también más próspera.

Vivimos momentos complejos: inestabilidad económica, polarización social, discursos de odio, violencia y guerras. Ante este panorama, celebrar el amor en sus distintas formas no es un simple gesto simbólico; es un acto de resistencia y de defensa de las libertades fundamentales. Como país, necesitamos unión, diálogo, consenso, empatía. Necesitamos alzar la voz frente a las injusticias y caminar en una misma dirección.

Proteger la libertad de amar, de ser, de expresarse, es construir una sociedad en la que todas las personas puedan aportar desde su autenticidad. Y cuando eso sucede, los beneficios no son solo personales: son económicos, sociales y culturales.

No todas las personas crecieron en entornos donde se hablara abiertamente sobre la diversidad sexual. Por eso es fundamental abrir espacios de diálogo respetuoso. Escuchar sin prejuicios, hablar desde la empatía, aprender del otro, y reconocer que la libertad individual, que no dañe a los demás, no amenaza a nadie, sino que nos enriquece a todos.