Gina Diez Barroso, fundadora de Dalia, escribe que las fiestas patrias deben recordar la capacidad de imaginar un futuro distinto y el valor de luchar por él.

Año con año, septiembre me invita a reflexionar sobre el verdadero significado de la Independencia.

Y es que desde mi punto de vista no se trata de solamente recordar a los héroes que ya todos conocemos y celebrar dando el grito. Yo pienso en las miles de personas que se unieron a la causa Insurgente; en los indígenas, mestizos, mulatos y afrodescendientes que a pesar de tener orígenes distintos, decidieron luchar por 11 años para lograr la independencia de nuestro país. Miles de hombres y mujeres que decidieron levantarse y decir “no más” ante la desigualdad social, económica y cultural de aquella época, no solo pelearon para poner fin al dominio español sobre el territorio de lo que era la Nueva España; pelearon por su dignidad y por la justicia.

Gracias a esa convicción colectiva, pudo nacer un movimiento que transformó por completo el rumbo de nuestro país; creo que debemos de inspirarnos en su visión y lucha para afrontar los problemas del México actual.

En estas Fiestas Patrias quisiera que recordemos nuestra verdadera herencia: la capacidad de imaginar un futuro distinto y el valor de luchar por él. Hoy México enfrenta un gran reto: la polarización. Resulta desgastante ver cuánta hostilidad se genera en redes sociales entre personas con diferentes posturas políticas, económicas o culturales.

Creo que como ciudadanos tenemos la responsabilidad de informarnos, investigar y alzar la voz, pero también de ir más allá. Ser un buen ciudadano no se limita a votar o a desahogarnos con “hate” en redes; se construye todos los días, en nuestras empresas, comunidades, entornos sociales e incluso en gestos tan sencillos como la forma en que tratamos a los demás.

Porque creo que la independencia no solo debe ser conmemorada, también debe de ser ejercida. Cada vez que elegimos la equidad sobre la indiferencia, la solidaridad sobre la apatía y la innovación sobre la conformidad, estamos construyendo un México distinto.

Personalmente, celebro con orgullo ser mexicana. He tenido el privilegio de representar a México en foros internacionales y de compartir un mensaje de equidad y empoderamiento de la mujer en espacios muy significativos dentro del país. Y cada vez confirmo lo mismo: México está lleno de oportunidades.

No quiero sonar idealista: los retos que tenemos son enormes. Pero creo firmemente que, si los miramos de frente, cada reto es también una oportunidad de transformación.