Mujeres

De México a Nueva York: María Rivero González y el avance del vino mexicano

En un sector donde el liderazgo femenino sigue siendo la excepción, la historia de María Rivero González demuestra que es posible transformar las industrias

Apostó por el liderazgo humano, demostrando que la empatía y dejarse ayudar es parte del éxito empresarial

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Ana Alicia Osorio

September 17, 2025

De México a Nueva York: María Rivero González y el avance del vino mexicano

En una industria históricamente dominada por hombres y en un país donde el vino mexicano tardó años en ganarse un lugar, María Rivero González decidió romper dos barreras a la vez: ser una mujer en crear su propia vinícola y convertirla en un referente.

Hace 18 años, mientras la representación femenina en el sector era mínima y el mercado local miraba hacia fuera, María apostó por abrir surcos propios.

Egresada de Relaciones Internacionales en el Instituto Tecnológico de Monterrey, ingresó a trabajar en una empresa minera pero enseguida se dio cuenta que allí no estaba su pasión, así que decidió buscar un sitio donde pudiera encontrarla.

“En el 98 mi papá había plantado un viñedo que era para consumo propio (…) mi hermano le estaba ayudando a mi papá a cómo construir la bodega y hacer los pininos, pero la idea era un hobby de mi papá. Entonces cuando yo le digo que no me interesa la minería, le digo que me interesa el vino, y me dijo pues lo vas a vender, pero lo consumo yo”, contó.

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Entonces, creó la marca Rivero González y se enfrentó a dos retos importantes que comenzó a sortear casi sin darse cuenta: posicionar el vino mexicano y hacerlo siendo una de las pocas mujeres en la industria.

“En aquel entonces vender un vino mexicano era muy cuesta arriba, por qué te iban a comprar un vino mexicano si podían comprar un vino italiano por mucho menos precio. Vinoteca me dice vino mexicano no, pero regreso y le digo que una cata a ciegas y si quedo entre los primeros 10 me meten (…) De 2007 a ahorita, vender un vino mexicano es algo completamente distinto, el vino mexicano fue ganando territorio conforme yo avanzaba la marca”, narró.

La cata resultó exitosa y al quedar en el cuarto lugar se convirtieron en el primer vino mexicano en vinoteca. De allí comenzó la expansión al buscar empresas distribuidoras en distintas partes del país.

En ese momento, María era de las pocas mujeres, y muy joven, que trabajaba en la industria y aunque se percató de ello con los años, siempre supo que debía tener cuidados especiales y sortear el machismo que estaba presente.

“Siempre tuve muy consciente que trabajaba en alcohol y que trabajar en alcohol tiene una implicación muy clara de líneas, de cuidado, de protecciones, que yo siempre tuve que tener en ese sentido (…), fui con muchos dueños de restaurantes sobre todo y sí nunca faltaba la falta de respeto, la mano incómoda, la mirada de ándale quédate por otra copa, siempre me pasó, pero nunca me achiqué, siempre fue con este no vuelvo a trabajar nunca y se acabó”, afirmó.

“A uno me tocó cruzarle la cara, cruzarle la cara de una cachetada, a eso llegué en algún momento, pues sí, ni modo”, señaló.

Ahora, sostuvo, han comenzado a entrar una mayor cantidad de mujeres principalmente en temas de enología aunque en otras partes del proceso como la agricultura aún existe una presencia muy baja.

Ella, dijo, fue criada entre hombres en una familia donde se educaba en la igualdad, por lo que creció buscando tener su lugar y con la seguridad de que su voz debía ser escuchada. Por lo que el machismo y la poca presencia de mujeres, los vio como retos que debía sortear para llegar a donde quería.

Van a ser retos y es difícil sobrellevarlos, pero siempre son oportunidades de crecimiento para la marca, crecimiento para ti, crecimiento personal, profesional, crecimiento en equipo, siempre hay el otro lado de la moneda, el lado que cuesta y luego lo que sacas después de eso, el fruto”, destacó.

La empresa pasó de 1.7 hectáreas en 2007 a más de 60 hectáreas en 2025, a lo que se suma un nuevo viñedo en Nueva York. Con ello crearon la marca global en dos geografías y nombres distintos, RGMX y RGNY, que mantienen su propia personalidad, retos y búsqueda de crecimiento.

“El mercado americano ha sido todo un reto sin duda, algunos estados muy rápido, California muy rápido, Texas muy rápido, donde hay mucha cultura mexicana, los estados como Nueva York les gusta, pero les asusta”, contó.

Ahora, dijo, esperan seguir expandiendo ambas marcas, por ejemplo, con el enoturismo que nació de una fiesta anual que su familia hacía y era cada vez más solicitada, con lo que se dieron cuenta que la gente está interesada en los recorridos en viñedos, bodega y talleres.

“La idea es que la gente vaya y tenga un acercamiento con el vino más divertido, más dinámico, de una forma que aprendas y que también estás en un lugar precioso, pásatela bien”, aseguró.

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Una líder empática

María siempre ha tenido claro que quiere que su empresa crezca y para eso tuvo que aprender a que una líder se debe dejar ayudar a personas expertas. Ella tuvo que definir los procesos y otros conocimientos que en empresas grandes ya están establecidos, siempre de la mano de quienes sabían más.

“Fueron muy difíciles las partes de proceso, las más duras, las habilidades más duras que normalmente aprendes a trabajar en una empresa grande (…) si te soy muy franca batallé mucho en dejarme ayudar”, afirmó.

También, dijo, tuvo que aprender a hacerlo mientras que empatiza y cuida a las personas que le colaboran pues sostuvo que esa es la única manera en que una empresa puede seguir y desarrollarse.

“El balance de ser un líder que quiere seguir creciendo, quiere institucionalizar, quiere ser corporativo para tener las cosas organizadas, medidas, con procesos, pero quieres permanecer siendo humano o quieres saber qué le pasa a Félix esa semana, si algo no está bien, ver si se está desarrollando por donde se quiere desarrollar (…) Hay muchos tipos de liderazgo pero sino tienes un liderazgo que escucha y se fija hacia abajo, he tenido ‘N’ ejemplos de cómo truenan las cosas a lo largo de estos 18 años”, aseguró.

La historia de María Rivero González demuestra que abrir camino no significa recorrerlo en soledad. Enfrentar barreras de género, innovar en un mercado tradicional y construir equipos sólidos son logros que, además de transformar una industria, abren posibilidades para otras mujeres que buscan dejar su marca.

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