Liderazgo

Cuando el lujo esconde carencias: ¿qué es el fenómeno “luxury poverty”?

La fundadora de Dalia, Gina Diez Barroso, escribe que las necesidades son cada vez más costosas y los lujos, han ido “abaratándose”

El verdadero lujo, el que no se devalúa, es tener paz, tiempo y opciones.

GINA DIEZ BARROSO FB.png
Gina Diez Barroso

November 12, 2025

Cuando el lujo esconde carencias:  ¿qué es el fenómeno “luxury poverty”?

¿Te ha pasado que conoces a alguien que tiene el último iPhone, auto de lujo, ropa de diseñador… pero vive en un lugar descuidado, sin ahorros y con las tarjetas al tope? Eso tiene nombre: luxury poverty. Y además de la contradicción que implica el nombre, es un reflejo del consumo actual. El nombre me llamó la atención y después de leer un par de artículos quise compartir mi reflexión sobre este fenómeno.

¿Se acuerdan cuando tener una TV en casa era considerado un verdadero lujo? Bueno, es que antes el lujo era eso… algo inalcanzable para la mayoría de las personas. Por ejemplo, en la década de los cincuenta, comprar una televisión costaba un equivalente a $12,500 dólares actuales, alrededor de $230,000 MXN.

Hoy, por mil dólares puedes comprarte una pantalla plana de buena calidad. La diferencia es que, mientras los aparatos tecnológicos han bajado de precio, democratizando en cierta medida el acceso a ellos, lo realmente importante: vivienda, educación, salud; se volvió casi imposible de pagar. Las necesidades son cada vez más costosas y los lujos, han ido “abaratándose”.

Antes, lo caro eran los símbolos de estatus; ahora, lo caro es sobrevivir. Comprar una casa, pagar una carrera universitaria o acceder a un sistema de salud digno se volvió un privilegio, puedes ir a hospitales privados a atenderte pero sabes que será muy, muy caro y que sin seguro de gastos médicos mayores, prácticamente es impagable. Al mismo tiempo, los objetos de deseo como celulares, moda o gadgets, son más accesibles que nunca. Y ese abaratamiento de los lujos está creando algo que en realidad es engañoso: la ilusión de prosperidad.

Hoy, alguien puede parecer “exitoso” con un look impecable, siempre con la última versión del Iphone, aunque viva al día o aunque tenga cuatro roomies no por gusto, sino porque rentar un departamento es demasiado caro para una sola persona no se diga comprar un inmueble; esto es particularmente cierto para los millenials o la gen z. Y la verdad es que las redes sociales solo sirven para amplificar esa ilusión, donde si uno se descuida, termina comparándose con la vida de influencers que aparentemente lo tienen todo. El problema no es comprar cosas, sino creer que eso define quiénes somos o cuánto valemos.

Medirnos a partir de las posibilidades económicas de personajes que vemos en redes no es un buen plan y es la razón por la que millones de personas terminan agotadas, endeudadas y muy frustradas., pues viven entre el deseo y la imposibilidad de construir una base financiera sólida.

Según varios estudios, los millennials y la generación Z son las generaciones más educadas de la historia, pero también las más endeudadas y con menos acceso a tener una vivienda propia. Y no por falta de esfuerzo: el costo de las universidades se ha disparado más de 700 % en las últimas cuatro décadas, mientras los salarios se han estancado y el mercado inmobiliario se vuelve una meta inalcanzable incluso para quienes ganan bien.

Frente a este panorama, muchos recurren al consumo como”premio de consolación”, la lógica es ésta: “Si no puedo comprar una casa, mínimo voy a disfrutar de mi dinero y si se me antoja un café de $120 pesos, lo vale por completo, para eso trabajo.”

Y con esto no quiero decir que nadie puede darse un gusto o consentirse, pero cuando no están presupuestados, pueden afectar las finanzas personales aunque parezcan gastos mínimos. Sin un plan financiero, es más fácil caer en la tentación de comprar impulsivamente, persiguiendo la satisfacción inmediata que recibimos.

La estabilidad financiera, ya sea financiera, emocional o personal, requiere tiempo, paciencia y una estrategia. Siempre me gusta invitar a los y las jóvenes a que se formen financieramente, que no solo se preocupen por conseguir un empleo, si no en saber administrar sus ingresos, que aprendan a ahorrar e invertir. Está bien comprarse las cosas que a uno le gustan, pero si el 100% de nuestro ingreso se va a deseos y no a necesidades o ahorro, será dificil que alcancen la estabilidad necesaria para crear y/o crecer un patrimonio propio.

Vivimos en una década de hiperconsumismo que aunado a la delicada situación económica global, vuelve obligatorio reflexionar sobre la manera en la que consumimos y qué consumimos. Necesitamos definir por nosotros mismos lo que es el verdadero lujo; preguntarnos qué vale más: comprar todos los labubus de moda o destinar los $700 pesos en promedio que cuesta cada labubu hacia aportaciones voluntarias para un plan de ahorro. Tal vez comprar las chucherías de moda nos haga sentir mejor porque nos sentimos conectados y parte de algo; pero creéme que se sentirá mucho mejor cuando puedas pagar una cuenta de hospital sin mayor esfuerzo, hacer el viaje que soñabas o pagar el enganche de un depa; porque formaste hábitos que priorizaran el ahorro e inversión.

También recomiendo que cada persona debe de buscar satisfacción en algún hobby, en reunirse con alguna comunidad, etc…y no solo esperar satisfacción a partir de las cosas materiales que adquieren.

El verdadero lujo, el que no se devalúa, es tener paz, tiempo y opciones.

Y para eso, necesitamos una educación financiera real, pero también una conversación honesta sobre qué es “éxito” en un mundo donde todo parece diseñado para hacernos sentir que nos hace falta algo, que debemos de comprar lo último lanzado al mercado.

Connect with us

Follow Dalia on social media to stay updated with our latest content and events