Mi primera marcha

Estudié una carrera en la que formar parte de grupos anti-todo era fácil y, por un lapso durante mis estudios, lo fui.

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Estudié una carrera en la que formar parte de grupos anti-todo era fácil y, por un lapso durante mis estudios, lo fui. La verdad, creo que era más moda de la nueva etapa que realmente “ir en contra del sistema”. Algunos de mis compañeros participaron en manifestaciones y alguna vez me invitaron, pero decidía no ir.

Me considero apartidista, apolítica y no tengo mucho interés ni fe en marchar o caminar en contra de algo que el sistema impuso, impulsa o ha impulsado por décadas.

Sin embargo, soy mujer, mexicana, chilanga y el #9M llegó a mí. Fue el momento más oportuno, vulnerable y abierto para mí. Por eso tuve toda la fortuna de entender de qué trata, de dónde viene y hacia dónde va. Desde mi perspectiva, el movimiento no tiene fines políticos, ni partidistas, mucho menos es un movimiento antihombres o antigobierno.

El #9M es una voz que marca la inconformidad que tenemos con la violencia de género. Busca un antes y un después, entre las desgarradoras historias de terror que han sufrido, niñas, adolescentes y mujeres en nuestro país –que hemos “normalizado”– para llegar a verla, mostrarla, cambiarla y erradicarla.

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Después de dudar por días, el pasado #8M participé en mi primera marcha. Decidí ir porque sumarme únicamente al paro del #9M me parecía un esfuerzo corto o a medias. Tenía que “moverme” antes, había que hacer algo más y elegí participar. No sé si esta sea la única marcha a la que vaya, pero si es así, me llena de orgullo saber que formé parte de un momento que será histórico para mi país.

El 8 de marzo vibró el piso de México. Miles de mujeres brincábamos con fuerza en el Monumento a la Revolución y el suelo palpitaba. Mientras estuve ahí, grité fuerte, grité con todas y grité por todas.

Por las que se fueron, por las que lucharon, por las víctimas a quienes mataron y por todas las que vendrán. Sobre todo, grité por las que vendrán –agradeciendo a las que fueron–, para que tengan un México en el que puedan caminar con calma seguras, respetadas y en paz. Sin que sean vistas o tocadas sin permiso, para que no sean violentadas, insultadas, burladas ni criticadas por ser mujeres.

Grité fuerte por el dolor de las familias de las víctimas porque no quiero que mi familia viva ese dolor jamás. Por todos los epígrafes que decían: “no más violencia”, “quiero caminar segura”, “grito por las que ya no están, y si mañana no estoy, para que griten por mí”. Leyendo eso, más fuerte gritaba y con más voz decía… ¡Ni una más, ni una menos, sin violencia!

Todas estábamos ahí, unidas por la misma causa. Madres, hijas, niñas, adolescentes, adultas mayores. Se me vuelve a erizar la piel al recordarlo. Era imposible no sentir ganas de llorar.

Hoy, #9M, escribo desconectada por completo (literal, en modo avión). No sé si a 'la mañanera' asistieron reporteras, periodistas y mujeres. Desconozco si los medios hablan del tema. ¿Estarán cubriéndolo?, ¿cómo?

No sé si las escuelas funcionaron o si el país siguió su curso normal. De hecho, no sé si en la historia quedará algún registro de lo que implica en el mundo mi fingida inexistencia del día de hoy.

Pero lo que sí sé, y con total convicción, es que hoy he estado en casa, para “alzar mi voz” en silencio. He meditado, escrito, ideado, pensado y leído un poco más sobre feminismo. Confieso que siempre lo dejé lejos de mi interés. Sin embargo, hoy entiendo que existen muchos feminismos y muchas luchas de género.

Con eso, entiendo que yo lucho por sentirme segura, por vivir en paz y con el compromiso para que las que vienen tengan un México seguro, igualitario, pero sobre todo que sea un México en donde las respeten, en el cual puedan caminar tranquilas y vivan sin el miedo y la incertidumbre de si llegarán a casa cada noche.

Pido el mismo respeto que merecemos todos los seres humanos. Para mí, este movimiento trata de valorar a la mujer como ser humano. “El feminismo es un discurso de derechos humanos, laborales, individuales y civiles, pero recientemente ha surgido un activismo que lucha en contra de la violencia y discriminación de género”, (Gabriela Cano, 2020 1). Esto me hace sentido y comparto esta visión. Merecemos vivir, reír, trabajar y caminar con la misma seguridad con la que sale y vive un hombre en este país.

Por eso, empezaré por mí. Empezaré por distinguir y a eliminar los micromachismos aceptados, muchas veces no vistos. Creo que lo primero es “abrir los ojos” para detectarlos y comprender desde dónde parte la violencia de género.

Voy a empezar por mí, guardando silencio hasta que acabe el #9M y, a partir de mañana, cambiar paso a paso y desde lo más profundo la educación con la que crecimos en México. Y con eso, eliminar la violencia poco a poco.

Empezaré con cambios “simples”: no burlar, no violentar ni criticar a otras mujeres, y alzar la voz claro y fuerte cuando ocurran por terceros chistes y burlas fuera de lugar, que vulneran a las mujeres. Viviendo con respeto y cuidándonos entre nosotras, entendiendo que somos parte del mismo legado femenino y que unidas siempre llegaremos más lejos.

Estoy segura que existen hombres sanos, igualitarios, que creen en el equilibrio de género, que nos respetan, y en un tono más romántico, creo en los hombres que nos saben amar. También sé que aquellos que son o fueron machos, aprenderán las nuevas formas que requiere la sociedad.

Sin afán de defenderlos, a la gran mayoría se les enseñó eso en casa y –cómodamente y de forma ignorante–, lo replicaron de manera que se ha mantenido a través de la historia.

El compromiso que expongo es que distingamos todos los micromachismos y que eso nos abra el camino para mejorar. Si cambiamos todos, desde “pequeños” ajustes hasta grandes acciones que erradiquen la violencia en contra de las mujeres, lograremos mejoras contundentes hacia el futuro inmediato y en el largo plazo. Si nos unimos entre géneros y entre mujeres crearemos una sociedad más sustentable en la que seamos respetadas y respetados de la misma forma.

Hoy #9M te digo a ti, país que amo…

1 Revista Letras Libres, “Las mujeres también somos humanos”, num. 255, marzo 2020 México, lindo y “qué herido” te hicimos “temblar”. Recuérdanos, somos mujeres, estuvimos juntas y seguiremos así, gritando tan fuerte como se necesite, brincando tan alto como alcancemos, marchando tan lejos como lleguemos y silenciadas hasta que nos escuchen. Acuérdate, México, que el #8M y el #9M NOS UNIMOS POR TODAS y esa fuerza no se va a borrar jamás. Recuerda que nosotras también hacemos tu historia, y si para cambiarla tenemos que hacerte “temblar”, lo volveremos a hacer igual o mucho más fuerte que ayer.

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