La mujer que logró un sueño directivo como banquera, pero a la sombra del acoso laboral

María Galabardo, quien también ha sido una triatleta campeona, asegura que su historia de mobbing hubiera sido distinta de ocurrir hoy bajo leyes y normas que protegen más a las mujeres y al talento en las empresas.

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Foto: Cortesía

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CIUDAD DE MÉXICO. Cuando a María Galabardo se le preguntó si su historia de mobbing o acoso laboral -que la llevó a un depresión profunda- sería distinta si ocurriera hoy, que ya existen leyes que identifican y sancionan este tipo de violencia en los lugares de trabajo, ella responde con un rotundo: "Sí".

La coach mexicana de triatlón, quien tiene más de 20 años en el sector financiero y llegó a ser Directora Ejecutiva Transfonteriza en BBVA para Asia, lanzó el 19 de octubre de 2022 su libro Mobbing & Ascending, Acoso Laboral, en el que narra cómo vivió y sobrevivió al acoso laboral, especialmente de hombres.

"Sí, [el mobbing] se hubiera aminorado muy cañón" si en esa época hubieran existido las condiciones sociales y de protección legal que existen hoy. También habría sido "más escuchada" porque, seguramente, esos entornos laborales hubieran sido más inclusivos, diversos e igualitarios. "Porque todo mundo lo veía en la oficina, ¿sabes? Pero nadie hacía nada", agregó. Además, habría ido más lejos en su carrera profesional, logrando ocupar puestos todavía más altos, subrayó.

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María cuenta que la etapa más crítica del mobbing fue entre 2009 y 2012. De hecho, el efecto del acoso laboral se hizo presente en su salud mental en 2011, cuando cayó en una fuerte depresión que estuvo a poco de llevarla a dar un paso sin retorno. No obstante, de manera casi milagrosa -como lo narra en su libro- salió de ese momento tan frágil y de la depresión a través de tratamiento.

"Yo llegaba a mi casa llorando diario. No me veían, pero yo todos los días llegaba deshecha [...] Olvídate de mi personlidad. Mi personalidad se había ido por el garete, se había ido por el escusado [...] Sí, es importante tener ayuda psiquiátrica, pero pues hay gente que no la puede pagar. Yo me iba siempre a mis adentros, todos los días -había veces que no-, pero trataba de decirme todos los días: Es un nuevo día y siempre puede estar mejor que ayer", expresó.

También echó mano de otra herramienta muy poderosa: el deporte; específicamente, el triatlón. María narra en su texto cómo esta disciplina llegó a su vida en el momento exacto y por una apuesta fortuita que al principio parecía no tener sentido. María se aferró a esa apuesta y no solo la ganó, sino que la ha llevado a ser dos veces campeona Nacional de Triatlón y Duatlón (2016 y 2018), campeona Panamericana en Duatlón (2013); campeona Asiática (2014 y 2015) y seleccionada nacional 14 veces (nueve en Triatlón y cinco en Duatlón) compitiendo a nivel mundial en categorías por edad.

En cada brazada en el agua, en cada zancada al correr y en cada pedaleo, desquitaba la ira y la frustración de lo que vivía en su lugar de trabajo, pero también dedicaba cada esfuerzo a su padre, a quien perdió muchos años atrás, y quien ha sido su motor e inspiración. Eso la impulsaba para ir "a tope" en las competencias, comentó. "Y no me voy a dejar. Yo puedo. Y soy chingona. Y sí se vale. Y sí valgo. Y sí tengo peso. Y sí tengo valor. Y mi vida vale", se decía a sí misma mientras hacía la ruta de cada triatlón o duatlón.

María considera que la resiliencia ha sido una de sus principales herramientas internas para ascender profesionalmente y convertirse, pese a todo, en Cross Border Executive Director de BBVA en Asia, despachando desde Hong Kong. Pero también para ascender emocional, mental y físicamente. Otra habilidad de vida que la hizo emerger fue planear, incluso a muy corto plazo. Ese poder clave de su personalidad lo utilizó para dar estructura y metas a su vida.

Hoy, con su libro, busca dejar un legado y abrir oportunidades a otras mujeres. Incluso, tiene intenciones de incidir en la mejora y desarrollo de leyes que erradiquen la violencia contra las mujeres e impulsen la equidad de género.

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El mobbing: una práctica sistemática y muy común

En una tesis aislada de 2014, la Suprema Corte de Justicia de la Nación definió el mobbing como una práctica sistemática en la relación laboral, que se integra por una serie de actos o comportamientos hostiles hacia una persona, cuyo objetivo es "intimidar, opacar, aplanar, amedrentar o consumir emocional o intelectualmente a la víctima, con miras a excluirla de la organización o a satisfacer la necesidad, que suele presentar el hostigador, de agredir o controlar o destruir".

Este acoso "puede llevarse a cabo mediante la exclusión total de cualquier labor asignada a la víctima, las agresiones verbales contra su persona, hasta una excesiva carga en los trabajos que ha de desempeñar, todo con el fin de mermar su autoestima, salud, integridad, libertad o seguridad, lo cual agravia por la vulnerabilidad del sujeto pasivo de la que parte".

El acoso laboral es considerado como una de las principales causas de renuncia en México. En el primer trimestre de este año poco más de 25,000 personas dimitieron a sus trabajos por esa razón, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Se estima que dos de cada tres casos son mujeres.

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En el país hay leyes específicas de protección ante este tipo de violencia que puede vivir cualquier persona.

La Ley Federal del Trabajo establece como causales de rescisión de la relación laboral, la violencia y los malos tratos, u otros análogos en contra del trabajador y sus familiares por el patrón, sus familiares o cualquiera de sus representantes, los prohíben y establecen una multa al patrón en caso de realizarse por medio de un acto de discriminación.

En el caso de las mujeres como víctimas, de acuerdo al numeral 14, fracción I de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, garantiza el derecho a una vida libre de violencia mediante políticas públicas, así como sanción a quien la ejerza.

Por otra parte, en 2019 fue aprobada la Norma Oficial Mexicana 035 (NOM-035), la cual establece la obligación de los centros de trabajo de prevenir los factores de riesgo psicosocial. Esta norma considera la violencia laboral como uno de esos riesgos, así como una sanción de hasta 481,100 pesos si los empleadores la permiten.

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Además, este 2022, México ratificó el Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo, el cual impone a las entidades privadas una serie de obligaciones específicas e incluso la modificación de leyes para erradicar la violencia y el acoso en los lugares de trabajo, los cuales implican daño físico, psicológico, sexual o económico a toda persona.

Tras la ratificación, México deberá adoptar el convenio de manera formal hacia marzo de 2023 y estará obligado a presentar su primer reporte al respecto en 2024. Para ello, debe reformar antes la Ley Federal del Trabajo con el objetivo de armonizarla.

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