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CIUDAD DE MÉXICO. Uno de los factores fundamentales que genera la violencia de género es la lógica del ejercicio del poder en las relaciones interpersonales, en donde el hombre se autoasigna o le asignan culturalmente una serie de rasgos o elementos que configuran conductas violentas hacia sí mismo y hacia otras personas, sobre todo hacia mujeres, ya sea cercanas -como pareja, amigas o compañeras de trabajo- o no.

La violencia hacia mujeres, adolescentes y niñas es una de las violaciones a los derechos humanos más recurrente, reiterada y extendida, tanto en México como en el mundo. Es generada por la cultura de género patriarcal y machista, pero invisibilizada por varios mecanismos, indicó Mauro Vargas, director general de Gendes, sociedad civil mexicana enfocada a promover la participación de los hombres en la construcción de la igualdad de género.

"En la mente de la mayoría de los hombres está la noción de que la violencia de género es aquella que deja huella o marca, pero existen muchos tipos de violencia. De hecho, hay muchos hombres que tienen actitudes constructivas y positivas, pero incluso ellos, aun siendo progresistas, son incongruentes entre su discurso y sus acciones”, mencionó Vargas en entrevista para Dalia Empower, el proyecto global de educación continua que ayuda a las mujeres a alcanzar sus metas profesionales y personales a través del desarrollo de life skills, las llamadas habilidades blandas.

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La realidad es que a diario todas las personas participan en estas desigualdades y tienen gran dificultad para reconocerlas, en especial los hombres. Por eso, informar y promover acciones entre ellos debe ser una estrategia tan fundamental como la que se hace para facultar a las mujeres en temas de igualdad y violencia de género, explicó.

“Los hombres somos la mitad de la población, y si no nos sensibilizamos, si seguimos obstinados en no querer aprender ni cambiar nuestro sistema de creencias, prácticas y conductas, aunque la otra mitad cambie y se vaya facultando, las cosas no van a ser diferentes, de una manera suficiente […] los hombres [...] tenemos que participar porque somos responsables también del ejercicio de esas violencias”, mencionó Mauro Vargas.

10 acciones de oro

1 Comprender la tipología variada de violencias y dejar de hacerlas: emocionales, psicológicas, físicas -sean de contacto o no, como una mirada-, verbales -insultos o cosificación-, digitales, económicas, sexuales.

2 Reconocer que estas violencias se ejercen de manera cotidiana y van escalando de nivel conforme se realizan. De ahí el hecho de que la violencia de género se haya recrudecido en años recientes.

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3 Aprender a ser empático. Culturalmente, a los hombres no se les faculta o educa en el reconocimiento de las emociones propias y de los demás, en particular las emociones de las mujeres, lo que se traduce en indolencia, indiferencia e impunidad. Es por esta falta de empatía que, aunque exista todo un marco legal formal bastante robusto, no se traduce en mecanismos de actuación efectiva y no se sanciona la violencia contra las mujeres, ya que los agentes encargados de actuar como las procuradurías, fiscalías, ministerios públicos, policias, etcétera, no actúan de forma debida y generan esquemas revictimizantes que terminan cansando, ofendiendo y lastimando a las víctimas.

4 Entender que las mujeres no nacieron para servir, atender, cuidar o complacer a los demás y que es necesario participar de manera activa, constante, bien hecha e igualitaria, en las actividades de cuidado del hogar y crianza.

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5 Buscar un espacio para reflexionar sobre las posibles conductas violentas ejercidas.

6 Aprender a “renunciar” a los privilegios que histórica y culturalmente se les han concedido, así como compartir los espacios y las tareas de forma igualitaria.

7 Informarse. Es importante empezar a documentarse sobre el origen de las violencias, temas de perspectiva de género, nuevas masculinidades y paternidades, diversidad sexual, corresponsabilidad en el trabajo del hogar, entre muchos otros temas.

8 Desarrollar y fomentar el autocuidado físico y emocional.

9 Compartir los espacios en favor de la no violencia, mediante permisos y acuerdos, y cumplir esos acuerdos.

10 Educar a las nuevas generaciones con este enfoque de no violencia y equidad de género desde el preescolar hasta los estudios de posgrado.

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Y si eres líder de una institución o empresa:

• Cambia tu concepto y esquema de liderazgo con ayuda de capacitaciones.
• Usa el poder de una manera creativa, constructiva y sensible. No para dominar, sino para fomentar el progreso de las personas y crear equipos que sean solidarios y colaborativos, a través de una actitud humanista.
• No tengas un pensamiento dicotómico (mujer-hombre). Deshazte de estereotipos y sesgos que causen actos discriminatorios y limiten el proceso de avance de los demás.
• Invierte. Destina parte del presupuesto a capacitaciones, protocolos de actuación y generación de buenos diagnósticos.
• Diseña e institucionaliza políticas que favorezcan a la no violencia y equidad de género.
• Y por último, pero no menos importante, aprende a escuchar.

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