CIUDAD DE MÉXICO. “No sé lo que implica que tengas un bebé porque aquí no tenemos mamás, pero tienes todo el apoyo de la institución y el mío. Vamos viendo cuál es la mejor manera para que puedas seguir trabajando”. Esas fueron las palabras de Agustín Carstens, el primer jefe que tuvo Lorenza Martínez en Banco de México, cuando se convirtió en mamá. También se trataba de su primer trabajo, como investigadora en la dirección de Estudios Económicos y, como mamá primeriza, le angustiaba mucho ser capaz de combinar ambas funciones.

Era 1998 y las empresas en México no implementaban aún políticas de equidad de género ni de maternidad, menos incluso el sector público y en una institución financiera. La flexibilidad laboral era una concesión que, en todo caso, hacía el jefe en turno.

Carstens fue fiel a su palabra. “Trabajaba en la oficina y luego me iba a casa para estar con mi hija, hasta que empezó a ir a la escuela”, cuenta Lorenza Martínez. Y repitió la estrategia cuantas veces fue necesario. “Tuve flexibilidad por mucho tiempo y con mis tres hijas”, menciona.

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La economista, ya desde entonces con posgrado (maestría y doctorado) en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, estuvo siete años en el Banco de México en una primera etapa. En el último de esos años, ascendió a una dirección de área, la de Estudios Económicos.

Para Lorenza Martínez ser mujer y madre no fue un obstáculo para conseguir su principal objetivo que es: tener impacto positivo para el país, donde sea que trabaje e independientemente del puesto que tenga.

No niega que fuera complicado, sobre todo por un factor que en su momento no asumió como una desventaja: los ambientes y horarios de trabajo eran hechos por hombres, porque ellos eran los que trabajaban. “Como mujeres, lo que pasaba antes era que, para destacar, tenías que adaptarte a un ambiente y a una vida de hombres”.

No solo eran horarios que no contemplaban una vida balanceada; era la forma de comunicar, de llevar reuniones. “Pero era lo que tocaba en ese entonces, nunca me lo cuestioné”. Lorenza ha destacado en donde ha estado y puede jactarse de haber dejado un legado en varios de los trabajos que desempeñó en los últimos 23 años, 20 de ellos en el gobierno federal.

Ahora, en el sector privado, no ha perdido el toque. En junio de 2021 llegó a dirigir la estrategia digital de Actinver, de la que depende el futuro del grupo financiero. Apenas con cinco meses en la firma, la ascendieron a la dirección general del banco.

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Claridad, pero con amplitud de miras

En el desarrollo de Lorenza Martínez hay más pasión y convicción que una idea puntual de los lugares en los que quiere estar o las posiciones en las que desea trabajar. “En un principio, lo que me hizo destacar fue el amor a lo que hacía. Estaba convencida de mi aportación y entusiasmada de los proyectos en los que trabajaba”, comenta.

Es importante tener claridad de lo que quieres, pero -aclara- en términos generales. En otras palabras, es una claridad combinada con flexibilidad, para abrirse a opciones que quizá no habías contemplado, pero que igualmente te ayudarán a crecer, detalla.

“Las oportunidades muchas veces no sabes en dónde van a surgir y muchas veces vas a tener algunas mucho más atractivas de lo que habías pensado, y si no tienes una claridad de lo que quieres hacer más amplia, te puedes estar cerrando”, explica.

Y si algo tuvo claro desde sus inicios fue que quería participar en iniciativas que tuvieran un impacto para México. Más que pensar en posiciones, le interesaban los proyectos. “Por eso trabajé tanto en el gobierno, para lograr condiciones que pudieran mejorar la economía, el sector privado, entre otros”, explica Martínez.

Eso explica su paso por el Banco de México, la Secretaría de Hacienda, la de Economía. “En cada una fui pensando en qué proyectos me interesaba participar para lograr el objetivo de impacto; que mantuvieran mi motivación y entusiasmo”.

Entre los proyectos de mayor trascendencia en los que ha participado está la transformación del Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios o SPEI, mientras estuvo en Banco de México durante una segunda etapa, de 2013 a 2018.

El SPEI se construyó inicialmente para operar transacciones entre bancos y personas con horarios limitados, y con Lorenza Martínez involucrada, logró convertirse en un sistema que opera 24/7, en tiempo real y llegar a más instituciones. “Fue un proyecto que me entusiasmó mucho. El volumen de operaciones se multiplicó de forma exponencial”, cuenta la ejecutiva.

Otro ejemplo del impacto de su trabajo fue el impulso que le dio a los fondos de capital de riesgo en el país para que vinieran a invertir en empresas en etapas tempranas. Fue entre 2008 y 2012, mientras era subsecretaria de Industria y Comercio, en la Secretaría de Economía. “Generamos un fondo de fondos, junto con Nafinsa, para venture capital. La idea era atraer a estas empresas para desarrollar ese sector en el país”.

Las transacciones de fondos de venture capital en México se han multiplicado y alcanzaron 900 millones de dólares al primer semestre de 2021, según Transactional Track Report.

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Cambia la trinchera, no el propósito

Aun cuando el impacto de las acciones de una empresa pudiera ser menor, en alcance, que las del gobierno, no dejan de ser trascendentes, no solo para la empresa sino para el pública que atiende.

Actinver, un grupo financiero que se dedica preponderantemente al manejo de inversiones, la contrató en junio de 2021 para dirigir la estrategia de sus canales digitales y mediante la tecnología hacer que más gente en México utilice sus plataformas e invierta.

La idea es democratizar las inversiones, dice. Estos productos, por lo general, se limitan a personas y empresas con niveles de ingresos altos. “Me encanta la idea de pensar en llevar productos atractivos a más gente. Dar los mismos productos financieros independientemente del nivel financiero que tengas, es algo que me motiva”, señala Lorenza Martínez.

El impacto de este proyecto no es menor. Tan solo en México, 38% de los adultos, 25 millones de personas, tienen un servicio financiero, pero ninguno que le dé rendimientos, dice la experta. Ese es su mercado potencial.

Ya ha cosechado sus primeros logros en los que –aclara- han participado no solo su equipo sino otras empresas del grupo financiero. “Estamos trabajando de la mano en esta transformación, los resultados los vemos como resultados compartidos”, advierte.

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En 2021, el banco Actinver multiplicó por tres su número de clientes y superó los 100,000. Lorenza Martínez fue nombrad directora general del banco en noviembre pasado, , cinco meses después de haber llegado a la empresa.

Conforme Lorenza Martínez ascendió a puestos directivos en su trayectoria profesional, uno de los aspectos que tuvo que pulir fueron sus habilidades blandas. Su preparación académica y técnica era incuestionable, con una maestría y un doctorado a los pocos años de haber salido de la carrera.

En una primera etapa, en un ambiente masculino en el que tenía que trabajar mucho para destacar y hacer bien las cosas, se enfocó en las herramientas analíticas y en el pensamiento estructurado que tenía por formación como economista. Pero durante el camino tuvo que trabajar la flexibilidad y la empatía.

“El tratar de sacar los proyectos y hacer bien las cosas, a veces me cegaba un poco de a quién tenía enfrente y, si esa persona que estaba enfrente, tenía tiempo de dedicarle al trabajo, si tenía algún problema, si lo que estaba exigiendo era acorde a lo que podía dar”, cuenta.

Esas capacidades blandas las tuvo que desarrollar en sus posiciones de liderazgo. “Hoy, en lo que pienso más, es en mi equipo”, dice. Lorenza Martínez está convencida que sola puedes llegar cerca, pero con un equipo puedes llegar muy lejos.

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