Practica tu vulnerabilidad en 10 pasos y sé una líder
La vulnerabilidad no es una debilidad, es una fortaleza. Acéptala para fomentar tus relaciones humanas y desarrollar tu liderazgo.
La vulnerabilidad es una de esas cuestiones en la vida que la mayoría de nosotros evitamos a toda costa. Vernos vulnerables nos trae imágenes de fragilidad, debilidad y sentimientos de incomodidad, vergüenza y culpa.
No es de extrañarse, entonces, que las personas nos presentemos ante el mundo con máscaras, aparentando todo el tiempo que somos muy fuertes, exitosas y seguras, y que tenemos todo bajo control. Para no vernos vulnerables, hablamos solo de cuestiones superficiales, en lugar de mostrarnos tal cual somos, y exageramos nuestras virtudes evitando hablar de nuestras debilidades.
Ser así nos parece una estrategia inteligente y la mejor manera de vernos bien y avanzar hacia el logro de nuestros objetivos. Sin embargo, esto realmente no funciona. En primera instancia, es falso: todos los seres humanos nos equivocamos, tenemos debilidades y sentimos miedo e inseguridad. Además, actuar así crea distancia y separación entre las personas, ya que los demás captan nuestra inautenticidad y a menudo nos tachan de arrogantes.
La vulnerabilidad no es una debilidad, es una fortaleza. Permitirnos ser vulnerables requiere mucha valentía, además de ser una manera muy poderosa de crear cercanía con los demás y, en ocasiones, hasta admiración.
Hazlo en 10 pasos
- Participa plenamente. Los seres humanos generalmente retenemos nuestra comunicación y acción con el objetivo de vernos bien y evitar vernos mal. Participar plenamente implica dejar de retener e involucrarnos al 100%, lo cual da mucho miedo pero es muy efectivo en términos de relacionamiento e influencia.
- Sé auténtico. En lugar de aparentar, atrévete a mostrarte tal cual eres. La autenticidad es una cualidad muy atractiva además de ser un regalo para ti mismo. Carl G. Jung dijo que “el privilegio de la vida es convertirte en quien realmente eres”.
- Practica la gratitud. En lugar de hablar solo de lo que está mal y quejarte contantemente, agradece lo que tienes y lo que sí funciona. Al hacerlo te darás cuenta de que no solo aprecias más las cosas, sino que generas más cosas buenas para ti y los demás, quienes invariablemente se verán atraídos tarde o temprano por tu actitud. Además, ser agradecido actúa como un contrapeso a algunos de los puntos difíciles de la vulnerabilidad.
- Renuncia al perfeccionismo. Creemos que buscar la perfección es un acto de grandeza. Sin embargo, el perfeccionismo está más relacionado con la apariencia y el miedo que con el logro.
- Acepta y abraza tu humanidad. Un ejemplo claro de vulnerabilidad es tu disposición a aceptar y abrazar tu humanidad, lo cual significa permitirte experimentar y mostrarte como el ser humano falible que eres. Paradójicamente y a diferencia de lo que muchos creemos, esto es precisamente lo que te hace excepcional.
- Explora tus emociones. Ser vulnerable implica explorar tus emociones, aunque hacerlo sea difícil y poco común. Curiosamente, esta exploración es un punto clave para generar inteligencia emocional, la cual es clave en términos de relacionamiento y desarrollo de liderazgo.
- Acepta la vergüenza. Si vas a explorar tus emociones y crecer como resultado de ello, tienes que estar dispuesta a sentirte incómoda. Una de las emociones más comunes y más incómodas al mostrarte vulnerable es la vergüenza: sentimiento de incomodidad producido por el temor a hacer el ridículo ante alguien.
- Arriésgate al fracaso. Seamos honestos: la razón principal por la cual vamos por la vida aparentando fortaleza, seguridad y control es por el gran miedo que tenemos de fracasar. Si estás dispuesta realmente a mostrarte y exponerte plenamente en búsqueda de las increíbles y satisfactorias oportunidades que la vulnerabilidad ofrece, tienes que estar dispuesta a arriesgarte al fracaso, el cual sin duda se dará en ciertas ocasiones.
- Pon límites. Ser vulnerable no significa ponerte de tapete y dejar que te pisoteen. Una de las cuestiones más importantes para aprovechar las bondades de la vulnerabilidad, es poner límites. Comunica claramente a los demás que sí y que no aceptas y estás dispuesta a tolerar.
- No vivas del arrepentimiento. Por último, no te dejes llevar por el arrepentimiento. Ser vulnerable no es fácil y seguramente fracasarás varias veces en el intento, pero vale mucho la pena pues te permite la plenitud y realización que solo son alcanzables mediante este estado.
Brené Brown, una de las máximas autoridades sobre la vulnerabilidad en el mundo, solía hacerse la pregunta ¿qué haría en mi vida si estuviera segura de no fracasar? Hoy se pregunta ¿qué valdría la pena hacer en mi vida, aunque fracasará?
Y para ti, ¿qué valdría la pena hacer en tu vida, aunque fracasaras?
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