Marchar desde las periferias: así se vivió el 8M en Veracruz
No solo las mujeres marchan en la Ciudad de México, donde ponen sus reflectores los principales medios de comunicación. La marea fluye por todo México.
VERACRUZ. Un solo eco resonó para pedir justicia. A una sola voz, las mujeres marcharon para exigir que sus derechos sean respetados; para exigir algo tan básico como salir a las calles sin miedo. No era un solo evento, fueron muchos; pero sí una sola marcha: la marcha por los derechos de las mujeres.
En Veracruz, en Oaxaca, en Jalisco, en Nuevo León. En muchos estados -casi todos los del país- y en muchas ciudades, se realizaron marchas. Todas coincidieron en sus demandas para exigir un alto a las violencias contra las mujeres.
“Las víctimas al frente; familiares de las víctimas al frente”, se oía desde el altavoz, previo a la marcha en la ciudad de Veracruz. Era la primera vez que se llevaban a cabo dos marchas similares, que partirían desde distintos puntos y en diferentes horas. Por eso, muchas personas dudaban en redes sociales de la capacidad de convocatoria; pero la respuesta sorprendió: ellas tomaron las calles; las mujeres se unieron.
Miles fluyeron en la "marea". Los altavoces apenas se escuchaban entre el murmullo del contingente blanco, negro y morado. El sonido apenas sobresalía entre carteles que repetían, una y otra vez, la situación que se vive en el estado, la situación que se vive en todo el país.
Aunque separadas por muchos kilómetros de la capital de México -hacia donde los medios de comunicación siempre colocan los reflectores- a las mujeres las unen sus demandas. Esas que repiten año con año y que parecen no cambiar, justo como la situación del país, que tampoco cambia.
Los rostros que encabezaron ambas marchas ya son conocidos en la región: Claudia Alondra, Luz Delia Lagunes, Toñita, Monse Bendimes, Karina Casillas. Sus pancartas exigían justicia, pero las de muchas otras mujeres, iban por delante.
Los rostros de quienes han agredido a mujeres también se hicieron presentes en forma de imágenes en lo alto a todo lo largo de los contingentes, los cuales abarcaban varias cuadras. Esas imágenes provocaban, como siempre, reacciones de apoyo hacia quienes las portaban exigiendo justicia y no ser violentadas. Pero generaban, también como siempre, gestos de desaprobación hacia ellas, que únicamente exigen respeto y derechos.
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Presente también estuvo el miedo de no saber si volverán a casa cuando salen por las noches; el miedo de no saber si se convertirán en una más de las muchas asesinadas en el estado y en el país. La esperanza de que se puede ser la última, si alguien por fin hace caso a sus demandas. La fuerza de saber que no se está sola. La fuerza de saber que la marcha en la que se camina es solo una de las muchas que resuenan por todo México, aunque poco se hable de ellas.
Fotos: Ana Alicia Osorio
Conforme la 'marea' avanzaba las consignas cambiaban. Algunas se sentían en la piel y otras en el alma. Algunas generaban una sonrisa y otras ganas de corear por lo alto y con todo el coraje.
Al final, en ambas movilizaciones, acompañadas por la brisa del mar del puerto y a unas cuantas plazas de distancia, el coro de Canción sin Miedo, escrita por la cantautora Vivir Quintana, retumbó:
"Cantamos sin miedo, pedimos justicia, luchamos por cada desaparecida, que resuene fuerte nos queremos vivas"
Esa canción que se ha convertido en un himno feminista. Esa canción con la que todas se sienten identificadas cuando marchan. Esa canción que se canta con el corazón en la mano, pero que se canta para un día ya no hacerlo más
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Luego, una a una contaron sus historias a micrófono abierto en un mitin que se extiende y que sirve, a la vez, de terapia, de sanación y reparación al saber que no se está sola; que los agresores y el gobierno no volverán a tener la comodidad del silencio de las mujeres.
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