Amor y pareja: nuevas dinámicas en el siglo XXI

Cortejos digitales, menos matrimonios, más divorcios. ¿Qué tan líquido es el amor en el siglo XXI?

Foto: Pixabay
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CIUDAD DE MEXICO. La dinámica económica, la globalización, internet y los movimientos sociales de finales del siglo XX y principios del XXI han reconfigurado las relaciones de pareja y el concepto del amor, de acuerdo con expertos consultados por Dalia News + Media.

Y en México, vaya que han cambiado en tan solo dos décadas.

De acuerdo con el Censo 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 2019 se registraron 4 matrimonios por cada mil habitantes. En contraste, en 1999 se dio el pico más alto en la tasa de nupcialidad del que se tenga registro. Ese año hubo 7.6 matrimonios por cada mil habitantes.

Los divorcios, por otra parte, han aumentado. El año pasado se reportaron 160 mil 107 separaciones en comparación con las 52 mil 358 de hace 20 años.

Por otra parte, el porcentaje de población en unión libre se incrementó en 8 puntos porcentuales en dos décadas, al pasar de 10.3% del total de uniones conyugales a 18.3 por ciento.

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La historia cambia; las relaciones cambian

Martha Marmolejo, maestra en Ciencias Sociales y quien forma parte de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia, dice que a través de los siglos ha cambiado la manera en que la humanidad concibe el mundo e igualmente han cambiado sus expectativas de vida.

Así, el patrón de relaciones amorosas de nuestros antepasados, el de nuestros mismos abuelos y padres, ya no son los mismos de las generaciones jóvenes de esta época.

“Somos adultos, nos casamos, nos enamoramos y tenemos hijos... [Pero] ya no es así. La sociedad cambia y las perspectivas cambian, por ende, nuestras necesidades afectivas también cambian”, menciona.

Uno de los generadores de esa transformación ha sido el rol de las mujeres en la sociedad. Desde el siglo XX han ganado el reconocimiento de una serie de derechos humanos que les han dado independencia económica y social.

Pero otro factor es la prosperidad o precariedad económica de la sociedad en la cual se habita, pues eso incide en las decisiones que toman las personas en materia de pareja.

Ellas quieren divorciarse

Un estudio realizado en 2015 por la American Sociological Association (ASA) reveló que las mujeres inician casi 70% de los divorcios en matrimonios heterosexuales. No obstante, no hubo diferencia significativa sobre la ruptura en relaciones no matrimoniales o de unión libre.

Hasta ese momento, los científicos sociales argumentaban que las mujeres iniciaban la mayoría de los divorcios porque eran más sensibles a las dificultades en pareja.

Pero si ese argumento hubiera sido cierto, el estudio de ASA habría mostrado que ellas iniciaban la ruptura en igual proporción, tanto en matrimonios como en uniones libres.

Los investigadores también encontraron que las mujeres casadas reportaban niveles más bajos en la calidad de su relación de pareja en comparación con los hombres casados. En las uniones libres, mujeres y hombres reportaron los mismos niveles de calidad.

Michael Rosenfeld, profesor de la Universidad de Stanford y líder del equipo que llevó a cabo la investigación, mencionó que esos resultados apoyaban la afirmación feminista de que algunas mujeres experimentan el matrimonio heterosexual como opresivo o incómodo, debido a una serie de expectativas sobre roles de género y trabajos domésticos y de cuidados.

En cambio, las uniones libres, explicó Rosenfeld, "carecen del bagaje histórico y expectativas que hay sobre el matrimonio". En consecuencia, son más flexibles y adaptables a la perspectiva moderna, incluido el deseo de una mayor igualdad de género por parte de las mujeres.

"Creo que el matrimonio como institución ha tardado un poco en alcanzar las expectativas de paridad", subrayó Rosenfeld.

Martha Marmolejo menciona, en ese sentido, el impacto que ha venido teniendo la Cuarta Ola Feminista y un mayor acceso de las mujeres a información sobre sus derechos.

“Hemos tenido la oportunidad de cambiar muchas cosas y las mujeres son vistas de manera diferente. Tener esta perspectiva y [saber] que podemos ser económicamente independientes y podemos decidir sobre nuestra vida y sobre nuestro cuerpo, es lo que ha cambiado en los últimos años”, declara.

Las madres y abuelas de las jóvenes generaciones de hoy permanecían en una relación por un factor económico o porque en sus épocas una mujer divorciada perdía estatus social y era mal vista. Pero hoy las mujeres tienen mayor oportunidad de que su sostén y propósito de vida estén desligados de un hombre.

Aunque es cierto: todavía enfrentan una serie de grandes obstáculos. Máximo Jaramillo-Molina, socio fundador del Instituto de Estudios sobre la Desigualdad (Indesig), señalaba en otra entrevista para Dalia News+Media que la carencia de políticas públicas efectivas en materia de trabajo de cuidados, impide a las mujeres integrarse a la economía, obtener ingresos y mejorar su calidad de vida.

Quizá por ello están teniendo menos hijos. Según el Censo 2020, la tasa mexicana de fecundidad en los últimos 20 años pasó de cerca de 3 hijos por mujer a 2, pero en zonas urbanas es todavía menor.

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Vida social, al espacio digital

¿Cuántos solteros hay en México? El dato es de 18 millones 76 mil 353 personas. La distribución entre hombres y mujeres es casi la mitad y gran parte de ellos, aun antes de la pandemia, estaban buscando relaciones a través de apps especializadas.

De acuerdo con la encuesta anual El Amor en los Tiempos de las Telecom, elaborado por The Competitive Intelligence Unit (CIU), se estima que para 2022 casi 7 de cada 10 mexicanos y mexicanas habrán tenido una relación con alguien que conoció por internet.

El reporte muestra que actualmente 59.1% de la población afirma haber tenido una relación con alguien que conoció en línea. Esto representa un aumento de 31.9% respecto al año anterior. Esta alza se relaciona con el "empujón digital” que dio la pandemia en 2020, que ha llevado la vida social a la esfera digital.

Lo que llama la atención del estudio es que lo más buscado en las aplicaciones es una relación formal, con 39.5% de los encuestados que mencionaron ese objetivo. El 27.8% busca sexo casual.

Al respecto, el psicólogo Miguel Ángel Pérez, subraya el riesgo de las aplicaciones y cómo refuerzan una tendencia social: la cosificación de las personas.

La búsqueda de una relación en un catálogo, que además es gestionado por algoritmos, no garantiza la "pareja perfecta" y mucho menos cuando las personas tienden a mentir en las redes sociales sobre quiénes son realmente.

Los desarrolladores de estas aplicaciones solo buscan obtener ganancias, dice Pérez y enfatiza que las personas cada vez se conocen menos al establecer una relación. Antes, se lamenta, éramos "seres de contacto", pero con la web y los dispositivos móviles, ahora "somos seres de tecnología", incluso desde la infancia.

Antiguos desarrolladores de aplicaciones de citas como Tinder, Match, Bumble y Grindr mencionaron en una entrevista reciente para Bussines Insider que nunca consultaron a algún profesional en citas, psicólogos o terapeutas de parejas para crear las plataformas.

Uno de los entrevistados argumentó que habría preferido acudir a expertos en temas de atracción y amor, pero aseguró que nadie estaba interesado en ese momento en escuchar este tipo de opinión profesional.

Lee más: Un divorcio, una mutilación

La trampa de la perfección

Miguel Ángel Pérez también observa una dinámica cada vez más frecuente en las relaciones de pareja, exacerbada, además, por la digitalización. Se trata de la fachada de la perfección y es motivo de rupturas y de relaciones poco duraderas. Detrás de ella solo hay un miedo a ser auténtico.

El especialista explica que, por una parte, las sociedades imponen ciertos modelos de lo que se considera un buen prospecto de pareja. Por otro lado, las personas consideran que para ser amadas deben cumplir con ciertas características y que para amar, el otro también debe cumplir un listado de virtudes.

Bajo ese contexto nacen las relaciones. Pero, ¿qué pasa con los defectos? Se ocultan o se maquillan, pero tarde o temprano saldrán a la luz porque la imperfección es inherente al ser humano.

Se trata, pues, de relaciones ficticias porque ninguna de las dos partes se arriesga a mostrarse tal cual es. Tienen miedo a ser auténticos y establecer lazos con el otro desde ese lugar.

“El amor que ahorita está en boga en estas fechas, en realidad no es otra cosa que una serie de relaciones donde el miedo permea y donde las personas no se dejan ver tal como son”, expresa el terapeuta.

Para Miguel Ángel la autoestima subyace en el fondo de esto. Si una persona no se procura a sí misma, amor, cuidados y desarrollo, tendrá una autoestima enferma que le llevará al exterior a llenar sus huecos emocionales. Y una manera de hacerlo es a través de otra persona en una conexión amorosa.

Pero cuando no obtiene lo que necesita, deserta de la relación. De hecho, nunca lo obtendrá, por obvias razones.

El amor líquido del siglo XXI

El reconocido sociólogo polaco Zygmunt Bauman, quien falleció en 2017, usó el término modernidad líquida para señalar que las realidades sólidas de nuestros abuelos, como el trabajo o el matrimonio para toda la vida, se han desvanecido.

Bauman define la modernidad líquida como una figura de cambio constante y transitoria, atada a factores educativos, culturales y económicos.

De ahí derivan otros términos usados por el investigador como sociedad líquida o amor líquido; este último se refiere justo a la fragilidad de las conexiones humanas en el mundo globalizado.

Martha Marmolejo lo trae a la conversación en la entrevista porque pese a que esta teoría surgió en los años 50 del siglo pasado, se adapta al presente.

La científica social comenta que el amor líquido, en el contexto de las relaciones actuales, explica un poco porque las parejas ya no piensan en el amor a largo plazo y con cierta exclusividad.

Ese tipo de amor, señala, se está quedando rezagado en la medida en que los individuos ya no están dispuestos a someterse a los estrictos contratos de una institución. En este caso, esa institución es el matrimonio.

“No quiere decir que los millennials no quieren formar familias. Lo que no quieren es formar familias con contratos tan estrictos, que deban cumplir a fuerza en una relación donde no se sienten plenos”, explica.

Según Marmolejo, la teoría de Zygmunt Bauman es una crítica al amor pensado como una sustancia. Dado que sus partículas están sueltas, su estructura ha perdido la forma y ha dejado de ser sólida.

“Nos hemos vuelto tan líquidos, que hemos dejado de dar significancia al amor. Pero no necesariamente es así. [En realidad, hoy] ya no vemos este amor tan aplastante. Vemos el amor mucho más suave; no tenemos que estar comprometiendo nuestra integridad física y emocional”

Lee también: ¿Qué significa ser mujer?

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