6 niñas y jóvenes mexicanas que son un ejemplo a seguir en la ciencia

Aranza, Violeta, Milena, Danna, Geovana y Adelina tienen el potencial para ser reconocidas científicas mexicanas en el futuro.

Foto: Cortesías
Foto: Cortesías

CIUDAD DE MÉXICO. Apenas 9% de las adolescentes de 15 años en México tienen interés en estudiar algo relacionado con la ciencia o la ingeniería en contraste con 28% de adolescente hombres, de acuerdo con el estudio Brechas de Género en STEM, realizado por Movimiento STEM y Mujeres Unidas por la Educación.

Pese a que chicas y chicos poseen la misma capacidad intelectual para desarrollar el pensamiento matemático y científico, las mujeres y niñas confían menos que los hombres al desarrollarse en áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), indica el reporte.

Las carreras en estos campos son mejor pagadas y tienen una brecha de ingresos menor entre mujeres y hombres, pues mientras en otras áreas, por cada 100 pesos que gana un hombre en México, una mujer gana 78, en STEM ellas perciben 82 pesos, de acuerdo la investigación ¿Dónde están las científicas? Brechas de Género en Carreras de STEM, del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco). Por ello, es necesario fomentar la inclusión en esos campos, coinciden el Movimiento STEM y el (Imco), y ello obliga a cambiar planes de estudio y la forma de enseñar ciencia a las niñas.

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Hoy en día, existen algunas iniciativas de la organización civil que promueven la participación de las niñas en este ramo del saber y aunque, es obvio, que se requieren estos esfuerzos, urgen también políticas públicas a nivel federal que potencien la formación educativa del talento femenino para construir nuevas generaciones laborales que aporten todavía más a la economía, el desarrollo y la prosperidad del país.

Dalia Empower, el proyecto de educación continua enfocado a mujeres y especializado en life skills (soft skills), platicó con algunas de las niñas y adolescentes que integran algunas de esas iniciativas civiles y que hoy no son únicamente un modelo a seguir no solo por otras niñas y jóvenes como ellas, sino que debieran inspirar y empujar a los líderes de gobierno y de empresa a invertir en la formación de mayor talento femenino en México.

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Aranza Michelle Arroyo Negrete, 7 años

Aranza Michelle Arroyo Negrete, 7 años
Aranza Michelle Arroyo Negrete, 7 años

“¡Me divierte!”. Se apura a decir Aranza cuando se le pregunta sobre su interés en la ciencia. Es una niña curiosa que sonríe desde el otro lado de la videollamada. “Mi hermano entró a un curso de ingeniería y yo me interesé porque se veía muy divertido, y entonces le pedí a mi mamá que me inscribiera en Pauta y así me fue gustando la ciencia”, cuenta la también estudiante de segundo grado de primaria en las Ciudad de México.

Los talleres a los cuales asiste son impartidos por la organización civil Pauta -respaldada por el Instituto de Ciencias Nucleares de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)-, la cual busca fomentar que más niñas y niños se involucren en estas áreas.

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En esos talleres, Aranza ha realizado experimentos para saber si la forma de una flor influye en la atracción de más los polinizadores como los colibríes y para proponer que en espacios reducidos como las ventanas de los departamentos se coloquen macetas de flores para favorecer la polinización en zonas urbanas. Es decir, a sus cortos 7 años de edad ya ha obtenido conocimiento a través de la práctica de la ciencia.

Durante la charla saca rápidamente el tema de la desigualdad que hay en este campo. “Hay más hombres en la ciencia y también debe de ser justo, tiene que ser igual”, responde cuando se le pregunta si cree que debe haber más mujeres haciendo experimentos. Su materia favorita son las matemáticas y dice que cuando sea grande, quiere ser ingeniera o geóloga.

Aranza no es parte de la estadística de ONU Mujeres que muestra que alrededor de 9 cada de 10 niñas, entre 6 y 8 años, asocia la ingeniería con habilidades masculinas, de acuerdo con el informe Las Mujeres en Ciencias, Tecnología, Ingeniería, Matemáticas en América Latina y el Caribe, que analiza 19 países, incluido México.

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¡Ya casi es el día internacional de la niña y la mujer en la ciencia!🙌🏽 La @NASA_es en español comparte la novela gráfica digital: "𝐋𝐚 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫𝐚 𝐦𝐮𝐣𝐞𝐫: 𝐥𝐚 𝐩𝐫𝐨𝐦𝐞𝐬𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐍𝐀𝐒𝐀 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐥𝐚 𝐡𝐮𝐦𝐚𝐧𝐢𝐝𝐚𝐝"👩🏼‍🚀https://t.co/jDxm06BRpN#NiñasEnLaCiencia pic.twitter.com/DCLo7MQ1vV

— PAUTA (@PAUTAAC) January 17, 2022

Violeta Moreno Juárez, 9 años

Foto: Cortesía
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Estudia el cuarto grado de primaria y el año pasado una maestra la invitó a los talleres de Pauta. Enseguida los relacionó con las plantas medicinales, en las cuales siempre ha tenido interés, cuenta Violeta durante una videollamada con News + Media, la plataforma de información y noticias de Dalia.

La señal de su internet no es muy buena, pero Violeta tiene tiempo para narrar el proyecto de investigación para reforestar su escuela en el que estuvo involucrada. Tuvo que determinar cuáles eran los árboles idóneos para ese lugar y para ser regados con aguas grises filtradas. Aunque acaba de terminar otro proyecto distinto, ya está pensando en el siguiente y esta vez dice que sí se enfocará en investigar aspectos relacionados con las plantas medicinales.

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“Opino que no solo los hombres pueden; que las mujeres tenemos aspectos en la ciencia, en la matemática, en la ingeniería; no nada más los hombres, también las mujeres podemos […] Que [las niñas] le echen ganas, que no se dejen vencer por algún comentario, por alguna situación; que sigan adelante, que si tienen una oportunidad como esta, que la aprovechen, que no la dejen ir”, menciona al mandar un mensaje a otras niñas desde su natal Tlaxcala.

Milena Ruz Uranga, 11 años

Foto: Cortesía
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“Yo empecé experimentando y pues me gusta muchísimo experimentar y saber la verdad sobre las cosas”, cuenta Milena, quien se describe como una persona curiosa y aunque todavía no sabe lo que quiere ser de grande, tiene decidido que su actividad estará relacionada con las ciencias.

Hace dos años, narra, su mamá le dijo que la había inscrito en unas clases relacionadas con todos esos temas y que estaban respaldadas por la UNAM -en Pauta-, a lo que ella aceptó gustosa. Su proyecto más reciente fue un comparativo del crecimiento de las plantas de jitomate con riego de agua residual residencial y con riego de agua potable. Descubrió que se da un mejor comportamiento con agua potable.

“Andaba viendo la tele, un programa, no me acuerdo cual, y todavía estaba pensando de qué hacer mi proyecto porque me quedaban dos semanas para pensar mi proyecto. Entonces se me ocurrió una idea, probar con cuál de las dos aguas crece más rápido”, cuenta para dar un ejemplo de cómo se le ocurren ideas y preguntas que busca resolver: surgen de la vida diaria.

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Antes, realizó una investigación para conocer la relación de la percepción de inseguridad y el alumbrado público en Querétaro, de donde es originaria. El tema se le ocurrió una noche que caminaba por la calle con su mamá y con su hermano. En ese momento, vio a varios hombres en zonas poco iluminadas. Así surgió su tema y empezó a realizar hipótesis, una de sus partes favoritas al hacer investigación.

“Me gustaría que a más niñas les interesara la ciencia porque es súper divertida, y que más niñas pensaran como yo, que es súper divertida la ciencia para que hubiera más niñas en la ciencia”, dice Milena, quien| cursa quinto de primaria desde casa, en Querétaro.

ONU Mujeres reporta en su estudio que justamente es necesario intervenir en los primeros niveles educativos, pues la autopercepción y estereotipos de quiénes pueden estudiar STEM, son la primera barrera para que las niñas desarrollen interés, compromiso, motivación y disfrute por estas ramas del conocimiento.

La siguiente barrera está integrada por las creencias y expectativas de familiares y pares, por los apoyos que tengan, interacción con docentes, equipos e insumos, calidad de la enseñanza y estrategias de la escuela. Al final, aunque no menos importante, está la barrera de las legislaciones, las políticas públicas, y normas culturales y sociales.

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Danna Paula Rodríguez Ruiz, 14 años

Foto: Cortesía
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Al preguntarle cómo entró a los talleres de Pauta, lo primero que hace es reírse y contar que cuando estudiaba el primer grado de primaria, lo hacía en una escuela a tiempo completo donde la última hora estaba asignada a alguna actividad extracurricular. Había muchas, pero eran artísticas, como pintura o baile. No obstante, a ella no le gustaba ninguna. Entonces, maestra le propuso que se integrara al taller de ciencias de Pauta.

De eso hace nueve años, durante los cuales ha desarrollado distintos proyectos de investigación, entre ellos, uno que le dio un pase para exponer su trabajo en Argentina, a donde viajó en 2019, y en Turquía, aunque a este último país ya no pudo asistir debido a la pandemia del virus de COVID-19.

Su proyecto de biopapel consiste en obtener papel del lirio acuático, mezclando esta planta -dañina para los cuerpos de agua- con papel usado. “Me dio la oportunidad de conocer otro país, de conocer otras culturas, de conocer otras personas. y con este proyecto, que fue biopapel con lirio acuático, pude aprovechar un desecho que está afectando nuestros ríos, lagos y casi todos los cuerpos de agua que están en nuestro país”, dice.

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Otra de sus investigaciones favoritas es ‘tinta musa’, que consiste en obtener tinta de la planta de plátano que queda como desecho después de que el fruto y la hoja fueron utilizados. "Con el tallo de la planta del plátano, porque este también es un desecho y libera gases de efecto invernadero y puede llegar a afectar mucho las comunidades alrededor. Y mi familia tiene una huerta de café y plátano, y he visto que es un recurso que se desperdicia; no lo ocupan de nada porque, por ejemplo, en esta planta lo que se ocupa es el fruto y las hojas, pero esto se queda ahí nada más; de hecho algunos [dueños de plantaciones] lo dejan ahí o lo llegan a quemar incluso”, narra.

Danna logró obtener la tinta, pero piensa seguir haciendo investigaciones para tener diferentes colores y hacerla más fluida, con la finalidad de que en algún momento se utilice de manera comercial.

También ha trabajado investigaciones de bioplástico con cáscara de plátano y reutilización de pet, por lo que aun cuando no sabe qué va a estudiar, está segura que se desempeñará en algo relacionado con ciencia y medio ambiente.

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“Me gusta mucho [la ciencia] porque hallo, se encuentra la forma de reutilizar, se podría decir, lo que para otros ojos es un desperdicio. Me gusta mucho cómo encontrar la forma de utilizarlo y que ya no sea un desperdicio. Me ayudó mucho a cuestionarme mucho de muchas cosas y de contestármelas”, asegura.

Danna se desenvuelve muy cómodamente del otro lado de la videollamada. Hacer ciencia y presentar sus proyectos también le ha dado esa seguridad, asegura, y le ha permitido tener más facilidad en la escuela.

Ella, igual que sus compañeras, quiere que más niñas se interesen en tomar talleres, en conocer y experimentar. Está segura que si más mujeres se involucraran también habría más soluciones a los problemas que existen hoy en el mundo.

“Estaría muy padre que haya más mujeres involucradas porque a veces los ojos de un hombre no son los mismos que de una mujer; no los vemos desde la misma manera, siento que si hubiera más mujeres involucradas a lo mejor podríamos avanzar más rápido y ayudar”, señala.

ONU Mujeres coincide con ella: una mayor presencia de mujeres en la investigación y el desarrollo debido a las perspectivas, prioridades y enfoques específicos que mantienen fomenta la mejora de la ciencia, la tecnología y la innovación.

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Adelina Celit Pano Estrada, 18 años

El año pasado, Adelina desarrolló un prototipo de una máquina para abastecer de energía eléctrica a una parte de su comunidad en Chiapas, que no cuenta con ese servicio, utilizando para ello el agua el río Suchiate. El proyecto quedó en prototipo debido a la falta de tiempo y de recursos, no obstante, pudo comprobar que una máquina igual, pero más grande, funcionará.

Cuenta que se inició en los talleres de Pauta cuando cursaba la preparatoria. Al principio, creyó que serían clases como muchas otras. Sin embargo, se dio cuenta que la forma en la que enseñaban ciencia era práctica y muy diferente a lo que ella había conocido hasta ese momento.

“Las personas no se motivan a practicar [ciencia] porque no tienen una buena orientación hacia la ciencia y es más teórico, como que lo hacen muy aburrido y no, es muy divertido […] Siento que es muy necesario para todos, en especial para las niñas, para que vayan creciendo y vayan teniendo más un pensamiento motivador que ellas pueden, que se vayan interesando, más que nada. No hay organizaciones que digan: Mira te presento esto”, menciona.

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En ese sentido, es preciso acercar a las niñas a la ciencia antes de los tres años de edad y a través de la sensibilización sensorial, señala la Estrategia de Educación STEM para México, Visión de Éxito Intersectorial, elaborada por Movimiento STEM. En preescolar y primeria se deben generar nuevos planes y programas de estudio que tengan perspectiva de género y dar acompañamiento para fortalecer habilidades socioemocionales de las niñas. Posteriormente, en secundaria y nivel medio superior, se requieren clases de matemáticas y física de nivel avanzado en conjunto con universidades, según el documento.

Adelina llevó a cabo otro desarrollo en sus talleres: un juego de mesa contra los estereotipos de género al cual llamó Diverticulis. El juego combina dados, casillas, logros de algunas científicas y adivinar personajes.

Te aparecían cosas que han hechos científicas, científicos como para informarte de las mujeres, de todo lo que han hecho y lo que han aportado porque para los hombres hay más reconocimiento en las mujeres en la ciencia”, dice.

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Adelina tiene razón, pues de acuerdo con el reporte de ONU Mujeres, únicamente 3% de quienes han ganado premios Nobel en ciencias han sido mujeres. Además, en medios de comunicación y redes sociales se ha fortalecido el estereotipo del científico como “un hombre de gran inteligencia, blanco, soltero y sin hijos", lo cual desalienta a las niñas a ingresar al mundo de la ciencia y la tecnología.

Adelina está por hacer el examen de ingreso a la universidad y aunque ve muchas posibilidades en las áreas STEM, optará por contaduría porque, dice, para hacer ciencia no es necesario estudiar un área en específico. “Todo es ciencia; desde que te levantas hasta que te acuestas, todo es ciencia”, afirma.

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#Entérate📢 En México, solo 3 de cada 10 profesionistas con carreras relacionadas con ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, conocidas como #STEM, son mujeres. Por eso nos preguntamos ¿dónde están las científicas?🧪👩🏽‍🔬 Lee el análisis: https://t.co/DhG8w3qTHh

— IMCO (@imcomx) February 1, 2022

Geovana Michelle Martínez - 18 años

Foto: Cortesía
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Michelle siempre la han atraído las investigaciones. Quiere dedicarse a una carrera relacionada con las ciencias biomédicas. Cuando su amiga la invitó al club de ciencias de Pauta, no lo pensó y ni siquiera le avisó a sus papás que se integraría. Debido a la pandemia, los talleres eran virtuales y solo les contaba que tendría videollamada. Eventualmente les contó y obtuvo su apoyo.

Era marzo de 2021, tuvo que escoger un proyecto. El Día Internacional de la Mujer se acercaba y ella y su equipo decidieron investigar los micromachismos en el ámbito educativo. “Nos encontramos en Facebook una publicación que hablaba de micromachismos y dijimos: Estaría padre esto en el ámbito de los docentes porque los docentes tienen una influencia en los alumnos y a veces los docentes impactan de manera negativa y positiva en nosotros”, contó.

Su investigación quedó inconclusa debido a que tuvieron una cantidad de respuestas pequeña. Sin embargo, encontraron que este tipo de expresiones machistas, que son parte de la vida cotidiana, parecen inofensivas y replican los estereotipos de género, son parte del día a día de la comunidad educativa.

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El proyecto de Michelle corresponde a las ciencias sociales, un área que han sido dejada de lado como parte del conocimiento para dar dar más relevancia a las ciencias duras y las áreas técnicas. Hoy en día se suele verlas incluso como algo que no requiere de estudios. El mismo Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia -cada 11 de febrero- alude a la inserción de las mujeres en las ciencias exactas pero se omite esta otra área del saber humano, señala el artículo El Rol de la Mujer en las Ciencias Sociales, publicado por la Gaceta de la UNAM.

Las ciencias sociales son importantes porque permiten analizar el presente desde el pasado y hacia el futuro, así las interacciones humanas y las culturas, indica el artículo, que cita a la investigadora Olivia Tena Guerrero del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades.

Al referirse a esto, Michelle considera que "no está bien" relegar a la ciencia social. "A final de cuentas nosotros somos humanos, vamos a convivir con la sociedad toda la vida, desde que nacemos hasta que morimos. Entonces se tienen que estudiar estos problemas sociales; también se tienen que estudiar”, afirma.

Michelle piensa seguir haciendo investigaciones. Le interesa el medio ambiente. “Me di cuenta que hay una gran problemática ambiental; tuve un debate interno y me dije: No serviría de nada que haga un proyecto social cuando ni siquiera habría un mundo para vivir”.

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Michelle, como le pasa a muchas mujeres que se quieren dedicar a la ciencia, ha tenido cuestionamientos de sus pares y familiares sobre su intención, aunque se considera afortunada de no haber encontrado tantas trabas como, sabe, sucede en otros casos.

“¿Segura que vas a tener tiempo cuando seas grande para la familia? ¿Segura que quieres dedicarte a la ciencia? Entonces, digamos que en ese aspecto, pero no fue como: No, es que eres mujer; mejor quédate en la casa y para qué experimentas”, explica.

El reporte de ONU Mujeres afirma que, para dedicarse a las áreas STEM, las mujeres en todas las etapas de su vida encuentran barreras estructurales y culturales, incluidas las que se refieren a conciliación de trabajo y familia, así como predomino masculino.

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