‘Xochiland’ vs. el mundo real

En el México soñado de Xóchitl Gálvez la maternidad es elegida, las madres tienen apoyo en cuidados para poder trabajar, hay oportunidades para todos. En la vida real, enfrenta poderes y estructuras tradicionales, viejos y liderados por hombres.

Xóchitl Gálvez
Xóchitl Gávez, senadora del PAN y aspirante a ser la abanderada del Frente Amplio por México en las elecciones presidenciales de 2024 en México. Foto tomada de X @XochitlGalvez

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CIUDAD DE MÉXICO. Supongamos que 'Xochiland' es el mundo visto a través de los ojos de Xóchitl Gálvez, en el que ella sueña con ser la primera presidenta de México. En Xochiland, el país está más que preparado para ser gobernado por una mujer: una líder inteligente, trabajadora, filántropa, progresista. De orígenes humildes, ingeniera en computación y empresaria exitosa. Que llegó a la política por sus talentos, trabajó en beneficio de los pueblos originarios y es feminista; conoce de Inteligencia Artificial, de energías limpias y se mueve en bicicleta por las calles de la Ciudad de México.

La senadora por el PAN –aunque no militante de ese partido– se dice orgullosa de sus raíces indígenas. Viste con huipiles, es fan del Cruz Azul, usa un lenguaje coloquial y suele aparecer de buen humor, a causa –dice ella– de su buena salud sexual. Si llega al gobierno tiene planes de regular la producción y venta de marihuana con fines medicinales y recreativos. En varias entrevistas ha contado, de forma abierta y sin tapujos, que consumió peyote y ayahuasca a raíz de su búsqueda espiritual.

Todos los días pueden ser un gran día en 'Xochiland', como aquel en que la aspirante a la presidencia acudió a la cámara de senadores disfrazada con una enorme botarga de tiranosaurio rex y llevando un cartel con la frase “Jurassic plan”. Así se manifestaba en contra de la propuesta de reforma electoral del presidente Andrés Manuel López Obrador, que en opinión de Gálvez, significaba un retroceso a “la época de los dinosaurios priistas”.

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En Xochiland, los jóvenes mexicanos sabrán escribir código y hablar inglés. Y aún los más desfavorecidos del sistema podrán trascender sus condiciones, estudiar y conseguir un trabajo digno. Gálvez sostiene que la economía nacional crecerá gracias al nearshoring, una estrategia para atraer empresas extranjeras al territorio: pero no solo al norte del país y no solo maquiladoras. También ha dicho que los programas sociales implementados por el gobierno de AMLO, de apoyo económico a estudiantes y a personas de la tercera edad, se mantendrán vigentes y serán aumentados.

La maternidad en 'Xochiland' solo puede ser elegida, porque, como ha dicho en varias ocasiones, el derecho de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos es un asunto que ya ha sido zanjado por la Suprema Corte. En la visión de Gálvez, las que sí decidan ser madres deberán contar con el apoyo total del Estado, de modo que puedan desarrollar sus profesiones a la vez que las infancias reciben una educación de calidad en guarderías y escuelas de tiempo completo.

Por supuesto que en 'Xochiland', está más que aceptado que todas, todos y todes tienen derechos y libertades, cualquiera que sea su identidad sexual. Gálvez celebra la diversidad desde sus redes y en las calles cubiertas de arcoiris, porque amor es amor. Como senadora ha impulsado temas como el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades afromexicanas, así como de las personas trabajadoras del hogar.

Y sin embargo, no todo es color de rosa en 'Xochiland', pues Gálvez entiende que la crisis climática es una emergencia que hay que atacar. Por eso, la senadora y exdelegada de Miguel Hidalgo (CDMX) contempla un México en el que se deje de dar prioridad a la producción de combustibles fósiles y se cambie el foco hacia las energías renovables: solar, eólica e hidrógeno verde.

Instalada de lleno en una campaña prematura, Xóchitl habla de un México futuro en el que reinará la paz y la justicia. Aunque no ha detallado su estrategia de seguridad, sí ha dado algunas pistas. Ha hablado, por ejemplo, de “yucatanizar” las policías estatales. Es decir, ofrecer sueldos competitivos y beneficios sociales amplios para tener policías motivados, como se ha hecho en la entidad con menores índices delictivos en México.

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Pero en el mundo real… reivindicar algunas políticas de seguridad de Felipe Calderón, como hizo Gálvez en un mitin en Guanajuato, puede despertar suspicacias en un sector de la población. Después de todo, fue a raíz de la declaración de guerra al narcotráfico por el expresidente panista que los índices de violencia en México se dispararon. El clima de inseguridad y el poder de las organizaciones criminales es el asunto que más preocupación genera en los mexicanos. Pero también es verdad que la estrategia de pacificación de AMLO, la llamada “abrazos no balazos”, no ha tenido resultados. El propio presidente ha aceptado que su sexenio registra el mayor número de homicidios, aunque él lo achaca a la actuación de gobiernos anteriores.

Por otro lado, el país nunca ha tenido una presidenta en el mundo real y uno de cada cuatro mexicanos cree que aún no estamos preparados para ser liderados por una mujer. Xóchitl Gálvez no es todavía la candidata oficial de la oposición y ya se enfrenta al golpeteo constante del aparato del Estado, en particular del hombre más poderoso del país. Y en el caso de que sí resulte la coordinadora del Frente Amplio por México, es claro que deberá sentarse en la mesa de negociaciones con los hombres que históricamente han ostentado el poder político: los líderes del PAN, el PRI y el PRD, los partidos tradicionales que, como dijo la senadora de Movimiento Ciudadano, Patricia Mercado, “siguen siendo muy patriarcales en sus formas de tomar decisiones”.

En el mundo real, faltan 10 meses para las elecciones de 2024, pero ya ha comenzado la lucha por la continuidad o la ruptura. Desde sus conferencias mañaneras, López Obrador se ha referido a Gálvez como “la candidata de la mafia del poder” y un “títere de la oligarquía”. En particular, de empresarios como Claudio X. González y de expresidentes como Carlos Salinas y Vicente Fox, que de acuerdo con AMLO, pretenden restaurar en México un modelo económico neoliberal. Gálvez podría o no estar vinculada con los personajes que presume López Obrador, pero los dichos de un presidente, con una alta presencia mediática y un nivel de aprobación ciudadana del 60%, terminan por instalarse en la conversación pública.

Por eso, la senadora denunció a López Obrador por violencia política de género ante el Instituto Nacional Electoral (INE), argumentando que sus comentarios “reproducen patrones y estándares históricos que han colocado a la mujer siempre por debajo de los intereses y estrategias de los hombres”. El árbitro electoral consideró en un primer momento que las opiniones de AMLO sobre Gálvez eran “una crítica dura, propia del debate político”, pero no derivadas de su condición de mujer. En el mismo sentido se pronunció en un acto público Nadine Gasman, directora del Instituto Nacional de las Mujeres, quien llamó a las mujeres que participan en política a “aguantar vara”, “no victimizarse” y a diferenciar entre lo que es política y lo que es violencia política en razón de género”.

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Pero Xóchitl Gálvez imputó la decisión del INE ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), que finalmente le dio la razón y ordenó al organismo rectificar su fallo. Los magistrados consideraron que los dichos de López Obrador “invisibilizan la trayectoria de una mujer desde su origen, que pretende un liderazgo política por ella misma y no por los señores a los que se les dice oligarcas”.

Sin duda, fue un triunfo para la aspirante presidencial, pero Gálvez aún tiene varias batallas por librar, incluidas las múltiples acusaciones y denuncias formales en su contra por presuntos conflictos de interés entre sus facetas de servidora pública y de empresaria. No solo el presidente, sino otros miembros del partido oficialista, han asegurado que el éxito económico de Xóchitl Gálvez se debe a actos de corrupción, y eso, en el mundo real, representa otro factor en contra para la senadora.

Porque en el mundo real, la mayoría de los mexicanos en situación de pobreza no tienen la suerte ni la tenacidad que tuvo Xóchitl Gálvez para superar las condiciones de un hogar empobrecido con violencia intrafamiliar, hasta llegar a convertirse en una empresaria con reconocimiento internacional y habitante de las Lomas de Chapultepec, uno de los barrios más caros de la Ciudad de México. Según la Encuesta de Movilidad Social en México 2019, 74% de las personas que nacen en los hogares más pobres se quedan en situación de pobreza. Un ascenso como el de Xóchitl Gálvez, desde la base hasta la cima de la escala económica, solo lo experimenta el 3% de las personas.

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Además, los últimos datos económicos del mundo real parecen dar la razón a López Obrador en su lucha contra la pobreza y la desigualdad social. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2022, realizada por el INEGI, desde 2018 aumentó el ingreso promedio de todos los hogares un 11%, y el de los hogares más pobres, un 19.3%. Las estimaciones preliminares del Coneval arrojan que hay cinco millones menos de pobres desde que AMLO asumió el poder y las tasas de pobreza extrema son las más bajas desde que se lleva registro.

De acuerdo con todas las encuestas, si hoy fueran las elecciones presidenciales en el mundo real, Morena continuaría en el poder, probablemente bajo el liderazgo de Claudia Sheinbaum o de Marcelo Ebrard. Sin embargo, faltan aún 10 meses de campañas y en apenas algunas semanas, Xóchitl Gálvez ha ido aumentando su presencia en los medios y en las preferencias del electorado. Si resulta la candidata de la oposición, tendrá el enorme reto de crear un proyecto de unidad con los debilitados viejos partidos, pero también la oportunidad de capitalizar el descontento de la clase media hacia el gobierno de López Obrador. Las fichas del tablero político están en movimiento. Falta esperar para saber si el mundo real puede llegar a parecerse a 'Xochiland'.

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