#NoMoreMatildas busca hacer justicia a las científicas invisibilizadas
Científicas españolas lanzaron la iniciativa para combatir el Efecto Matilda, que se refiere a mujeres de ciencia cuyos logros se atribuyen a colegas hombres.
CIUDAD DE MÉXICO. Si Albert Einstein, Erwin Schrödinger o Alexander Fleming hubieran sido mujeres, ¿serían reconocidas por la ciencia y por el mundo al mismo nivel? Quizá habrían quedado en el olvido y sus ideas hubieran sido robadas. De hecho, ha ocurrido así con varias científicas a lo largo de la historia, con lo cual se ha negado a las nuevas generaciones de mujeres contar con referentes en este campo.
Esther Lederberg, Rosalind Franklin y Chien-Shiung Wu son solo algunos ejemplos.
Lederberg fue una microbióloga estadounidense, pionera en investigaciones sobre genética. Su trabajo contribuyó a entender cómo funcionan los genes y ayudó a su esposo Joshua Lederberg a ganar el Nobel de Medicina en 1958. Ella fue olvidada.
La biofísica británica, Rosalind Franklin, fue pionera en cristalografía de Rayos X. Obtuvo una imagen de una molécula de ADN que resultó fundamental para descifrar su estructura. Fue uno de los hallazgos científicos más importantes del siglo XX.
Pero James Watson, Francis Crick y Maurice Wilkins fueron reconocidos por estos avances al recibir el Nobel de Medicina en 1962.
Chien-Shiung Wu participó en el desarrollo de la bomba atómica como parte del Proyecto Manhattan.
En los años 50, los físicos teóricos, Tsung-Dao Lee y Chen Ning Yang, pidieron ayuda a Wu para refutar la ley de paridad. A través de varios experimentos, esta científica china-estadounidense lo logró y eso ha llevado a importantes descubrimientos sobre las partículas elementales. No obstante, quedó fuera del Nobel de Física de 1957, el cual fue otorgado a Yang y a Lee.
Pocas mujeres científicas en el mundo
Al desdeñar a las mujeres brillantes en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas -considerados masculinos durante siglos- se perpetuaron estereotipos por generaciones.
Eso ha sido un factor relevante que impacta en nuestros días. ¿Cómo? En la baja presencia de mujeres en esas carreras denominadas STEM, por sus siglas en inglés.
De acuerdo con información de la Unesco, el porcentaje de mujeres en carreras científicas en el mundo es inferior a 50%, para ser exactos 28.5 por ciento.
El dato coincide con el de Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) que es todavía más bajo, pues refleja que 19% de las mujeres estudian una carrera relacionada con ingeniería o ciencia.
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En México, la participación de investigadoras llega a 33% del total de científicos que trabajan en el país y se estima que solo 9% de las niñas están interesadas en adentrarse a las matemáticas o a las ciencias, en contraste con 28% de los niños.
El Efecto Matilda
Este es el escenario que pretende cambiar la campaña #NoMoreMatildas (No Más Matildas), lanzada hace unas semanas España, la cual busca hacer conciencia sobre la injusticia que se ha cometido contra las científicas, al ser ignoradas de manera sistemática junto con sus hallazgos.
Pretende evidenciar, además, que los méritos que ellas debieran recibir, han sido asignados a algún compañero de investigación e incluso a sus mismos esposos.
El nombre de este movimiento deriva del término Efecto Matilda, el cual hace referencia, precisamente, al prejuicio a la hora de reconocer los logros de las mujeres científicas, cuyo trabajo a menudo se atribuye a sus colegas masculinos.
Matilda Joslyn Gage, activista del sufragio femenino, fue la primera en señalar este sesgo. De hecho, Matilda dedicó también su carrera a reivindicar el papel protagonista de figuras femeninas olvidadas en la historia.
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En 1993, la historiadora de la ciencia, Margaret W. Rossiter, usó el nombre de Joslyn Gage para acuñar el concepto de Efecto Matilda.
La campaña que busca empoderar a las científicas
La Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) de España, con apoyo de la Oficina del Parlamento Europeo, lanzó la campaña de concientización #NoMoreMatildas a mediados de enero pasado.
La iniciativa cuenta con su propia plataforma web y trabaja en hacer visibles a las mujeres científicas del pasado y de hoy.
También propone actualizar los libros escolares de primaria y bachillerato, no solo para dar el lugar que corresponde a las científicas que han sido relegadas, sino para estimular a las niñas hacia este campo y contrarrestar los estereotipos que les hacen creer que son menos inteligentes y dotadas que los niños.
Carmen Fenoll, presidenta de La Asociación De Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (Amit), considera que para erradicar el Efecto Matilda no solo se necesita divulgación de información, sino que las instituciones de gobierno protejan a las mujeres de la discriminación.
Menciona, en una entrevista publicada por el sitio #NoMoreMatildas, que la infrarrepresentación de las mujeres en la ciencia es conocida desde hace décadas.
Al respecto, detalla que en los años 70 se estableció la Association for Women in Science en Estados Unidos y luego siguió una sensibilización de la Comunidad Europea que culminó, en 1999, con la integración del Grupo de Helsinki, que examina la situación de las mujeres en este ramo en 30 países.
Fenoll reconoce que la brecha de género para las científicas aún persiste, pese a los esfuerzos que se han hecho a nivel internacional.
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