Guía para responder a los micromachismos en el trabajo y los negocios

De inicio, debes aprender a identificar los abusos o imposiciones machistas que quizá hoy consideras como una normalidad.

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CIUDAD DE MÉXICO. Eres mujer y te has preparado para lograr un gran desempeño profesional y trazar una carrera, pero las probabilidades de que vivas episodios de micromachismos en tu lugar de trabajo son más que altas.

Sin importar a qué te dedicas ni el giro en el que te desarrollas, estas conductas están presentes en la cotidianidad de todas las mujeres, pese a que la conversación pública pretende erradicarlas gracias a su discusión.

Michomachismos: ocultos y cotidianos

Pero primero es necesario definir qué es un micromachismo. El término fue acuñado ¡hace 20 años! por Luis Bonino Méndez, un psicoterapeuta español, quien publicó su artículo homónimo en la revista Cibeles.

Luis Bonino se refiere por micromachismo a los “pequeños y cotidianos controles, imposiciones y abusos de poder de los hombres sobre las mujeres".

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"Son comportamientos que obstaculizan la igualdad con las mujeres en lo cotidiano, especialmente invisibles y ocultos para las mujeres que los padecen”, sostiene el experto.

Estos comportamientos responden a ideas y prácticas interiorizadas, consideradas “naturales”, es decir, justificadas. Sin embargo, en contraste con la definición original del término, estas actitudes son cada vez más visibles para todas las mujeres gracias a la difusión del tema.

Al respecto, Catalina Ruiz-Navarro, periodista, activista y creadora del hashtag #MiPrimerAcoso, asegura que el término no es preciso.

"No me gusta el concepto micromachismos, porque hacemos creer que son inofensivos", asegura.

En línea con Ruiz Navarro, Eréndira Derbez y Claudia de la Garza, escribieron e ilustraron el libro No son micro. Machismos cotidianos, que busca fungir como una guía para identificar estos comportamientos.

Bajo exigencias laborales

En entrevista con Dalia News+Media, plataforma de noticias e información de Dalia Empower, Eréndira Derbez asegura que identificar estas conductas como lo que son, actos de machismo, es el primer paso para saber reaccionar ante estas situaciones.

Respecto a los machismos que viven las mujeres en el mundo de laboral y de los negocios, menciona la lesbofobia.

A las mujeres "a quienes les empieza a ir bien en el ámbito laboral, ya sea pertenecientes a algún tipo de disidencia sexual o mujeres que muestran características que no se consideran lo suficientemente 'femeninas', se les agrede con comentarios sobre su orientación sexual o sobre su aspecto físico”, señala.

Un machismo más es el castigo por ser madre y no contar, supuestamente, con el mismo rendimiento y desempeño. Esto, cuando ya de por sí para una mujer es más difícil decidir llevar una carrera y ser madre al mismo tiempo, pues corre con desventajas como: limitados esquemas flexibles para madres trabajadoras, permisos de paternidad para los hombres que no son mandatorios y una débil participación de ellos en la crianza.

En ese sentido, es claro que los trabajos de cuidados no están bien repartidos ni están bien remunerados.

Para una profesionista no hay tiempo para maternar, sostiene la ilustradora que también dirige el proyecto de Estudio Plumbago.

Un machismo más es la exigencia que ellas enfrentan con relación a su apariencia física.

"A las mujeres se les exige una imagen impecable, sobre todo en espacios que tienen que ver con negocios. Con base en un doble estándar que les permite a hombres no preocuparse por factores como sobrepeso, calvicie, la apariencia de su piel, etcétera; mientras que las mujeres tienen que hacer ejercicio, pintarse la raíz, las uñas..."

Sororidad y comprensión

Para Eréndira Derbez, es necesario sostener un pacto de cordialidad entre mujeres, incluso en el disenso. “El patriarcado nos lanza a competir entre mujeres y son tan poquitas las oportunidades que nos la tenemos que arrancar entre unas y otras”.

Menciona que aquellas mujeres que históricamente han llegado a romper techos de cristal -la mayoría, mujeres blancas y pertenecientes a círculos sociales más ventajosos-, pueden abrir espacios a otras.

“No es obligatorio para quienes llegan ahí, pero pueden aprovechar el privilegio para abrir espacios a mujeres de diversos contextos y posibilidades”, exhorta.

Isabel Davara, socia fundadora Davara Abogados, asegura que tras una reflexión aprendió a identificar los machismos cotidianos en su vida, tanto personal como laboral. Ella propone cambios desde la comprensión de la otredad.

“Creo que hay que acercarse a este cambio de cultura desde la compasión, desde el entendimiento del otro y de nosotras mismas. Por ejemplo, el uso del lenguaje y de las expresiones, si bien hay que cambiarlo, hay que tener en cuenta que muchas veces no se hace a propósito porque todos fuimos educados en este sistema patriarcal”, dijo.

Asegura, que aunque es muy difícil, se puede intentar ver el trasfondo de los ataques y procurar, en la medida de lo posible, evidenciar sin violencia a las personas que los perpetran.

“Por ejemplo, con los meseros que le dan la cuenta al hombre siempre, o a quienes te preguntan por qué no fuiste al festival de tu hijo”, puntualiza.

También considera que el apoyo femenino es fundamental para crear redes que enseñen a otras mujeres qué tipos de violencia pueden vivir y cómo responder. Pero igualmente subraya la importancia de que las propias mujeres tomen la iniciativa de educarse para no perpetuar ellas mismas los micromachismos.

¿Cómo deberías responder?

Reaccionar ante un micromachismo no siempre es sencillo, pero puedes seguir estas recomendaciones de Ella F. Washington, Alison Hall Birch y Laura Morgan Roberts publicadas en el sitio de Harvard Business Review.

  • Responder inmediatamente. Hacer manifiesta la agresión de otra persona en el momento en que lo hace puede ayudar a corregir la conducta, pese al riesgo de que la respuesta que recibas busque subestimar tu sensación de agravio.
  • Responder, pero más tarde. Si la reacción inicial impide mantener un diálogo que pueda resolver la situación, puedes considerar hablar posteriormente y en privado con la persona que ejerció el machismo. Esto te ofrece una mayor posibilidad de articular de mejor manera una respuesta; no obstante, el desfase temporal puede dar pie a que te perciban como una persona que guarda rencor y no puede seguir adelante.
  • Escoge tus batallas. Tú misma determina cuántos recursos (tiempo, energía, disposición emocional) quieres hacer para abordar la conducta machista. No tienes que responder a cada incidente si no quieres o no sientes que tienes la capacidad para hacerlo. “Siéntate capaz de hacerlo cuando decidas que debes hacerlo”, dicen las autoras.
  • Mide las consecuencias. Hay consecuencias por hablar y por permanecer en silencio. Solo tú puedes determinar qué acción tiene mayor peso para ti en una situación específica.
  • No dudes de tus emociones. Las microagresiones son tan frecuentes que pueden hacerte dudar sobre la legitimidad de tus reacciones; sin embargo, recuerda que cualquier emoción es legítima y debe influir en tu decisión sobre si vas a responder y cómo, cuándo y en dónde.
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