Eliminar la violencia de género en la empresa: grandes y pequeños pasos

La violencia hacia las mujeres debe ser atendida también desde el frente laboral. Escriben Ana Paula Jiménez y Ricardo Moreno, de PwC.

Foto: Pixabay
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A pesar de los considerables avances y logros conseguidos en las últimas décadas para brindar a las mujeres espacios más seguros y equitativos, la violencia de género es todavía una de las problemáticas no resueltas más apremiantes, ya que esta se manifiesta, en proporciones y formas distintas, en cada rincón del mundo. Es por esta razón que la ONU declaró el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer; una fecha destinada a reflexionar y poner en marcha los mecanismos preventivos y de acción sobre la realidad que experimentan día a día las mujeres.

Para dar una idea del contexto al que nos referimos, de acuerdo con las estimaciones mundiales publicadas por la Organización Mundial de la Salud, alrededor de una de cada tres mujeres (33%) en el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual por parte de su pareja, o violencia sexual por parte de terceros, en algún momento de su vida.

Esto también se ve reflejado en estudios nacionales como la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares del INEGI, en la que se muestra que 66% de las mujeres mayores de 18 años en México ha sufrido algún tipo de agresión física, psicológica o sexual. Sin embargo, la violencia no solo se queda en los hogares, también se traslada al ámbito escolar (25%), laboral (27%) y comunitario (38%); a través de conductas de acoso, hostigamiento, humillación e intimidación, discriminación por embarazo e incluso violencia física, llegando a la privación de la vida.

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Hablando particularmente de la violencia en el ámbito laboral, la presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) compartió que 50% de la fuerza laboral femenina ha sufrido violencia emocional y 54% violencia sexual en el lugar de trabajo; lo que impacta psicológica, física, económica y laboralmente a las víctimas. De acuerdo con el INEGI, de las 2 millones de mujeres que han señalado sufrir de violencia en sus espacios de trabajo; 95,000 han renunciado a causa de ello. Algunas de las formas en que la violencia se puede manifestar en el trabajo son: acoso y maltrato verbal, bullying o mobbing, tratos preferenciales, amenazas, carga de trabajo desmedida con el fin de chantajear o “castigar”, alienación con los equipos de trabajo, etc.

A pesar de que este tipo de violencia es una realidad latente, la mayoría de los casos no suele ser denunciado debido al temor a las represalias, la revictimización o a que esto pueda truncar sus carreras profesionales. Lo anterior ocasiona que dentro de las organizaciones no exista una conciencia plena sobre lo que ocurre entre sus paredes y, por lo tanto, no puedan tomar acciones concretas para erradicar estas conductas.

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En respuesta a este fenómeno, organizaciones y dependencias de gobierno como la Secretaría del Trabajo y Previsión Social han creado protocolos dirigidos a los empleadores para prevenir, atender y erradicar la violencia laboral en los centros de trabajo, tomando en cuenta aspectos como la identificación de las personas responsables para implementar los procesos adecuados de detección y prevención; así como los mecanismos de atención para denunciar y atender casos.

La pandemia dentro de la pandemia

Además del complejo entorno global de inclusión de género, la situación derivada de la pandemia ha afectado en numerosos aspectos a las mujeres. Según un reporte publicado por la Pan American Health Organization (PAHO), la violencia contra la mujer tiende a aumentar en cualquier tipo de emergencia, incluidas las epidemias. Esto se debe a que las mujeres que ya vivían situaciones de violencia doméstica, se vieron obligadas a pasar mayor tiempo con su agresor, lo que muchas veces conlleva al distanciamiento de sus círculos de seguridad, el acceso controlado a sus posesiones y el aumento de las tareas en el hogar, incluyendo el cuidado de la familia e hijos, debido al aún latente estereotipo del papel de las mujeres como cuidadoras.

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Esta situación vino a reforzarse aún más con la gran cantidad de empresas que migraron sus operaciones a un esquema de trabajo totalmente digital y remoto o híbrido, llevando la pandemia de la violencia aún más a la sombra. Incluso antes del confinamiento, la violencia doméstica ya era una situación que experimentaba una de cada tres mujeres en todo el mundo. En un momento tan crítico para las mujeres, se necesitan acciones urgentes en todas las esferas para mitigar el impacto y plantear estrategias que realmente ataquen el problema para erradicarlo. Muchas organizaciones están invirtiendo tiempo y recursos para apoyar a su talento femenino; no obstante, estos apoyos deben aumentar.

Debido a que la violencia se expresa de numerosas formas, es importante mantenerse alerta sobre cómo comienza y puede llegar a escalar si no se toman acciones a tiempo. En este sentido, existen varias opciones disponibles para que las víctimas -así como sus personas cercanas y de confianza- detecten situaciones de violencia a tiempo y actúen oportunamente.

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Cómo ser parte de la solución, no del problema

A menudo, se cuestiona el impacto que fechas como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer pueden tener. Si bien es cierto que el problema de la violencia de género es sistemático, crítico y demasiado complejo como para ofrecer una solución tajante, días como este permiten abrir la conversación para ayudar a visibilizar más el tema y concientizar a las personas y empresas al respecto, se ofrecen alternativas de prevención, denuncia y ayuda para las víctimas, entre otras acciones.

Adicionalmente, es importante formar redes de aliados en contextos como la familia o el trabajo, que se mantengan siempre alertas y puedan intervenir en situaciones críticas, a través de:

● Educarse y educar a otros sobre el fenómeno de la violencia de género.

● Utilizar las herramientas adecuadas: hacer uso de la información a nuestro alcance y formar parte de las comunidades para aliados que las organizaciones pongan a disposición de su gente.

● Interesarse por las acciones que la organización y los equipos de trabajo están implementando para atender la violencia.

● Acercarse a las posibles víctimas con empatía: abrir la comunicación, escucharlas y creer en sus testimonios.

● Actuar en consecuencia de la confianza: esto significa respetar los límites que la víctima nos comunique, siempre y cuando éstos no arriesguen su integridad.

● Alentar la denuncia y compartir con las víctimas las vías que existen para hacerla.

● Apoyando a organizaciones sin fines de lucro: informarse sobre las organizaciones enfocadas en prevenir y atender situaciones de violencia de género. Involucrarse con ellas difundiendo su labor, colaborando como voluntario o donando a la organización, son medidas que impactan positivamente.

Dentro de nuestra firma, el primer paso para progresar es aceptar la responsabilidad, misma que tienen todas y cada una de las empresas que conforman el ecosistema global de negocios. Estamos enfocados en nuestra estrategia para impulsar el cambio sostenible. El viaje de diversidad, equidad e inclusión es uno de los desafíos más difíciles de afrontar para una organización pero, como la mayoría de las cosas de suma importancia, es lo correcto.

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El futuro

Una multitud de agentes influyen en la violencia de género, pero afortunadamente, una multitud de actores emergen para combatirla.

Aunque no podemos hablar de un presente ideal, sí podemos hacerlo de un futuro prometedor. Cada vez son más las personas y empresas con conciencia de género, las mujeres que ya no se quedan calladas -y rompen círculos de violencia al verse empoderadas económicamente- y las acciones que nos acercan más a una cultura global que avanza hacia la erradicación de esta.

Todavía queda mucho por hacer. Los retos a los que nos hemos enfrentado en los últimos años nos enseñan que ningún integrante de la sociedad puede bajar la guardia, pues la violencia, desafortunadamente, sigue siendo una constante en el entorno, por lo cual es necesario establecer mecanismos y procesos que nos permitan hacerle frente, prevenirla y seguir impulsando espacios seguros dentro y fuera de las organizaciones.

Por nuestra parte, seguiremos siendo audaces, intencionales, transparentes e inquebrantables en nuestro compromiso con la sociedad y los negocios para marcar una diferencia significativa en el mundo, esperando aportar, pero también inspirar.

*Ana Paula Jiménez es Socia Directora, y Ricardo Moreno es Socio Líder de Trust Solutions, ambos en PwC México.

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